Poema La Edad De Los Misiles de Félix Grande
La Edad De Los Misiles de Félix Grande. Te invitamos a recorrer los poemas de Félix Grande. Disfruta también de nuestros poemas del alma, de amor, de amistad , de familia, etc. Otros poemas que pueden interesarte son: Cuando Medita En Su Desgana Suntuosa, Donde Fuiste Feliz, El Vino A Solas, La Memoria Ardiendo, Elogio De Las Bestias, Elogio De Lo Irreparable, Homenaje, Aquí puedes acceder a los mismos o ver toda la poesia de Félix Grande
Poema La Edad De Los Misiles de Félix Grande
1
	Baja desde el futuro un tufo a crimen ecuménico
	el mono horrible de la muerte espesa
	remontando la selva calcinada que muestra el vaticinio
	amanece jugando sobre los hombros del presente infectado
	el mono horrible con su mueca colorada epiléptica
	tira de las orejas a américa a asia a europa
	retuerce la nariz al rostro occidental
	mete los dedos en los ojos de oriente
	y atormenta a la hoja del calendario que esta noche
	con la unción del terror arrancamos entre silencio
	desciende avanza esa bufatarada de infortunio
	es como un tren de pudre que recula hacia ahora
	con el furgón de cola cubierto de gusanos
	y la locomotora vociferando ardiendo
	diluvia una nación de llamaradas gigantescas
	sofoca el hondo amago de los hongos horrendos
	nos refuta la visión entrevista de un dolor general desde donde
	como avispas locas emanarán las quejas metálicas
	imágenes de pueblos derritiéndose como azúcar morena
	un fragor de infinito final de lumbre extraordinaria
	un resuello vastísimo como un átono coro
	que interpretara augusto a las incalculables agonías
	entre la urdimbre de lianas de los congresos de la paz
	entre la fronda pantanosa de la bolsa del armamento
	ágil y alucinante peludo apocalíptico baja desde el futuro
	avanza el mono horrible de la muerte avanza oliendo
	a multitudes agrietadas a naciones recubiertas de astillas
	el mono llega haciendo cabriolas se detiene y restriega
	en la epidermis del presente su bárbara pelambre
	y se masturba cínico colgado del horror que anticipa
	péndulo sonriente y espantoso miradlo
	el tiempo se ha caído en un embudo loco
	y gira y se revuelve y se transforma en una gelatina
	que hiede al tenso crimen que estalla en el futuro
	el tiempo desconchado desordenado avanza y retrocede
	se contrae y se expande perdidas sus bisagras
	como un motín de puertas al abordaje del vacío
	el tiempo retorcido sin brújulas ni mandos
	clama eructa enloquece y a los pies del presente
	descompuesto vomita sus venideras hecatombes.
	2
	(Tenemos miedo. Tenéis miedo.
	Nosotros, para quienes ni existe
	la calderilla del poder, subimos
	por la espina dorsal del miedo.
	Vosotros, a quienes el poder os ha servido
	matinalmente junto al desayuno,
	descendéis por la espina dorsal del miedo.
	Tenemos miedo. Tenéis miedo.
	Pero mientras que nuestro espanto
	segrega miradas circulares, busca
	grietas de humanidad a lo largo de la amenaza,
	vuestro pánico graso solamente rezuma
	venalidad y odio. Nuestro miedo
	es igual que un antílope en el bosque incendiado;
	el vuestro, un gato oscuro, arrebujado de arañazos.
	Nuestras manos hinchadas de terror
	buscan únicamente manos;
	las vuestras buscan mapas,
	y tórridos decretos y fusiles.
	Tenemos miedo. Tenéis miedo. El nuestro
	es apesadumbrado y deambulante;
	el vuestro, acorazado y tumefacto. Todavía,
	pulpos de hipocresía, salamandras bursátiles,
	todavía hay clases entre los espantados. Todavía
	hay diferencias de matiz que advierten
	la víctima en un miedo y en el otro la hiena.)
	3
	se acabará oír mirar nacer
	el venero del mundo se quedará obstruido
	el manantial que baja entre las grietas de las peñas
	luego sin ojos sin oídos sin labios ni hocicos que los usen
	viudo y errante sonará por las faldas de la montaña
	como un balido dilatado y solo
	-nunca la soledad habrá tenido tantísimas campanas-
	torcidos vegetales con la fibra reseca cerrarán sus testuces en la tarde 	vacía
	y el cogollo de polvo de los caminos miserables
	irá borrando lentamente las antiguas pisadas:
	hablo de la desolación
	el mar los cinco océanos lamiendo
	con su lengua bovina los arrecifes calcinados
	y en los puertos pesqueros las barcas con su nombre de hembra
	amable y torpemente escrito debajo de las quilla
	una vez podrida la maroma otearán por la costa
	bamboleándose humildes en el ir y venir de las mareas
	algún velero inerme errará como un cáncer
	sobre la superficie del agua solitaria:
	hablo de la desolación
	donde una raza hubiera sobrevendrá una estepa
	interceptada vagamente por montones irregulares
	de materias innominadas y de escombros enfermos
	en los campos concisos y como rastro de la locura
	brillarán entre el abandono las camisas de las serpientes
	cadáveres de cuerpos y de grajos pernoctarán de día y de noche
	junto a cadáveres de reses en atroz camaradería:
	hablo de desolación
	4
	miradlo ahí está todo mirad bien el diario
	que alguno de vosotros depositó en la mesa
	con la unción del terror
	mirad el gorgoteo de todos esos titulares
	que algún linotipista compuso lentamente
	con la unción del terror
	recorred esas crónicas meticulosas que alguien
	mirando por encima del hombro tecleó sobre la máquina despacio
	con la unción del terror
	sumad todo el silencio del periodista en sus informes
	sumad la lentitud del cajista en su sótano
	sumadle al viejo vendedor del kiosco su temblor boreal
	sumad la expectativa inerme del amigo que puso
	ese periódico en la mesa ¡y abocicaos en ese impreso
	como vacas sedientas y saciaos! y miraos después
	los unos a los otros chorreando babillas de terror
	desde las comisuras que han bebido y leído
	y rumiad luego extenuados
	en esta habitación donde el diario preside
	¡y vociferad de una vez con las mandíbulas de bronce
	ante esas grietas que se abren como unas fauces de prehistoria!
	5
	como un ecuador criminal cuelga el filo de un hacha
	que de un cercén promete liquidar a la historia
	la historia lo que ha sido algo más que un macizo concepto
	la historia lo que ha sido la urdimbre emocionante
	de una conducta universal y un fragor de futuro
	arrebatado adobe a adobe y sílaba tras sílaba
	humanismo coraje la emoción misteriosa de la vida
	todo el largo cordón umbilical mediante el cual los siglos
	se insuflaban el uno al otro alimento para nacer
	la permanencia modificada que venía desde épocas remotas
	las vaginas abriéndose como sangrientos túneles
	al paso de las asunciones toda esa celular aritmética
	toda esa turba de pasión y de esfuerzo fue la historia
	todo el bárbaro ceño del amor
	la multitudinaria voluntad de camaradería
	los musculosos sueños de aquellos que empleaban su existencia
	en combatir las causas del miedo y del desastre
	aquellos luminosos desprendidos segregando futuro
	aquella obcecación purísima que era un imán aquello
	aquello fue también la historia
	la historia era también la nervatura de las esperanzas
	ese relevo inmemorial de los hombres de ciencia
	combatiendo obstinados a los males mortíferos
	a la busca de un cósmico resuello de alivio y de fortuna
	sí mientras giraban los planetas majestuosos
	y crecían las galaxias y se dilataba la mañana del mundo
	ellos con batas blancas manos limpias y pequeñas necesidades
	miraban a los cancerosos retorcerse en sus vidas únicas
	y corrían hacia sus rincones sus materias sus cálculos
	con la idea del servicio humano como un clavo en su corazón
	la suma de esos grandes calenturientos era también la historia
	la historia fue esa marcha ese avance de fiebre
	ese alpinismo llameante por la mañana de las edades
	ese proyecto general de pasos ese búcaro gigantesco
	donde el agua del tiempo alimentaba las flores de los actos
	esa mirada taladrante a la persecución del porvenir
	¿el porvenir? hoy cuelga un hacha incomprensible
	sobre la yugular de la historia el hacha chirriando pendulando
	convierte al porvenir en un minuto en un segundo en nada
	convierte a la conciencia en una llama en un harapo en un escalofrío
	¿el porvenir? ¿la historia? ¿la grandeza? ¿la multitud? ¿el hacha?
	¡fuimos muchos amamos creímos quisimos lo mejor para todos!
	6
	(dan ganas de matarse y de llorar al otro borde del suicidio
	ganas de ser un muerto que llora todavía
	ganas de estar en una caja rodeado de aquellos que te aman
	y continuar llorando amarillo hediondo
	llorando por las quietas mejillas apagadas
	dan ganas de llorar desde el subsuelo de la muerte
	y contagiar de lágrimas y muerte a quienes contemplan tu cadáver
	hasta que todos muertos en la alcoba callada
	no haya más que un llorar de muertos congregados
	un fluir de muchas lágrimas desde pestañas frías un fluir en el silencio y 	en la quietud y en la sombra
	un fluir que repitiera dulcemente: asesinos).
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