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Poema La Memoria, Ese Alcázar (ii) de Santos Domínguez Ramos



La hora de los rabeles y los gatos, antiguos
y silentes guardianes de las puertas del templo.
Golpeas con una aldaba la entrada transparente
del tiempo. Igual que un sátrapa poderoso y altivo,
subes a los adarves para ver acercarse,
desde los arenales suaves del horizonte,
al mercader oscuro con la noche en los ojos.
Las lentas caravanas con los cedros del Líbano.



Poema La Memoria, Ese Alcázar (i) de Santos Domínguez Ramos



El pasado es arcilla que el presente
labra a su antojo. Interminablemente
.
J. L. Borges.

Con letras coloradas dibujas en el yeso
la geometría del verbo fugaz de los cometas,
la compleja gramática de la veleta, el álgebra
secreta de las hondas albercas del recuerdo,
el ajedrez violento de las conspiraciones
en los baños lustrales con eunucos ambiguos.



Poema La Aljaba Del Viajero (x) de Santos Domínguez Ramos



¿Estar en otro sitio…? El viaje verdadero
es aquel que se emprende sabiendo que ya nunca
volveremos al punto de partida, a la exacta
certeza de los puertos que dejamos atrás.
¿ Lo demás? Excursiones y argucias de la niebla.
El viajero cabal es el que nunca vuelve,
quien rompe las amarras y atraviesa la leve
espuma blanca y turbia que le unía al pasado,
el que rasga la túnica que ayer llevaba puesta.
El viaje verdadero consiste en no volver.



Poema La Aljaba Del Viajero (viii) de Santos Domínguez Ramos



Como la torre que en la costa aguarda,
cercada de palmeras y arenales,
el improbable ataque berberisco;
como la torre expuesta al oleaje
exacto y riguroso y erosivo
de los días y los soles implacables
Como esa torre tú, como esa torre.



Poema La Aljaba Del Viajero (vii) de Santos Domínguez Ramos



Cuando estabas mirando
las naranjas amargas de los huertos de Murcia,
el hijo de Ismaíl, el ciego del mercado
de dátiles de Málaga,
te ha tocado en el hombro para decir -y has visto
en su acento la tinta verde de la nostalgia:
– Si vuelves a Ispahán,
tráeme bulbos de nardos
azules como el mundo que ve quien se desmaya
y atardeceres rojos
detrás de las murallas de adobes incendiados
por la dulce almenara del cielo de poniente.



Poema La Aljaba Del Viajero (vi) de Santos Domínguez Ramos



Si vuelves a Damasco,
viajero, ponte un velo
delante de los ojos,
que el sueño aún no ha pulido
en los muros de adobe
la arista del dolor.
La madrugada, el gallo
de cobre por las cúpulas.



Poema La Aljaba Del Viajero (v) de Santos Domínguez Ramos



Los puentes van trazando su leve alegoría
del mundo:
los puentes se atraviesan
mirando el vado oscuro que dibuja en la orilla
la azul caligrafía del recuerdo,
sus pasadizos turbios, la trama del tapiz
con las uvas de Trípoli,
la taracea secreta que va labrando el agua
con ese empeño inútil que lleva hacia la nada.



Poema La Aljaba Del Viajero (ix) de Santos Domínguez Ramos



En esta noche de caballos negros
que galopan furiosos y van rompiendo nubes
con el sonido sordo que anuncia las tormentas,
ser, como Ulises, nadie;
y en alta mar sacarle
la hiel al tiburón fogoso del recuerdo.



Poema La Aljaba Del Viajero (iv) de Santos Domínguez Ramos



Los almuédanos ciegos con sus cinco llamadas,
como cinco punzantes aguijones de sombra,
te recuerdan hirientes y certeros los cinco
años de lanzas negras y estandartes de muerte,
de sueños intranquilos, nómada de las cuevas,
con el perro acezante del hambre en el costado.
A veces te despiertas y ves en las galeras
las banderas nocturnas, con dragones sangrientos
que braman tenebrosos en sus noches sin sueño.



Poema La Aljaba Del Viajero (iii) de Santos Domínguez Ramos



Como un leproso oscuro, también tú has escapado
bajo estrellas secretas, por sierras tenebrosas,
por ríos rigurosos y desiertos salados.
Has sufrido el estigma ardiente de los días,
la raíz tuberosa de los amaneceres,
el tiempo y los cimientos húmedos de la tarde;
la arcilla de los años, la aljaba del deseo,
las flechas con cicuta de la casa de Omar.



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