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Poema Dormir En Ti de Teresa Domingo Català



Dormir en ti, desnuda de abalorios,
amada por la calma de tus horas,
en tus ciénagas, en tus ciegos páramos,
con los ojos de sístole y penumbra
que arrancan alaridos al invierno.

Dormir en ti; los pájaros nocturnos
se enamoran de besos y cuarteles
donde reposar del vuelo, del fin
del nido y del estrago, y el helecho
gotea agua, lluvia mensajera.

Dormir en ti, en el canchal del río
donde arrasas, en el enigma triste
de los lirios oscuros, en océano
enloquecido por tus manos dulces
que penetra la casa en donde moro.

Dormir en ti, tras los acordes blancos
de tu silencio, que adormila búhos
y lechuzas encarnados en piel,
con sueños habitados de un futuro
lleno de soledad y de catástrofe.

Dormir en ti, al ángel de los hielos,
en tus pechos de diosa primigenia,
con roces de la rosa ensangrentada
y el murmullo del águila triunfante,
dormir, dormir en ti, sí, para siempre.



Poema Los Nombres de Teresa Domingo Català



La lluvia, en alemán, es masculina.

Penetra el ángel del manantial,
caen sus racimos de medianoche
con la furia y el clamor del inocente.

La vigilia espera, la hora espera
la silenciosa red del condenado,
la soga, el fusil, la guillotina,
por el odio ancestral de los vencidos.

El silencio, en alemán, es femenino.

Martillea la sangre de los muertos
en una melodía eternizada
por cualquier grillo que plaña a la noche.

Si la noche carece de sentido
cuando es la última noche de la vida
porque después vendrá la noche eterna
y seremos noche encerrada en barro

la noche, en alemán, es nombre neutro.



Poema Vestigios de Teresa Domingo Català



Malditos los que invocan a la noche
para admirar tan sólo su negrura.

No ven la luz de las hojas tenues
que alumbran como pequeños dados
el dormitorio de las estrellas.

Vendrá el cierzo que triste deambula
por los orificios de los pozos y murallas,
a derribar el claustro de los cisnes.

Se derrumbará el mar de madreselvas
como se quiebra el fuego entre zarzales,
con el ímpetu ciego de la llama,
con el grito constante de la luna.

Se arqueará la loba que amamanta
los vestigios de un mundo que se muere
y su leche será bebida lejos,
allá donde la noche siempre es noche.



Poema Verdad de Teresa Domingo Català



Acalla ya la voz de los traidores,
que nunca más musiten en tu seno
grandes palabras con que armar la historia.

Redúcelos a polvo, a destino,
a ceniza intangible y dislocada,
a sombra entre tinieblas permanentes.

Tuya es la poderosa senda inmóvil
que se ancla en la verdad más primigenia,
desnuda de motivos y arrebatos.

Tañerán tus campanas milenarias
con el fuego de las mismas estrellas
que borrará los pasos de sus nombres.

No hay más verdad que tú, la noche oscura,
que aprende a bendecir la madrugada
con acopio de piel y de deseo.



Poema Tú de Teresa Domingo Català



Atraviesas el cierzo y la desdicha
de un ulular hambriento y desangrado
que emerge al despuntar la madrugada.

Amanecen los pechos florecidos
por el ámbar, la luz de las farolas,
que reflejan los cuencos y canastos.

Están vacíos, cual daga sin sangre,
mordidos por dolor en sus extremos,
cuadrados por el ángel de la furia.

Todo es cálido alrededor del caos,
un fuego castrador y permanente,
un verano, con dientes por destino.

Dónde estará la nieve salvadora,
el frío baile de los tallos vírgenes,
el trovador alivio del invierno.



Poema Sombras de Teresa Domingo Català



La noche es movimiento de penumbras
luchando para ser eternas, río
de manos en los cuerpos que divaga
sobre el influjo de la sangre dulce.

Silenciosos, los ángeles nos aman
como aman los caimanes, con la furia
de un sexo desmedido, con lujuria.

La noche es la simiente de los pasos
que aniquilan las luces de los lechos,
y son los cuerpos sombras de esa noche
que dominan la oscuridad tardía.

Silenciosos, los ángeles nos aman
como aman los caballos, con ardor,
reclamando sus alas el perdón.

La piel anhela el roce de las sombras
que se desprenden ávidas, ventiscas
de amores sofocados, tenues nieblas
imposibles de aprehender, limosnas.

Los ángeles nos odian por la carne,
ésa que envuelta en noche se proclama
en la ofrenda del cuerpo que se ama.



Poema Sacrificio de Teresa Domingo Català



Hermanadas la furia y la blasfemia
en el sino mortal del sacrificio,
se derrite el incienso de los tallos
con un rito de ancestros y pulgares.

El umbral del dolor, que galvaniza
el recuerdo de un Dios inmóvil, roto
por las balas, la noche, la memoria,
acude a cizañar las madreselvas.

Caídos de las torres de los salmos
en una vieja letanía amarga,
vienen a incinerar la madrugada.

Clama el amor la melodía impune,
el canto de las horas desteñidas
que irrumpen en la lacra de los días.

¿Desearán los huesos descarnados
el sigiloso don de los amantes
que confunden las horas con los labios?

Llegará el madrigal de las sospechas
al campo del honor y los relojes
cimbreando el dolor de las estrellas.



Poema Racimos De Cielo de Teresa Domingo Català



La noche llora racimos de cielo
en su pliegue, de su sangre,
en el vértice mismo de su manto
con llamas negras como lágrimas.

La noche besa en incierto paso
al tiempo que surge entre la niebla.

Recóndita, la voz oscura
se asoma al precipicio.
Camina en círculos,
abrasando el nivel del agua.
Crea líquenes
al respirar su mismo aire.

Su piel es la fiebre que asola las luciérnagas,
el latido manso
de un árbol que cimbrea tempestades,
el matorral confuso de las horas.

Inclemente,
se arroja al disturbio de las voces,
palpa los pechos cenagosos del ayer,
irrumpe con el gatillo de la nada.

Y duerme,
perdido el miedo a la tiniebla,
en la pureza de sus días.



Poema Pérdida de Teresa Domingo Català



Llora el sol el camino hacia la noche
con sus párpados huidizos,
cerrando los ojos ante el día
que ambiciona el salitre del mar
y perpetuarse ciegamente
ante la noche.

El día queda devastado.

Imponente, el mástil nocturno se avecina,
con el caudal de las rosas oscuras
que transpiran el olor aciago
de los besos de una luz inmóvil.

Estudia la rotunda circunferencia
de una esfera inviolable y pura,
que abriga el cielo con un resplandor
de horas transidas de desvelo.

La noche vence
en el aquilatado rumor sombrío
de los pasos gigantes de la urbe,
donde dormimos sin mirar atrás
ensueños de penumbra dilatada.



Poema Niña de Teresa Domingo Català



Elevados los gemidos al secreto
en la fragua abisal, abigarrada,
del insomnio que desvela
a los árboles enraizados en el mar
que a los sueños pertenece.

Dime, noche,
por qué te ocultas en el fluir
de los ovarios de la oscuridad,
siempre madre de caballos
que se desvían amaneciendo
penumbras y amapolas.

Como un cisne negro
enredas tus alas en el enigma
vertical de los lirios mórbidos
que te apresan en sus pétalos líquidos
como nenúfares ardiendo
en un océano en llamas.

Te elevas como un dragón
escupiendo estrellas malabares
por tu boca de helechos y pizarra,
niña que las manos posa
en el acerado vientre de los cuernos
de una luna estéril.

Renaces, con el parto de ti misma,
como un acordeón que se despliega,
como una piel que se desnuda
ante una eternidad voluble,
que ni nos ama ni nos odia.



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