poemas vida obra n

Poema Nocturno de Leopoldo Marechal



En el gastado corazón del Tiempo
se clavan las agujas de todos los cuadrantes.

Hay un pavor de soles que naufragan sin ruido:
la noche se cansé de enterrar a sus mundos.

¡Llora por los relojes que no saben dormir!
Las campanas se niegan a morder el silencio.
Tras un rebaño do horas
gastaron sus colmillos de bronce las campanas…

¡Ahora comprendo el viaje de tus cosas!
El sol ya no quería romperse en tus banderas.
Para mullir tu fuga, en el camino,
se desplumaron todas las águilas del viento.
Tus pasos clavetean
un gran tapiz de lejanía…
Son pájaros furtivos tus recuerdos:
amaban grandes ríos arbolados de muerte.

¡Estuche de palabras
donde guardar el roto muñeco de los años!
Nuestras anclas no muerden el fondo de las horas.
Los péndulos cabeceantes
dibujan negativas en la noche.

¡Tierra que nunca se gastó en mis pasos!
¿Qué historia contaremos a los días?
¿Cómo arriar el velamen
de las mañanas, ávido remero?

¡Todo está bien, ya soy un poco dios
en esta soledad,
con este orgullo de hombre que ha tendido a las cosas
una ballesta de palabras!



Poema Nocturno de Leopoldo Lugones



Grave fue nuestro amor, y más callada
aquella noche frescamente umbría,
polvorosa de estrellas se ponía
cual la profundidad de una cascada.

Con la íntima dulzura del suceso
que abandonó mis labios tus sonrojos,
delirados de sombra ví tus ojos
en la embebida asiduidad del beso.

Y lo que en ellos se asomó a mi vida,
fue tu alma, hermana de mi desventura,
avecilla poética y oscura
que aleteaba en tus párpados rendida.



Poema Nadie Fue Ayer de Leon Felipe



Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.



Poema Nocturno N° 2 En Mi Bemol de Leon De Greiff



(Scherzo Serloso)

I
Tiro los dados en el azul tapete de la noche
para jugar el albur supremo!

Juego mi vida!
La llevo perdida
sin remedio…!
Bien poco valía!

II
Juego mi vida contra una sonrisa de Venus Cipriota
hembra madura, parpadeante en acecho del primer cupido;
o contra la Osa Mayor
que ha de bailar en las ferias al són del adufe;
o contra el anillo de latón de Saturno, viejo verde,
taimado prestamista, insigne usurero;
o contra el rebaño de las Pléyades,
-vírgenes necias, capretinas locas-.

Juego mi vida contra la Cruz del Sur,
condecoración barata,
o contra un guiñar de ojos de Urano,
andrógino, equívoco planeta, ebrio Narciso;
o contra el diablo Aigoi,
veleta de Perseo, ágil funámbulo;
o contra la farola pintarrajeada
de Sirio, trovador nocharniego;
o contra el Cinto de Orión que apresa los flancos voluptuosos
de la Noche: febril sacerdotisa de los ritos secretos,
de las íntimas lides;
o contra un beso frío de la Luna
ofélida!

Tiro los dados en la azul alcatifa de la noche
para jugar el albur supremo!

Juego mi vida!
Bien poco valía!
La llevo perdida
sin remedio!

III
Para la burla de Venus Veleta
mi corazón es el premio;
y mi sonrisa -flor de indiferencia-.

Para las fechas del Sagitario
el amplio pecho,
y mi sonrisa -flor de cansancio-.

Para Scorpio
traicionero,
mis zancajos, y mi risa sin odio.

Para Shylock y su balanza,
mi carne, que es el precio,
y mi sangre -adehala.

Y para Zoilo y Compañía
-en el estuche del silencio-
la flor de la sonrisa.

Juego mi vida!
Bien poco valía!
La llevo perdida
sin remedio!

Juego mi vida, oh Noche, contra el abrazo perenne
de tu cuerpo moreno y felino, fogoso
o hecho ascuas de nieve!
Contra tu abrazo, oh Noche, Oh Sheherazada!
oh tú, Sacerdotisa de las íntimas lides,
de los ritos secretos!

Me extenúen tus besos profundos!
Me extinga entre tus brazos de terciopelo!
En tu seno aromoso me sepulte!
y naufrague en tus ojos de sombra y de lascivia y de misterio!



Poema Nueva York, Abril 14 De 1977 de Lauren Mendinueta



(Página del diario de Adrianne Rich)

Primavera
Rutina de los años.
Un día más contra la pared.
¿Puedo interrumpir este suicidio indefinido?
Escribo
Una pequeña boca
Desea mis pezones.
¿Cómo sobrevivir a una pequeña aún más joven
Sobre el viejo mundo
Alimentándola de muerte?
Temo no existir ahora.
Ojalá me aguante la vida
Lo necesario
Para no dejar
El lápiz seco
Y el cerebro abrumado de frutos.
La pequeña
Tira de una cuerda y pende de las ganas.
El mundo es angosto
Esa es mi elección.
Acostada
El hielo me traspasa.
Abro los ojos
Ya te has ido.
Te he liberado de un golpe.
El alma se me desmigaja.
Preferí nacer.



Poema Nieblas de Laura Méndez De Cuenca



En el alma la queja comprimida
y henchidos corazón y pensamiento
del congojoso tedio de la vida.

Así te espero, humano sufrimiento:
¡Ay! ¡ni cedes, ni menguas ni te paras!
¡Alerta siempre y sin cesar hambriento!

Pues ni en flaqueza femenil reparas,
no vaciles, que altiva y arrogante
despreciaré los golpes que preparas.

Yo firme y tú tenaz, sigue adelante.
No temas, no, que el suplicante lloro
surcos de fuego deje en mi semblante.

Ni gracia pido ni piedad imploro:
ahogo a solas del dolor los gritos,
como a solas mis lágrimas devoro.

Sé que de la pasión los apetitos
al espíritu austero y sosegado
conturban con anhelos infinitos.

Que nada es la razón si a nuestro lado
surge con insistencia incontrastable
la tentadora imagen del pecado.

Nada es la voluntad inquebrantable,
pues se aprisiona la grandeza humana
entre carne corrupta y deleznable.

Por imposible perfección se afana
el hombre iluso; y de bregar cansado,
al borde del abismo se amilana.

Deja su fe en las ruinas del pasado,
y por la duda el corazón herido,
busca la puerta del sepulcro ansiado.

mas antes de caer en el olvido
va apurando la hiel de un dolor nuevo
sin probar un placer desconocido.

Como brota del árbol el renuevo
en las tibias mañanas tropicales
al dulce beso del amante Febo,

así las esperanzas a raudales
germinan en el alma soñadora
al llegar de la vida a los umbrales.

Viene la juventud como la aurora,
con su cortejo de galanas flores
que el viento mece y que la luz colora.

Y cual turba de pájaros cantores,
los sueños en confusa algarabía,
despliegan su plumaje de colores.

En concurso la suelta fantasía
con el inquieto afán de lo ignorado
forja el amor que el ánimo extasía.

Ya se asoma, ya llega, ya ha pasado;
ya consumió las castas inocencias,
ya evaporó el perfume delicado.

Ya ni se inquieta el alma por ausencias,
ni en los labios enjutos y ateridos
palpitan amorosas confidencias.

Ya no se agita el pecho por latidos
del corazón: y al organismo activa
la congoja febril de los sentidos.

¡Oh ilusión! mariposa fugitiva
que surges a la luz de una mirada,
más cariñosa cuanto más furtiva.

pronto tiendes tu vuelo a la ignorada
región en que el espíritu confuso
el vértigo presiente de la nada.

Siempre el misterio a la razón se opuso:
el audaz pensamiento el freno tasca
y exámine sucumbe el hombre iluso.

Por fin, del mundo en la áspera borrasca
sólo quedan el árbol de la vida
agrio tronco y escuálida hojarasca.

Voluble amor, desecha la guarida
en que arrullo promesas de ternura,
y busca en otro corazón cabida.

¿Qué deja al hombre al fin? Tedio, amargura,
recuerdos de una sombra pasajera,
quién sabe si de pena o de ventura.

Tal vez necesidad de una quimera,
tal vez necesidad de una esperanza,
del dulce alivio de una fe cualquiera.

Mientras tanto en incierta lontananza
el indeciso término del viaje
¡Ay! la razón a comprender no alcanza.

¿Y esto es vivir?…En el revuelto oleaje
del mundo, yo no sé ni en lo que creo.
Ven, ¡oh dolor! Mi espíritu salvaje
te espera, como al buitre, Prometeo.



Poema Nureyeb de Ketty Alejandrina Lis



Resopla el mar
como caballo encabritado
girando
girando
salvajemente etéreo sobre las alas extendidas
quietas
de un águila en planeo.

Resopla el mar
en un tazón de metal
y bailas
delicadamente bailas
y saltas
majestuosamente saltas
mágico tártaro viajando a Irkutsk
todavía suspendido en el líquido nirvana del vientre de tu madre
(¿sabrá el Transiberiano de aquel niño nacido
sobre el rodar cansino de sus ruedas
entre los bosques
y los humosos pantanos del Baikal?)

Caminando de Ufa a Leningrado
fue tu porte
tu soberbio porte ahí
una bolsa de obstinación por equipaje
las puertas del Kirov de par en par abiertas.
Y es tu soberbio porte en Londres
de pie Príncipe Albrecht
Basil volando enloquecido
(tiempo en espera
cerebro y corazón en una misma línea)
añorando el aire
el inconfundible olor de San Petersburgo
las neblinas heladas sobre el Neva.

Es tu porte transparente ahora. Pareciera
pura simplicidad
esa pura maravilla extraída del acero
las puntas de los pies hacia lo opuesto
ángulos rectos
ángulos agudos
todas las técnicas
todo el virtuosismo en ese cuerpo
todo el lirismo en la sola presencia.
Ninguna perfección sublime príncipe del mundo
ninguna
te era ajena.

¿Qué dios te coronó de dones?
¿Qué dios te abandonó
giró su rostro
arrebató la luz sagrada de tus piernas abriendo las esclusas
que van hacia los cauces cavados
en el abismo de sombras de las sombras?

Tus manos hablan
tus brazos hablan
hablan tus pies
y tu cuerpo
y nos dicen
?Miren
Los vientos siempre soplan
y vienen desde el Este.
Toda la perfección de lo perfecto es posible
toda la perfección de la belleza es posible.
El río salió de cauce
y no importa si ahora vago por las deshabitadas tierras.
Ya pasó
pero nada ha pasado.
Yo
estoy aquí.



Poema Nada de Justo Braga



El también te esperaba
desde diciembre.
Harto como estaba de tu ausencia
se fue con mujeres malas,
-casi todas de derechas-.
Anduvo en todas las pesquisas policiales.

Delincuente común,
intransigente,
ladrón de aves submarinas y de besos
se hizo un ser solitario, huidizo.
Dejaba como estela unos labios sutiles
y el eco de sus rezos mahometanos.
Paso de cientos a miles de millones de altercados
con las bandas enemigas de tu barrio.
Mareado por los ruidos de sirenas
se hizo nadie en nada
y ahora es imposible borrarlo.



Poema Nunca He Visto Gozosa La Victoria de Julio Martínez Mesanza



Nunca he visto gozosa la discordia,
no conozco el olor que tiene el campo
después de la batalla. Nunca he visto
caballos sin jinete entre las picas
vagar y entre los muertos. No conozco
la voluntad de ser invulnerbale
ni el estupor que nace con la herida.



Poema Nunca He Visto Gozosa A La Discordia de Julio Martínez Mesanza



Nunca he visto gozosa a la discordia.
No conozco el olor que tiene el campo
después de la batalla. Nunca he visto
caballos sin jinete entre las picas
vagar y entre los muertos. No conozco
la voluntad de ser invulnerable
ni el estupor que nace con la herida.



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