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Poema Falta Una Palabra de Jaime Augusto Shelley



Falta, en el desorden,
una palabra.

Falta una voz, y otra, y otra más,
en el valle de la muerte,
en la estación de los sofocos
rezumados por el fuego y la sombra.

Una palabra que no brote de atarjeas,
sino silencio que habla, vibrante.

Silencio sonoro que toque cuerpos
con su luz.
Que despeje el hedor de los escombros
y devuelva al valle su fuerza y su alegría,
sin ultrajes.

Falta una palabra.
Y falta una voz, y otra, y muchas más.



Poema El Cerco de Jaime Augusto Shelley



Habrá niebla en los tejados
Caerá como nunca sobre largas formas líquidas de luna
Tardaremos en llamarle invierno
entretenidos en el grisarse de árboles y cosas
Será ?diremos? el tiempo que se viene como otoño
Pero el año se dará redondo y perfecto
como previsto en nuestros viejos libros

Aprendiendo a estar aquí
nos dejaremos llevar por los eneros uno
por los agostos viernes

Volverá la paz será la lucha
Y en algún corazón recién acariciado
la espina del tiempo toda

Se harán más viejos los ruidos y la noche
Vendrá el sexo sobre el sexo a fecundar la dicha
Se perderán tus ojos tus palabras
Tomando el cuerpo como mazo
desearás golpear la tierra que te niega

Será la risa
Será el deseo
La mancha de tu cuerpo
doblada en las paredes
meando oscuras golondrinas vaporosas

Será la noche que te abrigue
entre guitarras y hombres en mangas de camisa
dados a no olvidar pequeñas cosas

Será el toque secundado
de alguna campana colmada de sorpresas
autorizando el flirt de las muchachas
a la hora del rosario
Será el rostro reluciente del chiquillo
paseando un caramelo entre los dientes
Habrá ciertamente niebla corriendo
entre estas torres
y estos pinos perdidos casi en la blancura
Será Xalapa o San Cristóbal
Seremos tiempo anudado a nuestros huesos



Poema Yalentay de Jaime Augusto Shelley



Queda mucho de las sombras primeras.
El sol, espejo y humo, erecto,
achica su ojo tutelar y se mece,
inconforme, sobre las cosas de barro.

Yalentay, ensimismado, abre los brazos:
intenso invierno es su susurro.
Y sus hijos,
y los padres de esos hijos,
que también se han marchado,
doblan cabizaltos la memoria
y nieblan.

Yalentay, muy de mañana, se echa lloviznar.



Poema Y Ahora, Qué de Jaime Augusto Shelley



Antes lo creí
pero ya no.
El amor no es asunto de dos
ni de tres;
esto nos concierne a todos.

Si beso tus labios,
si nos decimos, adiós,
mi vida
,
habrá siempre
una voz arremetida, a empeñones
un grito como trueno,
un lamento, que diga
que no.

Toma tiempo, lo sé;
a distancia,
respira como un pensamiento
a solas;
Pero vendrá,
se necesita mucho
para aprender, de nuevo,
que el amor,
darse los buenos días,
decir te quiero,
no es un asunto de dos,
ni de tres,
Eso nos concierne a todos.



Poema Vigilias de Jaime Augusto Shelley



1

Quise que me conociera
como realmente soy.
Dejé atrás
todas las trampas.
En estado de alcohol
grité, imploré, ofendí;
vomité dolor y miedo
sobre su regazo.
Cuando me vio,
sombrío en la humedad,
febril por el desorden,
revolcado y puro,
casi un recién nacido,
sin duda por el tanto amor,
sin duda,
escupió sobre mi rostro,
huyó.



Poema Victoria Es Tiempo De Ladrones de Jaime Augusto Shelley



Canto 10

Victoria, sí, sentido sobre la razón,
madre de instinto, ser de mis espacios,
fin de todos los tiempos y principio
de todo lo que crece, nada y vuela,
germen del fuego y de la música,
memoria inamovible de la luz.

Cuanto hay de cierto nace de tu risa;
la esperanza son tus ojos,
mientras el futuro duerme, tibiamente acariciado,
entre tus manos.

La otra vida eres tú,
la que se construye de sueños, la real desencadenada
que viene del fondo de lo humano y a él retorna,
amorosa; raíz de la especie luchando contra la sangre inútil,
dulzura frágil del amor que se repliega
cuando la bestia anda cerca.

Habré de protegerte, amada,
ahora que es tiempo de ladrones.



Poema Tiendo La Mano de Jaime Augusto Shelley



Tiendo la mano ahora,
no la azoto, no la empuño,
no la doblo,
tiendo la mano ahora que estoy.

Si te digo que voy en calma,
miento.
Todavía abogo por las uñas y las ansias,
rojos los nudillos, todavía no miento.

Si te digo arado
cuento los surcos entre dedo y dedo.
Y hay un fruto
y habrá más frutos.
Porque la tierra es verde hasta lo inmenso
y da hongos amargos, como también
dulce olivo.

Si es que miro en su inclinarse
como crecen las bayas y los lirios
y las verdes estrías de los algodonales.
¡Cómo se descarga el aire en contralisios!

Así mi corazón, de fijo,
en contradanza, quieto,
entra al sorteo:
los rostros de noviembre,
su calor y su textura…

Tiendo la mano ahora, que estoy.



Poema Sombras de Jaime Augusto Shelley



Después de los cuerpos van las sombras
Átomos dispersos que se encajan
en los pisos las paredes
que estallan en los bordes dilatándose
vuelven y se quedan en el mediodía
Van las sombras como cuerpos
Los cuerpos como viento



Poema Réquiem de Jaime Augusto Shelley



Hundo mis vocales piernas
en la espesura álgida del año
y callo: escucho.
Y una sombra a dos,
caídas en la prisa de su sueño,
abren llagas de insatisfacción, cólera y miedo
en el leprosario ambulante de estas horas.
Un hombre o dos. Tal vez una mujer.
Tendidos en negros albañales de cuartel,
goteando muerte lenta.
Es un puñal
su silenciado pensamiento,
su adherida pátina
comida hasta los huesos por el llanto.
Los útiles del diario,
relojes, fósforos o timbres, con toda exactitud,
no recuerdan cuándo alguien muere,
cómo alguien muere.
Sólo las palabras pueden, enrojecidas
a impulsos de sus desasidos tallos,
mientras que el ramazón
a ciegas
de las balas trepida
y el ácido vapor
quema de espanto al cielo,
sólo ellas,
las palabras negras, pueden,
detenidas aunque sea por este instante,
mirar hacia atrás
tropezando, como al fin de una carrera,
con los cuerpos humillados
por el arco animal de la metralla.
Sombras, voces,
cubiertas por mil aves, caen,
mordidas por el crimen, caen,
nudillos implorantes
suben por mi cuello
y al compás tembloroso de cien ojos
crispan mi lengua.

Ruido casi humano
que mi sed no alcanza,
de rodillas en los muros devastados,
sombras, voces, cubiertas por mil aves, caen:

Es un puñal su silenciado pensamiento…



Poema Rencor Al Olvido de Jaime Augusto Shelley



Mezclado al aire tibio
y sosegado con que duermes
resuena el eco de otro aliento,
tembloroso en la distancia
mas fresco en el hurgar
de mi memoria cavilante
al filo de un amanecer
que se retrasa
al compás de manecillas tercas
que van dejando caer, sobre las cosas
que más quieres; pétalo a pétalo, un recuerdo.

Inútil dar la vuelta,
girar de cuerpo entero,
abrir y cerrar los ojos.
Estoy fuera de mí
y busco, como un ciego en claridad,
lo soñado; la luz aquella
dibujada en sombra,
ardiendo, estrujada por la voluntad
de no dejar inmóvil
el agua hecha cristal
de ese recuerdo vuelto olvido.



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