poemas vida obra felix grande

Poema Casida De La Alta Madrugada de Félix Grande



Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir
y te levantes medio desnuda
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia

en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos y escribiendo
estos versos degenerados.



Poema Y Eres Como Un Pretexto de Félix Grande



YO MEDITE…

Y eres como un pretexto para que yo medite
y yo soy un pretexto de pena que te infieres,
y en medio esa tristeza de hombres y de mujeres
que es casi todo cuanto la vida nos permite;

pero tú y yo sabemos que cuando el mar se irrite,
de toda esta comedia poblada de alfileres
quedará la leyenda pequeña de dos seres
que se amaron, aunque ello jamás nos resucite;

ahora estamos logrando la imperfección, mañana
seremos el perfecto sollozo planetario,
el no ser y el no amar y el no temer, hermana;

vivir es componer una música muerta,
pero llevarle flores, rezarle así, a diario,
quizá equivalga a oírla, como si fuera cierta.



Poema Van Cinco Días Ya Que No Te Veo de Félix Grande



Van cinco días ya que no te veo,
cinco épocas oyendo el sonido del tren.
Cinco rejas de nada envolviendo a una carta.
Cinco antidiluvianos zarpazos de extra.

Me muevo por la casa…
igual que un escorpión borracho
y compruebo que el trabajo es mentira.

Que es vida falsa cuanto no incluye tu presencia.
Que hasta la espera es pan de desconsuelo.
Que hasta estas frases con que describo tu vacío,
son hielos apagados y casas de ceniza.

Tu ausencia es una cosa que pesa como plomo
tu ausencia es una cosa dura como metal
tu ausencia es un enorme barranco
al que me asomo sin tacto…sordo… y ciego

Tu ausencia es un olor que abrasa mi nariz
un ruido monstruo que se cuelga en mi oreja
un animal sin límites que es todo cicatriz…
Y que lame mi vida…y me la deja vieja tu ausencia…

Esa cosita que no tiene abuelo… ni apellido… ni forma…
ni rodilla… ni pelo…
es sin embargo un bulto majestuoso y profundo
tu ausencia es una rara cosa
que está vaciando a pausas mi lleno corazón
y que está abarrotando de vaciedad el mundo
Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir y te levantes desnuda
(en medio de la noche)
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia…
en algún lugar de la tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos
y escribiendo… escribiendo… estos degenerados versos.



Poema Tu Ausencia Es Una Cosa Que Pesa Como Plomo de Félix Grande



Tu ausencia es una cosa que pesa como plomo
Tu ausencia es una cosa dura como metal
Tu ausencia es un enorme barranco al que me asomo
sin tacto sordo ciego igual que un mineral

Tu ausencia es un olor que abrasa mi nariz
Un ruido monstruoso que se cuelga en mi oreja
Un animal sin límites que es todo cicatriz
y que lame mi vida y me la deja vieja

Tu ausencia, esa cosita que no tiene ni abuelo
ni apellido ni forma ni rodilla ni pelo
es sin embargo un bulto majestuoso y profundo

Tu ausencia es una rara prestidigitación
que está vaciando a pausas mi lleno corazón
y que está abarrotando de vaciedad el mundo.



Poema Todos Los Siglos De La Lluvia de Félix Grande



Sentían espanto por la puesta del sol
se alimentaban de animales horrendos
padecían las nevadas, la lava, las tormentas
tenían únicamente cuevas y brujos y tiranos.

Hoy escucho la lluvia que suena en la ventana
susurrando las sílabas siderales de la horda
como interrogaciones resurrectas.

Emocionado, me arrebujo en tu respiración,
paso la lengua por tu piel dormida
y mientras oigo lentamente la llovizna del mundo
saludo con misericordia a aquellos ancestrales hermanos.



Poema Tengo En Las Manos Un Jarro De Ternura de Félix Grande



Mira: tengo en las manos un jarro de ternura,
ya no sé si es alegre o es triste estar contigo;
siento la lengua como a una chepa y no te digo
nada que signifique lo que nuestra aventura;

y estar juntos parece la creación entera,
cuánta creación debajo de nuestras cuatro sienes;
a ti y al tiempo tengo, a mí y al tiempo tienes:
somos ricos y pobres, como lengua sincera;

como lengua sincera destruimos, levantamos,
vivimos densamente y nos enamoramos
densamente, en silencio, sufriendo de emoción;

estar juntos parece morir juntos, parece
un jarro de ternura, muy frágil, que estremece
de noción de principio y de fin a la creación.



Poema Sé Involuntaria, Sé Febril de Félix Grande



Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio nombre.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.

Resuella, busca, abrasa, gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita ¡Venganza!

Sé una perdida, mi amor, una perdida.

En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable.



Poema Se Desangraba El Universo de Félix Grande



Tu ausencia es una cosa que pesa como plomo
Tu ausencia es una cosa dura como metal
Tu ausencia es un enorme barranco al que me asomo
sin tacto sordo ciego igual que un mineral

Tu ausencia es un olor que abrasa mi nariz
Un ruido monstruoso que se cuelga en mi oreja
Un animal sin límites que es todo cicatriz
y que lame mi vida y me la deja vieja

Tu ausencia, esa cosita que no tiene ni abuelo
ni apellido ni forma ni rodilla ni pelo
es sin embargo un bulto majestuoso y profundo

Tu ausencia es una rara prestidigitación
que está vaciando a pausas mi lleno corazón
y que está abarrotando de vaciedad el mundo.

«Las rubáiyátas de Horacio Martín» 1978



Poema Rondó de Félix Grande



Mirando tu cuerpo desnudo
recuerdo el origen del mundo

Creo en la materia que se busca
Ven misteriosa boreal
Creo en la tiniebla que se encarna
Ven misteriosa boreal
Creo en la energía que se organiza
Ven misteriosa boreal
Creo en la majestad de lo enigmático
Ven misteriosa boreal
Creo en el antiguo canto de los cuerpos
Ven misteriosa boreal
Creo en la mañana de los mortales

Tentando tu cuerpo desnudo
recuerdo el origen del mundo



Poema Por Los Barrios Del Mundo Viene Sonando Un Lento Saxofón de Félix Grande



Mientras que William Faulkner
halla los agrios del lenguaje,
hoza en Yoknapatawpha
levantándola hirviéndola
cuida la construcción feroz
de una nueva novela y cuida
su innegable talento epilepsíaco;
mientras que William Faulkner
irrumpe en el conflicto negro
con un relincho ambiguo, ahíto
de tradición, desprecio al Norte,
discurso estéril e insensato orgullo,
los negros, muchos negros,
algunos negros, inflamados de
la horrible historia del Mississippi,
con la memoria chorreando
por el sudor del algodón
y varios siglos de negros abuelos
retumbando a sus pies bajo el tiempo y la tierra,
cantan, vense impelidos
a seguir componiendo
música entre paréntesis:
negro spirituals.

Mucho de lo que vimos
es vida entre paréntesis.
Blancos segando arroz en Tarragona
con el agua a los muslos,
las sanguijuelas de los arrozales
alimentándose de ellos.
Periódicos occidentales
informando de blancos muertos
en el frente, o de hambre,
o bajo un viejo caserón derruido.
Blancos en paro. Blancos en exilio.
Blancos dando betún
sobre sus cartucheras.
Blancos bebiendo el vino
de la derrota disfrazada.
Blancos buscando
la propia estimación en los burdeles.
Blancos meditativos, ingresando,
amargura sobre amargura,
en el cinismo, esa
sublimación para los faltos de recursos.

Del Sena al Plata,
del Támesis al Rin,
un rumor blanco busca desperdicios
y hurga en la realidad hostil
y en su razón, dispersa e inarmónica
de parietal a parietal.
Siglos también de abuelos blancos
entre jornadas de trabajo tensas,
fruta difícil, carne retorcida,
el barro insomne de las botas
de los soldados, el capote
de campaña, la emisora que menciona
el Mississippi blanco,
el blanco linchamiento con bala,
la actividad enfebrecida
del ginecólogo oficiando
sobre el mantel que el tirón de la guerra
arrojará en el suelo
quebrando su momentáneo contenido;
los tugurios en donde
blancos desconcertados
se pliegan y se venden, borrachos
de vino y blancura injuriada,
siglos también de abuelos blancos
con sus ingenuos hospitales,
su herencia pavorosa, sus bolsillos
llenos de migas o sus sienes
llameantes de lucidez o de torsión,
hacen pensar en una música
con paréntesis, con incisos,
con bárbaros interrogantes,
con desconcierto, con corcheas de ojos,
mordentes de sarcasmo,
calderones de confusión,
accelerados de vasto gruñido:
blanco spirituals
(Tú lo sabes, James Baldwin:
no es sólo tu color.
Esa es la lenta trampa
que quisieran hacer reinar.
Tú lo sabes, James Baldwin:
te necesitan negro para odiarte,
para sobrevivir bajo su miedo
mediante el odio. Pero,
tú lo sabes, James Baldwin:
también te necesitan
desclasado, desocupado, disponible
para usarte los brazos
a bajo precio. *Extiendes
tu mirada en los barrios de Europa,
oteas los indios sudamericanos,
te achicharras sobre la India,
te sumes en las periferias
de las ciudades industriales
y ves hermanos de otras razas
discriminados, repudiados
en la otra piel del hombre: el sueldo,
en la otra piel del hombre: la cultura,
en la otra piel del hombre:
la libertad.
Tienes hermanos de otras razas,
todo sudor es familiar,
toda miseria lleva
escupitajos en la piel.)

De Charlie Parker a Edith Piaf
un diluvio de negro spirituals
y de blanco spirituals llueve
sobre la civilización;
llueve piaf; llueve parker, llueven
Manolo Caracol, Louis Armstrong empapa
Discépolo, John Coltrane, Billie Holliday.
Es un agua que se introduce
por las fisuras de los Parlamentos,
por las rendijas de los programas,
por los agujeros de la ONU,
empapada la estrategia, moja
a la inmortalidad y la encoge,
hincha las oscuras maderas
de los ataúdes y congela
todo el grandioso fuego de vivir.
Llueve toda la tarde, llueve
toda la noche: y tras la ventana
en que repiquetea la lluvia
ese diluvio es observado
por un blanco o un negro
mientras que suena un saxofón
y llueve.

*( Entre 1915 y 1918 emigraron hacia las industrias del norte de los Estados
Unidos medio millón de negros del Sur de los Estados Unidos. Para evitar la
desbandada que tanto había jurado desear, el K.K.K. de los Estados Unidos
desencadenó una campaña de terror. Tan pintoresca fraternidad dio como
resultado setenta y siete negros linchados y catorce quemados en público
once de ellos, vivos. (Ver Los viajeros de la libertad, pág.10. Edit. Fontanella
Barcelona, 1963.)



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