poemas vida obra v

Poema Vía Crucis de Cristina Peri Rossi



Cuando entro
y estás poco iluminada
como una iglesia en penumbra
Me das un cirio para que lo encienda
en la nave central
Me pides limosna
Yo recuerdo las tareas de los santos
Te tiendo la mano
me mojo en la pila bautismal
tú me hablas de alegorías
del Vía Crucis
que he iniciado
-las piernas, primera estación-
me apenas con los brazos en cruz
al fin adentro
empieza la peregrinación
muy abajo estoy orando
nombro tus dolores
el dolor que tuviste al ser parida
el dolor de tus seis años
el dolor de tus diecisiete
el dolor de tu iniciación
muy por lo bajo te murmuro
entre las piernas
la más secreta de las oraciones
Tú me recompensas con una tibia lluvia de tus entrañas
y una vez que he terminado el rezo
cierras las piernas
bajas la cabeza

cuando entro en la iglesia
en el templo
en la custodia
y tú me bañas.



Poema Volcán En Actividad de Consuelo Hernández



Aquí
derramando
sobre mi vasta mar
negro sobre blanco
delineo mi destino
pescando en el tintero
voces que nada dicen
estrujo las palabras
sin poder hallar
el sentido de mi pasar.

Busco un asidero
en esa frágil telaraña
donde día a día muero.
Entonces,
dónde estoy
a dónde voy
me atraen los imanes de la muerte
y me rescata la vida
en su juego rutinario.

No quiero morirme
sin ver la explosión de mis volcanes
el nuevo cráter que quedará
después de la ceniza y de la lava
cuando el fuego sea el fuego sosegado
que sólo yo
adentro lo atestigüe.



Poema Vancouver de Consuelo Hernández



«¿Por qué cuando dices Vancouver palideces?»
Agua donde un rostro se diluye
imborrable luz en los cristales
su transparencia me llama
como faro a la extraviada.

Señora del mar y la montaña
poblada de enigmas y sonrisas
en mi cuerpo de recuerdos se levanta
culebreando un remolino de nostalgias.

Ciudad donde los soles se derriten
con la lluvia sobre pinos centenarios
vine a robarle a sus bosques silenciosos
una estrella desierta que me alumbre.

Ahora, cuando la tarde es pátina de luz
y cansada me debato en la mitad de mi vida
regresa puntual
y transparente.
Hoy, precisamente, me salva su recuerdo.



Poema Ven A Mí Que Vas Herido de Concha Méndez



Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.

Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.



Poema Vine de Concha Méndez



Vine con el deseo de querer a las gentes
y me han ido secando mi raíz generosa.
Entre turbias lagunas bogar veo a la Vida.
Deja estelas de fango, al pasar, cada cosa…

Y hablo así, yo que he sido vencedora en mi mundo,
porque pude vencerme y vencer a deseo.
Pero no me he querido engañar inventándome
una imagen equívoca. Me forgé en cuanto veo…

No despierto a una hora que no traiga consigo,
en un sordo silencio, una queja enganchada.
Tiene el alma un oído que la escucha y la siente
y recibe esta queja con la pena doblada…



Poema Viento De Primavera de Claudio Rodriguez



Ni aún el cuerpo resiste
tanta resurrección, y busca abrigo
ante este viento que ya templa y trae
olor, y nueva intimidad. Ya cuanto
fue hambre, ahora es sustento. Y se aligera
la vida, y un destello generoso
vibra por nuestras calles. Pero sigue
turbia nuestra retina, y la saliva
seca, y los pies van a la desbandada,
como siempre. Y entonces,
esta presión fogosa que nos trae
el cuerpo aún frágil de la primavera,
ronda en torno al invierno
de nuestro corazón, buscando un sitio
por donde entrar en él. Y aquí, a la vuelta
de la esquina, al acecho,
en feraz merodeo,
nos ventea la ropa,
nos orea el trabajo,
barre la casa, engrasa nuestras puertas
duras de oscura cerrazón, las abre
a no sé qué hospitalidad hermosa
y nos desborda y, aunque
nunca nos demos cuenta
de tanta juventud, de lleno en lleno
nos arrasa. Sí, a poco
del sol salido, un viento ya gustoso,
sereno de simiente, sopló en torno
de nuestra sequedad, de la injusticia
de nuestros años, alentó para algo
más hermoso que tanta
desconfianza y tanto desaliento,
más gallardo que nuestro
miedo a su honda rebelión, a su alta
resurrección. Y ahora
yo, que perdí mi libertad por todo,
quiero oír cómo el pobre
ruido de nuestro pulso se va a rastras
tras el cálido son de esta alianza
y ambos hacen la música
arrolladora, sin compás, a sordas,
por la que se llegará algún día,
quizá en medio de enero, en el que todos
sepamos el por qué del nombre: «viento
de primavera»

«Alianza y condena» 1965



Poema Volcán De Mimbre (ix) de Claudia Herodier



El amor,
es del color
de mis sandalias.
¿Sabes?
A veces,
es raro sentirse:
¡Voy descalza!
Evito luciérnagas
caminantes,
piedras gritonas
a hombre
¿Sabes?

El amor,
es del color
de mis sandalias…
¡Voy descalza!



Poema Volcán De Mimbre (iv) de Claudia Herodier



Mariposa
arrastrada por un viento.
Por este viento vacío
que se durmió hace
años.
Arena movediza
en un pantano
desierto,
donde las aves cantan
despertando sueños.



Poema Vísceras Planetarias de Claudia Herodier



A Edmundo Barbero, mi padre

Cuánto diera por saber lo que tarda el agua
en convertirse en agua viva.
Plena de musgo, de algas, de trasparencia oscura al ojo
no avezado en la meteria.
Y cuánto diera de mí en el sabroso desgaste
hacia lo humano.
Hartarme de gente y no llenarme nunca. Ser el nuevo
metabolismo de la civilización
occidental, torturada cultura de las llagas
y mil púas invisibles saliendo por todos lados…
Me conmueve el no saber el hacia adonde de lo nuestro.
De lo que hemos hecho nuestro
sin propiedad, tan sólo porque existe una sangre
y unas células heredadas del inmenso pasado.
Y en esta incertidumbre visceral, a la que no he podido
acostumbrarme todavía,
continúo mi escrutinio y el hallazgo, es siempre permanente.

Nov. 7/1978 S.S.



Poema Vientos Y Voces de Claudia Casal Toledo



Siete vientos me hablaron de las noches
…No escuché lo que decían.
Estaba sorda de pies y manos,
muda de voces,
escurriéndome entre sábanas usadas.
No escuché… o no quería.
Bien recuerdo que esos vientos
susurraban imposibles,
historias de los astros destruidos,
explosiones mudas,
rupturas del alma…
Y que sé yo cuantas más cosas,
no escuché ni una palabra
(Y no quiero que me tilden de inconsciente)
Ninguna de las voces
habló de grandes luchas,
de vencedores e invencibles.
Ninguna dijo que muriera por ver vivir a un Angel,
que batiera mis alas impulsando mis virtudes,
que hasta en un basurero se ve reír a un gato.
Cómo puedo hacerles caso,
si tanto que dicen saber
y ni una de ellas… ni una sola voz
dijo tu nombre.
Cómo podría yo escuchar entonces.



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