Poema Texto Surrealista de Antonin Artaud
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Poema Texto Surrealista de Antonin Artaud
El mundo fisíco todavía está allí. Es el parapeto del yo el que mira y sobre el cual      ha quedado un pez color ocre rojizo, un pez hecho de aire seco, de una coagulación de      agua que refluye.
Pero algo sucedió de golpe.
Nació una arborescencia quebradiza, con reflejos de frentes, gastados, y algo como un      ombligo perfecto, pero vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una      granada que derramaba también sangre mezclada con agua, que derramaba sangre cuyas      líneas colgaban; y en esas líneas, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.
Pero el aire era como un vacío aspirante en el cual ese busto de mujer venía en el      temblor general, en las sacudidas de ese mundo vítreo, que giraba en añicos de frentes,      y sacudía su vegetación de columnas, sus nidadas de huevos, sus nudos en espiras, sus      montañas mentales, sus frontones estupefactos. Y, en los frontones de las columnas, soles      habían quedado aprisionados al azar, soles sostenidos por chorros de aire como si fueran      huevos, y mi frente separaba esas columnas, y el aire en copos y los espejos de soles y      las espiras nacientes, hacia la línea preciosa de los seno, y el hueco del ombligo, y el      vientre que faltaba.
Pero todas las columnas pierden sus huevos, y en la ruptura de la línea de las columnas      nacen huevos en ovarios, huevos en sexos invertidos.
La montaña está muerta, el aire esta eternamente muerto. En esta ruptura decisiva de un      mundo, todos los ruidos están aprisionados en el hielo; y el esfuerzo de mi frente se ha      congelado.
Pero bajo el hielo un ruido espantoso atravesado por capullos de fuego rodea el silencio      del vientre desnudo y privado de hielo, y ascienden soles dados vuelta y que se miran,      lunas negras, fuegos terrestres, trombas de leche.
La fría agitación de las columnas divide en dos mi espíritu, y yo toco el sexo mío, el      sexo de lo bajo de mi alma, que surge como un triángulo en llamas.
Publicado en «La Révolution Surréaliste», N° 2 (1925)
Versión de Aldo Pellegrini
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