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Poema Se Ha Acercado de Juan Carlos Suñén



por fin, reclina el peso
de la cabeza sobre
las rodillas desnudas del centésimo mono.

De «El hombro izquierdo» 1997

* *



Poema Junto Al Rescoldo Ha Dormido de Juan Carlos Suñén



un perro rojo como la miel. La boca

le sabe a color malva, a religión y a cuarzo.
El animal vigila cada gesto y su propio
miedo. No toma el pan de la mano.
Tampoco salta para atraparlo antes
de que llegue a la alfombra.

De «El hombro izquierdo» 1997

* *



Poema Siente La Soledad Del Adversario de Juan Carlos Suñén



frente a su copa de coñac, su poco
de entereza (orgullosa
mentira) mientras mira la idiotez de la suerte
dispuesta en varios cofres
gigantes, cuando entra
su mujer: ¿Se ha dormido
la niña? Si volviera
pronto el mayor podrían
salir a tomar algo. Dame un poco
de masaje en los pies: estoy rendida.

De «La prisa» 1994



Poema Pero Ocurre de Juan Carlos Suñén



tan pronto el corazón, y tarda tanto
la vida. Ya no quiere
sino una potestad e ir hacia ella,
salir de suyo a la espesura, presto
al mundo levantado,
al pavor de estar vivo
y solo. Tú qué sabes,
qué sabes, le solía
decir su padre (como a todos), si eres
demasiado inexperto, demasiado
pequeño aún. Ya había decidido
ir tras otro dominio
cuando esa mirada le ha hecho crujir el hueso.

De «La prisa» 1994

* *



Poema Íbamos Al Dolor Pero No A Este de Juan Carlos Suñén



tan tratable y tan corto,
egoísta en su mal.

Y del hombre ejercido
(¿para qué sin ejemplo, sin pereza?),
tras callar su jornada y su descanso,
y sin mas compañía que esa rara
canción que nunca cede, esa ternura
a la que debe apenas
restos occidentales, el olvido
de algo cada vez ya menos suyo
(cada vez más borrosos
jirones, menos anchos
los días hasta aquí, menos vivido),
¿qué queda, quién parece
ahora tan separado de su haber?

De «La prisa» 1994

* *



Poema Y, Enterrado El Silencio de Juan Carlos Suñén



resiste? Tienes algo
de ensaladilla en la nevera. El martes
cumple años tu hermana, no te olvides
de llamar al despacho. Y unos pocos
trazaron esa raya.)

Íbamos al dolor sin desengaño.
Ahora vamos a él como engañada
va la mano a la falsa quemadura
en el miembro amputado.

De «La prisa» 1994

* *



Poema Y Los Preceptos Se Desordenaban En Nuestra Boca de Juan Carlos Suñén



para que el número no tuviese lugar,
Y allanaba las noches nuestra lengua (entrenada)
para estorbar la falsedad del número.

Pero fue condenado y orecido,
tasado en el quiosco de las anchas maneras,
visitado y mentido nuestro idioma.

Y la duda se interpuso entre nosotros como la certeza
se interpone entre los esposos.

Mas si hubiera ganado su secreto
la palabra esperada habría salido limpia
contra toda angostura. Habría sido
mudo reparto y sido
reparación. Habría
hecho de ese momento un canto de partir:
eso fue lo siguiente que perdimos.

De «La prisa» 1994

* *



Poema Y Se Vencía de Juan Carlos Suñén



implacable en sus naipes, áspera en su tabaco:
ante las puertas, bajo las ventanas,
y así entraba en el hueso de luz de los vecinos,
así caía en la palma de las buenas mujeres,
aireando la alcoba
de los borrachos del mundo.

Precediendo a la vida,
hablaba en el juicio de los seres que al cabo
regresaban a casa con lo justo (lo justo,
qué ironía). Destello

la palabra era entonces,
hoy es nuestro cuidado.

De «La prisa» 1994

* *



Poema Bebíamos Para El Hombre de Juan Carlos Suñén



para el honor del vino.

Y ellos hicieron esta raya donde
antes no había más que piedra añil,
olor a nailon, a erosión, a tinta.

Santificábamos nuestro designio en la embajada
de los agobiados.
Contábamos los días y su número era el número de
nuestra apuesta:
cisma en los humedales de la palabra.

Brillante en su obstinación,
nuestra palabra era el ángel que se vuelve posible,
que se pierde entre todos,
santo provisional.

De «La prisa» 1994

* *



Poema Espabílate, Dice de Juan Carlos Suñén



que ya es tarde.

Íbamos al dolor sin desengaño:
teníamos la prisa de las navajas, sí,
pero ¿qué hicimos?

¿qué, cuando nos dijeron
de este lado ya no sois más, no hay nada,
esta es la raya de la edad, teneos?
Pero cuánta justicia, si bebimos
la juventud, la esbelta prisa, el verbo…
para que otros hiciesen su discurso a los postres:
barriesen las migajas
bajo el mantel de la viabilidad.

De «La prisa» 1994

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