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Poema Fantasía En El Metro de Maricruz Patiño



Un hombre bello entra en el vagón del metro
por un momento lo miro intrigada
pues me recuerda a ti
rubio, alto y escandalosamente joven
(pienso ?escandalosamente?
al mirar mi rostro en el vidrio)

Él ha sentido el deseo que te llama en mis ojos
ha sentido desnudado su torso
(al que imagino sólo por comparación con otro
que eres tú).

Sonríe desde el fondo
recibe el elogio con interés
pero yo temiendo el deseo
desvío mi rostro indiferente
hacia el hombre sin piernas
que pide una limosna

Tu doble desilusionado
se lleva mi suspiro y sale
completamente anónimo
en la siguiente estación.

La Habana, Julio 200



Poema Fado de Maricruz Patiño



Este hueco de lágrimas
transparente y salvaje
como una estalactita

Olas del cielo
desde el horizonte azul de tu mirada
tumulto fiero el de tus ojos
celta y sarraceno
tu nombre que se abre como una flor de sangre
en mi garganta
Tú, puñal en el pecho
Incandescencia sorda de un amor que nunca fue
Pozo donde alojé tu cuerpo
Manantial de mi voz que te amortaja
en medio de un desierto alejado
Conjuro que me haga recordarlo así
si lo he olvidado

Amor de desamor cantado
¿Dónde fue a encallar el barco naufragado?

Más tarde…
La luna eclipsada sonreía
como una mujer satisfecha
después de una noche de amor.



Poema Fata Morgana de María Negroni



Venecia completamente hundida. Sólo se ven los duomos, estatuas sobre
los duomos, el cobre de algún campanil. En la tarde, el agua tiene el
color de los espejos falsos. Melancolía en gris, duelo a la deriva. Pasa
un zapato de charol negro, enorme, de taco altísimo. Féretros envueltos
en terciopelo rojo se mecen en el agua, como góndolas. Pienso; Estoy
a salvo. El cementerio es esta isla amurallada. No hay nadie más que yo,
e hileras de camisas con corbata (siempre en tono gris), manos que
salen de la tierra, si uno levanta una de esas manos, aparece una mujer
en vestido de otra época, al instante se desvanece, su expresión no es
infeliz.. (Siguen los ataúdes, siguen los espejos bajo la tarde en vilo.)
Una bufanda azul se agita sobre una cruz, una fecha improbable sobre
un muro. Entonces aparece el ángel con una pluma en la mano y dice:
?Ahora, cierra los ojos y vuelve a perder el sitio de tu extravío.



Poema Filo… de María José Flores



Filo
la oscuridad

filo encendido
llama
llamarada.



Poema Fotografías: Hogar De Ancianos de María Eugenia Brito



Como una fotografía de los años mozos
que inventara el presente de este ya
pasado
haciéndonos dudar dónde y cuándo
y en qué sitio
se manifiesta la realidad,
las habitaciones reposan repletas de palabras
suplantadoras fieles de los cuerpos,

del perfume, del tacto,
los amores, los cantos.

Las plantas estiran sus hojas a la luz
Como nosotros
intentando abrazar los parques
donde fuimos santos una vez.

Metáforas del tiempo
que pasa
pasa
pasa
y nos arroja lejos
nos llena de pequeños acontecimientos
nos hace pasado
Pasado de moda.

Todo un festín para los pájaros.



Poema Filiaciones (i) de María Eugenia Brito



La llaga de tu memoria, amor, escurre en mi boca el texto
cómo no ha de sangrar entero este rasgado

El prado te lloró el huerto te ha negado
mi sombra te borró

tu anhelo de morir me traspasa los dedos

Nostalgia tu pasión
heredero tu beso
curva dura la espina de tus velos

como un hacha la grieta que te espera

el primer corte es sueño; el segundo aún me transpira
la fatigada mano

Inhóspita la tierra que heredaras.



Poema Flores Tardías de María De Los Reyes Fuentes



Vienen sus llamas cuando ya no somos
materia combustible de esos fuegos.

Un viento las sacude, ya qué tarde
para descomponer la arquitectura
de piedra, en la que un día ?cuanto tiempo?
convirtieron la dúctil, blanda casa
donde quisimos alojar su entonces
nada inflamable corazón llamando.

Frígidos seres, con angustia y solos,
nuestro calor pidiendo mas negándose
a compartir la pira, el holocausto
donde el amor se ofrece. Que tardaban
en irse, porque hacían como un curso
de precalentamiento en que iniciarse
hacia la hoguera, el rito de vivirse
con esa incandescencia en que nos vieron.

Siglos hará de que nos convertían
llamaradas en roca; qué dureza,
tras la ceniza, nuestro ser tomando.
Granito somos cuando reaparecen
reveladores de voraz incendio,
de la necesidad y la belleza
de arder como ya entonces nos quemamos.

Viejos planetas, sí, donde los soles
pasan lejanamente por nosotros,
nada podemos ofrecer ahora
tras la tardía fundición de quienes
inoportunamente nos descubren.



Poema Flor De Un Día de Manuel Maria Flores



Yo di un eterno adiós a los placeres
cuando la pena doblegó mi frente,
y me soñé, mujer, indiferente
al estúpido amor de las mujeres.

En mi orgullo insensato yo creía
que estaba el mundo para mí desierto,
y que en lugar de corazón tenía
una insensible lápida de muerto.

Mas despertaste tú mis ilusiones
con embusteras frases de cariño,
y dejaron su tumba las pasiones
y te entregué mi corazón de niño.

No extraño que quisieras provocarme,
ni extraño que lograras encenderme;
porque fuiste capaz de sospecharme,
pero no eres capaz de comprenderme.

¿Me encendiste en amor con tus encantos,
porque nací con alma de coplero,
y buscaste el incienso de mis cantos?…
¿Me crees, por ventura, pebetero?

No esperes ya que tu piedad implore,
volviendo con mi amor a importunarte;
aunque rendido el corazón te adore,
el orgullo me ordena abandonarte.

Yo seguiré con mi penar impío,
mientras que gozas envidiable calma;
tú me dejas la duda y el vacío,
y yo en cambio, mujer, te dejo el alma.

Porque eterno será mi amor profundo,
que en ti pienso constante y desgraciado,
como piensa en la gloria el condenado,
como piensa en la vida el moribundo.



Poema Frío de Manuel Maria Flores



(Cuento Bohemio)

La tarde era triste,
la nieve caía,
su blanco sudario
los campos cubría;
ni un ave volaba,
ni oíase rumor.

Apenas la nieve
dejando su huella,
pasaba muy triste,
muy pálida y bella,
la niña que ha sido
del valle la flor.

Llevaba en el cinto
su pobre calzado;
su hermano pequeño
que marcha a su lado
le dice: ?«No sienten
la nieve tus pies?»

«Mis pies nada sienten»
?responde con calma?
«el frío que yo siento
lo llevo en el alma;
y el frío de la nieve
más duro no es».

Y dice el pequeño
que helado tirita:
?«¡Más frío que el de nieve!…
¿Cuál es, hermanita?
¡No hay otro que pueda
decirse mayor!…»

?«Aquel que de muerte
las almas taladre;
aquel que en el alma
me puso mi madre
el día que a mi esposo
me unió sin amor».



Poema Francesca de Manuel Maria Flores



?La tierra en donde vi la luz primera
es vecina del golfo en que suspende
el Po, ya fatigado, su carrera.

Amor, que sin sentir el alma prende,
a éste prendó del don, que arrebatado
me fue de modo que aun aquí me ofende.

Amor, que obliga a amar al que es amado,
juntónos a los dos con red tan fuerte
que para siempre ya nos ha ligado.

Amor hiriónos con terrible suerte;
y está Caín de entonces esperando
aquí al perverso que nos dio la muerte.

Palabras tan dolientes escuchando,
incliné sobre el pecho la cabeza,
«¿en qué ?dijo el Poeta? estás pensando?»

Y respondí, movido de tristeza
?«¡Ay de mí! ¡Cuánto bello pensamiento,
cuánto sueño de amor y de terneza

»los condujeron al fatal momento!».
Y vuelto a ellos «¡oh, Francesca! ?dije?,
al corazón me llega tu lamento;

»y de tal modo tu dolor me aflige,
que las lágrimas bañan mi semblante.
Pero tu triste voz a mí dirige,

»y dime de qué modo, en cuál instante,
cuando tan dulcemente suspirabais,
y en el fondo del alma, vacilante,

»tímido aún vuestro deseo guardabais.
¿Dime de qué manera inesperada
os reveló el Amor que os adorabais?»

Ella me respondió: «¡Desventurada!
¡No hay pena más aguda, más impía,
que recordar la dicha ya pasada

»en medio de la bárbara agonía
de un presente dolor!… Y esa tortura
la conoce muy bien el que te guía.

»Mas ya que tu piedad saber procura
el cómo aquel amor rasgó su velo,
llorando te diré mi desventura».

Leíamos con quietud y grato anhelo
de Lancelote el libro cierto día,
solos los dos y sin ningún recelo.

Leíamos… y en tanto sucedía
que dulces las miradas se encontraban
y el color del rostro se perdía.

Un solo punto nos venció. Pintaban
cómo de la ventura en el exceso,
en los labios amados apagaban

los labios del amante, con un beso,
la dulce risa que a gozar provoca.
Y entonces éste, que a mi lado preso

para siempre estará, con ansia loca
hizo en su frenesí lo que leía…
temblando de pasión besó mi boca…
y no leímos más en aquel día.



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