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Poema Segregación No 1 de Carlos German Belli



(a modo de un pintor primitivo culto)

Yo, mamá, mis dos hermanos
y muchos peruanitos
abrimos un hueco hondo, hondo,
donde nos guarecemos,
porque arriba todo tiene dueño,
todo está cerrado con llave,
sellado firmemente,
porque arriba todo tiene reserva:
la sombra del árbol, las flores,
los frutos, el techo, las ruedas,
el agua, los lápices,
y optamos por hundirnos
en el fondo de la tierra,
más abajo que nunca,
lejos, muy lejos de los dueños,
entre las patas de os animalitos,
porque arriba
hay algunos que manejan todo,
que escriben, que cantan, que bailan,
que hablan hermosamente
y nosotros rojos de vergüenza
tan sólo deseamos desaparecer
en pedacitos.



Poema Soneto Paranoico de Carlos Edmundo De Ory



Solo en el mundo con mi media oreja
y una cortada flor en el semblante
bajo a la mina honda del diamante
que no tiene raíz ni tiene reja.

Mas como soy del odio tenue abeja
manada de algún duende nigromante
peinaré de mi espalda el monte amante
y con heces de concha de la almeja.

Mi paranoia de Iolao y Averno
¡hola pato de oro hola marea
donde la mar merece su medusa!

Y creo que de cebra tengo un cuerno
y de llama una pata panacea
que se gasta en mi alma y que se usa



Poema Soneto A Greta Garbo de Carlos Edmundo De Ory



Ábreme las dos puertas de tu casa
quiero besar tu boca que me deja
adivinar el aire cuando pasa
tu corazón envuelto en una abeja

O bien decirme puedes qué te pasa
pálido rododendro triste y vieja
bajo la luna que te pone lasa
mientras te llueve el mundo en una oreja

Sin duda como sueles llorar lloras
Sin duda te desnudas a la luna
Sin duda de costumbre te adormeces

Quiero besar tu boca en esas horas
muertas que mueres tú también de una
supuración de amor algunas veces



Poema Solveig de Carlos Edmundo De Ory



I

Mi hija es una hoja de nieve
desde los pies a la cabeza
En Delfos se me dijo por la Pitia
que iba a ser mío un blondo bebé
y no un cachorro como engendro oscuro
Pues yo no soy ni perro ni elefante
sino animal con alas y sueño
animal que espera el mañana
y lava el mundo con la luna
que me cayó en la mano

El suelo de mi casa está limpio
como el cabello de mi esposa
Con ella subí a una torre
por las escalas de la luna
y a ti te dimos nombre

Nacer es ya un principio del fin
Y a ti te dimos nombre

II

Abuela de los pétalos
ya tiene un año de aire
habla canta y se divierte
y nos columpia el alma
Querube de abolengo eres
y eres vida día y noche
Cada pestañeo tuyo
es como un pez que crece
¿Quién soy yo que me prestan
los ángeles sus muñecas?

Plomo en los pies quiero ponerte
cuando me vaya al país natal
donde no hay rastro de polvo
para que no te corra sin mi ira
el huracán del mundo

III

Mi niña es tallo
la flor de la superación
Mi niña es levadura
Ella también es yema
y sobre todo llama o fuego del cielo
Nada temas padre cantor
ella es ella es lo que es
ángel continuo y de raíz
y carne desnuda de viento ligero
Dulce algodón visible y muscular
pirámide de molécula
que a la fuerza interviene y se sitúa
desde los brazos de su madre
?mi esposa llena de cucharas limpias?
en la úlcera del mundo
El mundo can que aúlla catástrofe
ciego en los arrecifes
cojo entre los escollos
la cola entre las piernas

IV

Nada temas Solveig pasa
la pluma de su mano por tu temblor paterno
Ese peso de lágrimas y de risa
llena el saco de nuestra vida

Ya trota y huella la tierra
Ya nos llama con su hato de sílabas
Ya su mímica vale la vida
Ya la vida vale su música
Ya sus gritos de gran ópera
sacuden los árboles del silencio

V

Oigo su voz sin nido todavía
en la laringe armónica
Y tu madre se mete en la cocina
para inventar pasteles
Dios firme la paz sobre nuestras cabezas
y tú que no eres sino un relámpago
un relámpago en mis brazos
yerba humana crecida en el alba de oro
y viceversa alba de oro
crecida en la yerba humana
me has vuelto al reino invencible
de inocencia y bondad

VI

Ella es la piel de mi alma
como su madre es la carne
Toda ella es mía y ella es mi mitad
La otra mitad es de cosa mía
Entonces tiene que vivir
Estrella de pelo dorado
Pitiminí del universo
Luz de todas mis letanías
y de todas mis metáforas



Poema Serenata de Carlos Edmundo De Ory



Verdad que la mujer tiene siempre deseos
¡Oh rito infranqueable la mujer tiene brazos!
Con frecuencia la miro deseando comprenderla
cuando zumba el ataúd diurno del amor.
La corriente de sed se aplaca en sus dos pechos
La mujer con su costra de silencio se embarca
en una triste y lenta marejada de olvido
La noche es otra tumba que en su ser se coloca
Con frecuencia la miro con frecuencia la toco
y sus ropas de llanto me despiertan la muerte
Y sus ropas de tela y sus telas de almíbar
me despiertan la vida me despiertan y duermen
¡Oh cortina furiosa constante y enemiga!
No puedes ya volar sin un temblor debajo
Quiero apretar tus dedos melosos y algo turbios
Quiero besar sus besos y quiero estar tus noches.
Nos separa una vida de color del desierto
Nos espera una historia de sollozos y gozos
Ya me ves ya me oyes nos estamos amando
Nunca están separados los lejanos lejanos.
Los lejanos se encuentran y tus grandes suspiros
lloverán como ampos azules sobre el polvo
Odio los besos dados odio el ancla en los cuerpos
Porque espero la boca repitiendo tus labios.
Pero te veo plena de lujos misteriosos
Te cubre a ti una negra y transparente nube
No miras a esta clase de seres más que lejos
Mientras sola debates tu pálida locura.
Verdad que la mujer tiene siempre deseos
Mentira que me quieres oh reina de la dicha
Oh reina de la dicha oh misérrima madre
Oh misérrima dicha oh desolado imperio.



Poema Sabor de Renée Ferrer



Sobre la lengua
la memoria salada de tus ojos
y los zumos del beso.

Sobre los pliegues de la lengua
el desolado gusto de la ausencia,
la candente sazón de nuestro aliento.

Sobre la penumbra de la lengua
no tanto la dulzura entrelazada
sino el ácido febril del mordisqueo.

Sobre mi lengua alfarera
la posta de tus ojos insomnes,
el largo itinerario de tu cuerpo.

Sobre la lengua
el metálico sabor de tu deseo.

Mayo de 1994



Poema Subida Al Amor de Carlos Bousoño



Mira los aires, alma solitaria,
alma triste que sola vas gimiendo.
Asciende, sube. Amor te espera.
La cima es alta. Escaso, el aparejo.

Aleteante, temblorosa y blanca,
te veo subir con retenido esfuerzo.
Hoy llega el sol donde hasta ayer la luna.
Llega la luna donde ayer el cierzo.

Al fin la vida con la luz se aclara.
Al fin la muerte con la luz ya se muerto.
¡Cantan las cumbres y los valles! ¡Cantan
los siempre vivos a los nunca muertos!

Cara con cara junto a Dios, escuchas
vibrar los aires y vivir los sueños.
Vida con vida, luz con luz amada,
y cielo, humano, en el amor, con Cielo.

Bajar la luz de amor, la luz de vida
lenta en los aires minuciosos siento.
Fundida luz de Dios con luz del alma.
Qué claridad de pronto. Qué silencio.



Poema Se Me Ha Perdido Un Hombre de Carilda Oliver Labra



Se me ha perdido un hombre.

Y lo busco por cifras y guitarras,
por rostros y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.

Se me ha perdido un hombre.

Y me he quedado temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.

Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
¿A quién le importa si su mirada
ha derrotado al tiempo?
¿A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?

Se me ha perdido un hombre.

Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican,
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.

Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en la grandeza de criatura,
en cómo miraba Venus al atardecer,
en cómo cayó en la trampa.

Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme
el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.

Se me ha perdido un hombre.

¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto…
Siento frío.
Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras.
No tengo flechas ni radares.

¿Dónde está?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?



Poema Societas Pandari de Gabriel Ferrater



«Tanto como ríen las chicas. En la duda,
ríen: no saben cómo les puede tocar
pagar la deuda que nunca han prometido,
pero conocen que esperamos cobrarla
de ellas sólo. ¿De ésta, tú? Si quieres
cobrarte la deuda que no cobré
y hacer trozos una culebrita de risa,
yo te dejaré la llave de mi estudio,
donde no habrá nadie. »
«Diez años más joven
que yo. Diez años todavía no pasados
midiendo uno con otro los bastoncitos:
las decencias (suya y de las demás),
los afectos y los pactos. Yo te diré
cómo puedes persuadirla a que te acepte,
que comience a aceptar. Tú la harás
sufrir, y aprenderás mucho. Después, cuando sepas
cómo se vuelve una mujer hacia ser feliz,
un día que hablemos, quizá seré
yo quien te escuche. »
«Aquí tienes dinero
para que pises bien fuerte, y te olvides
de que no has visto nada claro. Si en ella observas,
llanuras allá, cómo trota tu orgullo,
entra ahí, atraviesa, y ata el asno arisco.
Corta caminos por este cuerpo, y bebe,
fresca para ti, la súplica de los ojos.
Cuando vuelvas, entrarás en tu reino:
hombre hecho hombre, vendrás con los hombres.»
Isis de plata, ¿oyes lo que te pido?
La cara de León para los que han hablado.

Versión de José María Valverde



Poema Signo de Gabriel Ferrater



¿Qué pincel de Oriente
obedecéis, que os dibuja
un signo de caricia?
Líneas de un cuerpo y otro
no se separan. Dejad
que os avenga el abrazo
estupefacto. La mano
se te dobla lejos. U n pie
te oprime la cara.
¿Ves
que ella no lo leerá
como tú, el ideograma
del instante, el trazo impulsivo
que os aprieta este nudo?
Ella calca un fantasma.
Tú complicas recuerdos.
Ríe de haberlo osado.
Ríes de que quiera, flexible,
ir siguiéndolos contigo.

Versión de José María Valverde



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