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Poema Suele Suceder… de Luis Raúl Calvo



I

Suele suceder que el tiempo

transforme los recuerdos

en otros recuerdos

las miradas en otras miradas

las sospechas en otras sospechas.

Cada familia celebra sus ritos

cotidianos, crea de la nada

sus propios fantasmas, inventa

por las noches monstruos clandestinos.

De esa lúgubre orfandad, venimos

a este mundo, para iniciar

un extraño pacto con la vida.

III

Nunca sabremos con total certeza

cual fue el ojo de la mirada

que cautivó nuestros sentidos.

Tampoco será fácil reconocer

el ojo que condenó a perpetuidad

estos rutinarios actos.

Lo que sí corroe con furia

los bajos fondos del alma

es esta libertad a medias

a que nos condujo ciegamente

ese ojo, esa mirada.

IV

Pensemos un poco en nuestra infancia.

(Pensar es una forma de retornar

a lo sagrado.)

El viejo sabio decía: ?Imagina que

del otro lado del portón hay otras

verdades. También, claro, otras mentiras.?

Uno regresaba pálidamente a su casa

y miraba una y otra vez ambos lados

del portón.

Ahí comprendíamos para siempre

que en realidad no hay peor estado

para el hombre, que la sospecha

que encubre otras sospechas.

XII

Ese hombre que hoy duerme

en medio de la calle

alguna vez supo disfrutar

de los placeres terrenales.

Amó a dóciles mujeres

bebió finos licores

dilapidó lo propio

y lo ajeno, como queriendo

negar aquello de que

nada es eterno en la vida.

En otros tiempos

al ver a otros hombres

durmiendo como él duerme ahora

solía repetir en voz alta:

?Algo habrán hecho

para merecer esto.?

XIII

Esa dulce muchacha que reía

y le hablaba a los pájaros

(?La vida es bella??)

callaba cuando ellos

dejaban de cantar.

Una mañana los vio morir

al costado de un árbol caído.

Nunca mas se supo de ella

pero corría el rumor

en el barrio

que en un loquero de Barracas

ella inventaba pájaros

para seguir ejerciendo

su antigua manía.

También se comentaba

que les susurraba

una y otra vez:

?No hay nada más amargo

que el sabor de la derrota?.



Poema Señales De Alarma de Luis Raúl Calvo



Hay una historia personal en el fondo del vacío

los rasgos de la infancia son la ausencia

de toda presencia.

Hay una suma de datos registrados como meros

prontuarios, una acumulación de hechos

que trascienden la humedad de las formas

el peso del color, o la longitud del párpado.

En ese territorio aborigen desnudamos la huella

del recuerdo y la convertimos en señal de

alarma

para futuras deserciones.

Pero ¿Quién abandona a quién cuando dos

cuerpos

se separan y se instaura el olvido?

¿Quién derriba la capa de oxígeno y transforma

la identidad de un rostro en desoladas

convenciones?

Acaso presentimos que un beso es más que

un beso

cuando el hielo nos tapa en las luctuosas

noches

de misa y arrastramos los restos de memoria

el imaginario creado para aceptar

que el nombre puesto es una tácita derrota

que debemos velar, como se vela a un muerto

en los ascensores de luto.



Poema Suspiros Tristes, Lágrimas Cansadas de Luis De Gongora



Suspiros tristes, lágrimas cansadas,
Que lanza el corazón, los ojos llueven,
Los troncos bañan y las ramas mueven
De estas plantas, a Alcides consagradas;

Mas del viento las fuerzas conjuradas
Los suspiros desatan y remueven,
Y los troncos las lágrimas se beben,
Mal ellos y peor ellas derramadas.

Hasta en mi tierno rostro aquel tributo
Que dan mis ojos, invisible mano
De sombra o de aire me le deja enjuto,

Porque aquel ángel fieramente humano
No crea mi dolor, y así es mi fruto
Llorar sin premio y suspirar en vano.



Poema ¿son De Tolú, O Son De Puertorrico de Luis De Gongora



¿Son de Tolú, o son de Puertorrico,
Ilustre y hermosísima María,
O son de las montañas de Bujía
La fiera mona y el disforme mico?

Gracioso está el balcón, yo os certifico;
Desnudadle de hoy más de celosía.
Goce Cuenca una y otra monería,
Den a unos de cola, a otros de hocico.

Un papagayo os dejaré, señora
(Pues ya tan mal se corresponde a ruegos
Y a cartas de señoras principales),

Que os repita el parlero cada hora
Como es ya mejor Cuenca para ciegos,
Habiéndose de ver fierezas tales.



Poema Soledades de Luis De Gongora



al Duque de Béjar

Pasos de un peregrino son, errante,
Cuantos me dictó versos dulce Musa
En soledad confusa,
Perdidos unos, otros inspirados.

¡O tú que de venablos impedido
?Muros de abeto, almenas de diamante?,
Bates los montes que de nieve armados
Gigantes de cristal los teme el cielo,
Donde el cuerno, del eco repetido,
Fieras te expone, que ? al teñido suelo,
Muertas, pidiendo términos disformes?
Espumoso coral le dan al Tormes!:

Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero,
Sangre sudando, en tiempo hará breve
Purpurear la nieve;
Y, en cuanto da el solícito montero,
Al duro robre, al pino levantado
?Émulos vividores de las peñas?
Las formidables señas
Del oso que aun besaba, atravesado,
La asta de tu luciente jabalina,
?O lo sagrado supla de la encina
Lo Augusto del dosel, o de la fuente
La alta cenefa, lo majestuoso
Del sitïal a tu Deidad debido?,
¡O Duque esclarecido!
Templa en sus ondas tu fatiga ardiente,
Y, entregados tus miembros al reposo
Sobre el de grama césped, no desnudo,
Déjate un rato hallar del pie acertado
Que sus errantes pasos ha votado
A la real cadena de tu escudo.

Honre suave, generoso nudo,
Libertad, de Fortuna perseguida;
Que, a tu piedad Euterpe agradecida,
Su canoro dará dulce instrumento,
Cuando la Fama no su trompa al viento.



Poema Sobre Unas Altas Rocas de Luis De Gongora



Sobre unas altas rocas,
Ejemplo de firmeza
Que encuentra noche y día
El mar, estando quedas,
Aquel pescadorcillo,
A quien su ninfa bella
Dejó el año pasado,
La red sobre la arena,
¡Oh, cómo se lamenta!

De una parte las aguas,
De otra parte las fieras,
Y de entrambas el viento
Le escuchan y se enfrenan;
Que a todas ellas hacen
Igual sabrosa fuerza,
Lo dulce de la voz,
La razón de las quejas.
¡Oh, cómo se lamenta!

«¿Hasta cuándo, enemiga,
Competirá en dureza
Tu duro corazón
Con las más duras piedras?
¿Hasta cuándo harás
Al son de mis querellas
Lo que al latido hace,
De los canes, la cierva?»
¡Oh, cómo se lamenta!

«Hoy hace, ingrata, un año
Que huyendo ligera,
No te conoce el suelo,
Y atrás el aire dejas;
Hoy hace un año, ingrata,
Que el mar, como por pena
De que tú no las pisas,
Azota estas riberas».
¡Oh, cómo se lamenta!

«Tu vuelo en todo el mundo,
Por olas o por tierra,
Lo más ligero alcanza,
Lo más libre sujeta.
Si aquesta se te escapa,
Di, Amor: ¿qué te aprovechan
Los vuelos de tus alas,
Las puntas de tus flechas?»
¡Oh, cómo se lamenta!



Poema Servía En Orán Al Rey de Luis De Gongora



Servía en Orán al Rey
Un español con dos lanzas,
Y con el alma y la vida
A una gallarda africana,

Tan noble como hermosa,
Tan amante como amada,
Con quien estaba una noche
Cuando tocaron al arma.

Trescientos Cenetes eran
De este rebato la causa,
Que los rayos de la luna
Descubrieron sus adargas;

Las adargas avisaron
A las mudas atalayas,
Las atalayas los fuegos,
Los fuegos a las campanas;

Y ellas al enamorado,
Que en los brazos de su dama
Oyó el militar estruendo
De las trompas y las cajas.

Espuelas de honor le pican
Y freno de amor le para;
No salir es cobardía,
Ingratitud es dejalla.

Del cuello pendiente ella,
Viéndole tomar la espada,
Con lágrimas y suspiros
Le dice aquestas palabras:

«Salid al campo, señor,
Bañen mis ojos la cama,
Que ella me será también,
Sin vos, campo de batalla.

Vestíos y salid apriesa,
Que el general os aguarda;
Yo os hago a vos mucha sobra
Y vos a él mucha falta.

Bien podéis salir desnudo,
Pues mi llanto no os ablanda,
Que tenéis de acero el pecho,
Y no habéis menester armas.»

Viendo el español brioso
Cuánto le detiene y habla,
Le dice así: «Mi señora,
Tan dulce como enojada,

«Porque con honra y amor
Yo me quede, cumpla y vaya,
Vaya a los moros el cuerpo,
Y quede con vos el alma.

Concededme, dueño mío,
Licencia para que salga
Al rebato en vuestro nombre,
Y en vuestro nombre combata.»



Poema Señora Doña Puente Segoviana de Luis De Gongora



Señora doña puente segoviana,
Cuyos ojos están llorando arena,
Si es por el río, muy enhorabuena,
Aunque estáis para viuda muy galana.

De estangurria murió. No hay castellana
Lavandera que no llore de pena,
Y fulano sotillo se condena
De olmos negros a loba luterana.

Bien es verdad que dicen los doctores
Que no es muerto, sino que del estío
Le causan parasismos los calores;

Que a los primeros del diciembre frío,
De sus mulas harán estos señores
Que los orines den salud al río.



Poema Segundas Plumas Son de Luis De Gongora



Segundas plumas son, oh lector, cuantas
Letras contiene este volumen grave;
Plumas siempre gloriosas, no del ave
Cuyo túmulo son aromas tantas:

De aquel sí, cuyas hoy cenizas santas
Breve pórfido sella en paz suave;
Que en poco mármol mucho Fénix cabe,
Si altamente negado a nuestras plantas.

De sus hazañas, pues, hoy renacido,
Debe a Cabrera el Fénix, debe el mundo
Cuantas segundas bate plumas bellas.

A Cabrera español Livio segundo
Eternizado, cuando no ceñido
De iguales hojas que Filipo estrellas.



Poema Soledad (v) de Luis Cardoza Y Aragón



Yo canto porque no puedo eludir la muerte,
porque le tengo miedo, porque el dolor me mata.
La quiero ya como se quiere el amor mismo.
Su terror necesito, su hueso mondo y su misterio.

Lleno del fervor de la manzana y su corrosiva fragancia,
lujurioso como un hombre que sólo una idea tiene,
angustiadamente carnal con la misma muerte devorante,
yo me consumo aullando la traición de los dioses.

Soledad mía, oh muerte del amor, oh amor de la muerte,
que nunca hay vida, nunca, ¡nunca! sino sólo agonía.
En mis manos de fango gime una paloma resplandeciente
porque el amor y el sueño son las alas de la vida.

Me duele el aire… Me oprimen tus manos absolutas,
rojas de besos y relámpagos, de nubes y escorpiones.
Soledad de soledades, yo sé que si es triste todo olvido,
más triste es aún todo recuerdo, y más triste aún toda esperanza.

Porque el amor y la muerte son las alas de mi vida,
que es como un ángel expulsado perpetuamente.



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