poemas vida obra p

Poema Playa de Manuel Altolaguirre



A Federico García Lorca

Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Sobre la arena tendido
como despojo del mar
se encuentra un niño dormido.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.

Y más allá, pescadores
tirando de las maromas
amarillas y salobres.

Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.



Poema Pobre Flor de Manuel Acuna



?«¿Por qué te miro así tan abatida,
pobre flor?
¿En dónde están las galas de tu vida
y el color?

»Dime, ¿por qué tan triste te consumes,
dulce bien?»
?«¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco
de un amor,
que me fue consumiendo poco a poco
de dolor!
Porque amando con toda la ternura
de la fe,
a mí no quiso amarme la criatura
que yo amé.

»Y por eso sin galas me marchito
triste aquí,
siempre llorando en mi dolor maldito,
¡Siempre así!»?
¡Habló la flor!…
Yo gemí… era igual a la memoria
de mi amor.



Poema Promesa de Manlio Argueta



Juro no alzar la voz. No sublevarme.
No decir la verdad cuando nos duela.
Ofrecer la mejilla cada vez
que me ofendan. A los pobres
daré limosnas. Comeré pan duro
para ser bueno con todos.
Sólo dinero (pues no tengo nada)
no habré de repartir… Después morir
tranquilamente libre de pecados,
de bronconeumonía o de un callo
en el pie
o de un catarro en el alma.

1966.



Poema Post-card de Manlio Argueta



Mi país, tierra de lagos, montañas y volcanes.
Pero no vengas a él
mejor quedas en casa.
Nada de mi país te gustará. Los lirios no flotan sobre el agua.
Las muchachas no se parecen a las muchachas de calendarios.
El hotel de montaña se cuela como una regadera.
Y el sol ¡ah, el sol! Si te descuidas te comemos en fritanga.
Los niños y los perros orinan en las puertas de las casas.
Los mendigos roban el pan de los hoteles:
puedes morirte de hambre,
puedes morirte de cólera,
nunca de muerte muerte.

Luego los francotiradores, las bombas en los automóviles,
los puentes dinamitados.
Cierra la puerta a las tres de la tarde.
Con dinero no salgas a la calle, no te pongas reloj:
puede salirte un ladrón
y timarte con el premio de la lotería.
¡Ah, y cuida de decir que mi país es una mierda,
te amarraríamos a un poste de la esquina y te violaríamos,
después te sacaríamos las tripas de una cuchillada!
Cuida que no te coja un cambio de gobierno,
¡válgame Dios! Mejor quedas en casa.
Pero mi país es tierra de lagos, montañas y volcanes.
Si sales dos kilómetros fuera de la ciudad
te encontrarás con tigres y culebras,
con avispas ahorcadoras, escorpiones, arañas.
Es preferible estar en la ciudad
y respirar el humo de los autobuses.
Escuchar el klaxon de los automóviles
o el pregón de los vendedores ambulantes.

Mi país, tierra de lagos, montañas y volcanes.
Pero no vengas a él si deseas conservar la vida.
Puede morderte una culebra.
Puede comerte un tigre.
Mejor quedas en casa y no gastas en hotel ni en avión.
Te sacaríamos los ojos y te los comeríamos.
O una bomba, una bala perdida, una flor con dinamita.
Y tus huesos comidos por las hormigas…
Y tus huesos comidos…
Y tus huesos…y tus…y…



Poema Poema 34 de Magali Alabau



El sueño recurrente.
Llego a la isla.
Un valle de mar rodeado por un muelle
Oscuro el amanecer
Un avión aterriza
y deambulo buscando.
Hay que montarse al avión.
Se va.
Busco a alguien
no sé a quién
El mar
El avión arranca.
Aterrada lo miro
Sola en la isla, en un muelle



Poema Poema 2 de Magali Alabau



El agua callada ladra
quietamente,
los ojos, serenos guardas, vigilan
soledades errantes.
Un perro husmea la nieve dura y seca.



Poema Poema 13 de Magali Alabau



Desgajados los ojos
chorrean de lo gris lo blanco.
La ventana es un vaso rectangular
donde nada un papel con palabras.
Las manos deslizándose sobre la superficie lisa
una ofrenda al tiempo.
Los ojos desgajados mirando la ventana
convierten todo en blanco.
Viajes al papel sin líneas,
austero el día de palabras cuajadas.
melancolía es lo gris chorreando blanco.



Poema Poema Al Astro De Luz Memorial de Macedonio Fernandez



Poema a la memoria en lo astral

(Yo todo lo voy diciendo para matar la muerte en «Ella»)

TESIS: Es más Cielo la Luna que el Cielo, si una Cordialidad de la Altura es lo que buscamos.

Astro terranalicio de la luz segunda
astro terranalicio de la luz dulce
que con aventura extraña visitas las noches de la tierra, unas sí y otras no, pero siempre de una noche para otra con diversa libertad de visita, siempre o más breve o más detenida
y cada serie de tus visitas comienzas tímidamente y mitad decreces noche a noche y mitad decreces noche a noche, haciéndote un visitante diferente de noche en noche, para en mínimo ser cual comenzaste partir a un no volver de algunos días.

Astro terranalicio de un día sí y otro no, de una vez más y otra menos, pero que no dejas nunca de serlo.

¿Para qué astro eres entonces visita de sus noches, pues no eres terrenal en tus ciertas ausencias, o es que los otros días piensas en ti sola como sólo en la tierra en las noches de tu plena luz?

Dile a un poeta que no lo sabe todo, si está hecha tu ausencia con un pensar en ti, o quizá con un lucir a otro. Porque poeta es saberlo todo.

Trechos de tu órbita la tierra no los sabe, y ella tan cierta está de algún imposible tuyo para tenerse en sus noches y este amor alternante no se enduda, en tanto en mí, hombre de continuidad en humano amor me puso incurablemente en sospecha.

Pero te amamos tanto, astro de la luz segunda, tu dulce luz tanto amamos memorizando a la tierra el sol no presente con tu luz recuerdo; yo al menos te amo tanto, que cuando vuelves ceso de creer en tu ausencia de ayer y de otros días. También como la tierra, yo creo que sólo por imposible ayer no estabas.

Astro memorioso que esmeras un día de cada dos en tocar de diurnidad la noche terrenal, cual si supieras que la memoria solar de la tierra solaricia es desfalleciente de un día a otro alternado día y si antes y después le has de hacer noches diurnales a la tierra y lo haces tú, tú que no tienes olvido por ausencia, tú que ausente por noches fías en la memoria de ti por la tierra, inquiétaste por la memoria solar de la tierra.

Tutora de la fidelidad terrenal al recuerdo del sol, en eso eres solaricia; pero eres terranalicia en tu fidelidad de compañía a la órbita de la tierra.

He comprendido un misterio tuyo pero éste no.

Terranalicia tú, solaricia la tierra ¿es que velas por toda la memoria en el mundo y amas más las memorias, por más reales, que los presentes? Aquí callo sin comprender.

¿O es que no nos vienes en tu amor sino en un menos amor y en principal cuida del amor solario de la tierra?

Cuando te veo recién arribada, alcanzado por ti nuestro borde, pareciendo vacilar allí y como a emprender un rodar a lo largo del horizonte por gustarlo, y luego te pliegas a un ascenso ¿qué nos quieres decir así?

Quedemos sin saberlo hoy también; mañana, más tarde ?para qué son nuestros días sino para trabajar más y otra vez los misterios? más enérgicamente, en buena hora de mi espíritu contemplaré, escucharé el misterio de tu sentido en el misterio todo.

Cuando tú quieres ser el ojo del ciprés y con un mirar obseso aferras nuestra contemplación debemos comprenderte dolorida, tanto como cuando nosotros en un no poder ya resistir nos revolvemos como tú ahora
oh único astro que mira
(pues todos los otros saetan ásperos de chispas que nunca miraron).

Oh único astro de mirada,
nos revolvemos clamando hacia el no ser.

Y ya ahora te desprendiste del follaje y tiendes hacia el horizonte,
te serenas, vagas
y cuando la nubecilla en gran viento flota, te aguzas flecha disparada de ella vertiginosa
para detenerte, serenarte cunado huiste bastante de aquel pasajero copo al que le opusiste tu fuga, caprichosa triste
y complacida de tu juego y nuestro asombro, nos encaras con ligereza
y en fin vas cayendo con ladeado mirar distraído hacia el borde del mundo.

Y ya te fuiste, con tus pobres dichas y quejas.
En toda la andanza, sólo en el perfil de los cipreses lloraste, y tanto que pediste nuestra piedad.
Y ahora por faltar tuyo un cielo sin mirada en las noches,
ahora sólo habrá astros que agitan, no tú que acompañas.

Oh, sí, acompañas
con cuántas gracias saltas de copa en copa siguiéndonos entre los árboles con tus saltitos de luz a sombras.

El único mirar dulce que viene de lo alto es el tuyo
el chispear del viaje de indiferencia de las otras estrellas molesta y agita, y no nos mira.

Heridos de ellas, corremos a ti cuando apareces
y con dolor nuestro comienza la ausencia tuya.

Sí; porque pudiera que el móvil chispear de las estrellas sea dolor como hay dolor en nosotros
pero es que tú, luna, que también sufres, miras y acompañas.

Eres más sabia o afortunada en la mitigación participante.

Qué es la luna no lo sabemos hombres y aun artistas y poetas, qué sentido tiene su ser y sus modos, su adhesión a la tierra, su seguimiento al sol, su mediación mnemónica entre la tierra y el sol y por qué quiere hacer diurnales unas y no otras de las noches terrenas, y tantas cosas más neciamente explicadas, que de ella ignoramos pero que sólo puede explicarlas la doctrina del misterio.

Que el sol te atrae, que la tierra también, que recibes la luz del sol y sin amor, por fuerza la reflejas a la tierra, éstas no son explicaciones; no se nos dice por qué el sol brilla, por qué en torno suyo gira la luna en torno de la tierra, ya que pudo ser otramente; por qué hay una luz interceptable, por qué hay una luz que tiene sombras, por qué ceden a su paso unas cosas y otras no y hay lo opaco y lo traslúcido.

Mecánica dirá por qué, pero yo no pregunto sino para qué razón para el alma, pues conciencia se anula si admite un mundo rígido, y todo el porqué físico no es más que decirme el antes de algo, o sea una evasión no una respuesta.

Lo que anhelamos explicar es qué debemos sentir y adivinar ante estos hechos, ante el comportamiento lunar, qué nos quiere decir y de qué manera concierta con el misterio total único. La espontaneidad, el acontecer libre, no es una respuesta; es un renunciamiento explicativo.

Todavía no poeta, no soy poeta, no hay poeta, pues de eso no se sabe. Hasta ahora, pues, sólo vivimos.

Debió enseñarsenos y debimos entenderlo antes que nuestro saber ignorado innato y luego nuestro acto nos hicieran gustar por primera vez el pecho materno. ¿Pero cómo, se dirá, ha de esperar el niño a conocer el sentido de la luna para empezar a nutrirse, si en tanto morirá? ¿Pero por qué, digo yo, ha de precisar nutrirse antes de entender el sentido de la luna y se ha de morir si deja lo uno por lo otro? La ciencia nada explica, es evidente; pero el poeta no lo dijo nunca tampoco, aún.

Y yo miraré la próxima luna todavía sin entenderla.

Oh luna, que puede amarse, bien me pareces pobrecita del cielo.



Poema Para Contar Cualquier Historia… de Luzmaría Jiménez Faro



Para contar cualquier historia vieja. Para que el tiempo
reconozca que sangre, o grito, o verso es vida. Para de-
cir tu nombre y no caer en un proyecto de monotonía. Pa-
ra que las flores de Baudelaire encuentren esa capacidad
de asombro y abrir al hombre a una memoria compartida.
Para que las palabras que evitan desangrarse pierdan esa
solemnidad de pompas de jabón. Para que este dolor de
piedra y ala que se alza desde el pecho hasta la luna
encuentre la cicatriz precisa. Para que este miedo con
percusión oscura de campanas se seque al sol. Para que
esto y aquello no se nos vuelva añicos, debemos usar
algo la locura.

Detesto a las abejas desde niña porque jamás poseerán
los mares.



Poema París, Desvelos Y Quebrantos de Luisa Futoransky



un timbrazo
anónimo
imperioso
miserable
en la madrugada
me tropieza
de renovados
temores y temblores
insomnio sin paz
del solo
y sin embargo
qué hermosas las ciudades cuando despiertan
ingobernables
lagañosas
adormiladas
negociando borrando
latrocinios
los grados todos del gris
al amarillo violento del neón

soy tierra prometida
en París, la impostura
soy rosa estaqueada y a merced
de las corrientes
instrumento marino
me llaman la blancura de Jutlandia
los azahares de Heraclion y de Minori
me enrosco y concentro en los rieles del elevado
en lo más sombrío de cada pétalo
origen de mi origen
sangrada a blanco
media luna de la uña
pétalo, puente pestaña a pestaña
mentira a mentira, hasta
la artrosis ceguera casi
totales
¿por qué no ya mismo Dakar
o Bamako?
navega gaveta de los sueños
mía
la más mía
cintita celeste desvahida
para anudar cartas y fotos
atajo y hatillo
de mi muerte al otro siglo
que espío
como Moisés con las Tablas de la ley
con la toga refrescante
al aire del sur

Déjame déjeme entrar
un cachito,
¿querés, quiere?

Soy Colón, Vespucci, una grieta en el parquet
una fisura en la pared
un viento en la botella
de las mil
de la uniquísima noche de más
de yapa
de nada
de hierba
pasto alto
palo
largo
enjambre de estambres
de polen y pistilos
cual piuma
piuma al huracán
ojo de ciclón
y brisa de fatiga
que llega boqueando
como puede al amanecer

Estrellita
mirame
la más pequeña infinita
unidad de lo que respira

a la retranca
ainda/ainda
la correa transmite
empecinada el embrión de la alegría
o la mera esperanza
dame, dale
a la tan atribulada
que soy



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad