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Poema Bar (ii) de Maurice Echeverría



Es esa frontera, eso insalvable
en los pliegues,
en las cavernas,
en los sitios extenuados
de la sola nostalgia.
Hoy es la cansada carne y su fisura,
la proporción hechizada de la noche,
la abundancia negra de mis dientes.
Cansado de robarle las uñas a la nada,
veo las manzanas rotas,
veo lo blanco y lo negro,
veo quieto otro minuto amarillo.
Ya lo demás es una gaseosa
de significantes,
una imprecisión
que se derrumba antes,
a la hora tremenda del hielo.
Yo, penumbra pobre,
aliento de sinuosidades,
compruebo el gemido,
el veneno estruendoso de mi dicha
de vidrio.
Caballos rojos golpean
el cuerpo del bar,
la substancia quizá de este delirio.

Hoy un perro negro me aguarda
a la salida del suelo,
y los recipientes de luna
ya vienen heridos, ya lastiamdas
las conchas negras de alcohol
aproximado.
Compruebo mi bautizado dolor
de pies innumerables.
Es tanta la tentación
de tirarse al espejo,
el deseo de entrar a la almohada…
No quiero excavar más
en el fango de esa foto,
en la encía de los meseros pornográficos,
en otro bigote de baladas vomitadas.
Me gustarái mostrar mi piedra,
hoy parda pieda aprisionada
en la clara garganta del vaso.
Pero eta luz inaudible de besos
pisoteados
obscurece el sentido de esta noche,
su definición verdadera,
mientras sin duda alguien tose,
atrás tose otro estremcido,
y otro niño lento
escoge su muerte.



Poema Apenas Te Veo… de Maurice Echeverría



Apenas te veo, o antes de verte,
en lo mínimo del encuentro,
ya presiento que lo que nos rodea
es nuestra trampa,
que el cielo tiembla.

Pero nos salvamos, amorosos, de lo negro.
Nos salvamos de esa penumbra de teatros
que otros llaman mundo
y nosotros llamamos cosa, disparidad, tontería.



Poema Yo Soy Ese de Maurice Echeverría



Yo soy ese que se suicida en las esquinas.
Es cierto. Yo soy eso que se corta
con las orillas de su tiempo,
con el grito de las miradas,
de las escaleras,
de los insignes idiotas,
de los susurros anónimos.

Algo se parece al silencio. Algo o todo.
Aquí, en la ciudad, en esta ciudad
hecha de dientes mudos y gastados,
no es difícil discernir otra provincia de la noche,
otro minuto de la fábula que ya nadie
recuerda del todo, que ya los niños envidian.

¿Qué es lo que esconde la sangre
que se ha secado y no dice nada y está quieta?

Eso que camina con mirada dormida,
eso que se suicida en las esquinas soy yo
o algo parecido a mí: mi fiebre.

Sin ruido, pura de silencio,
una sombra se mira y se gasta.



Poema Yo, Aquí de Maurice Echeverría



Yo,
aquí,
entre las torturadas guitarras,
entre otros ciegos convocados,
ciegos
vecinos de los vasos
constantes,
pobres locos amarillos
que aturden la noche
elemental.

Qué sitio de mudos muros,
de muerte decorada en la soledad
y en las pastillas.
Qué desierto de niños con asco
y ecos.
Qué tren de luces heridas,
qué perra pronunciación
de los bordes.

Qué ruido.



Poema Urbe de Maurice Echeverría



No: no los otros son mejores
el niño atrofiado
en el sentido de que no están conscientes los odia
sus formas de ajar los odia a todos
de irrumpir en la realidad están allí, cicatrizados,
nada saben y su brutalidad oh indigestos
consiste en lamer hospitales
histéricos de hueso
esqueletos deflagrados por las calles hambrientas

El comportamiento humano en sociedad
el niño ha optado
por hacer de sí otra cosa
y hoy responde a una especie de rapto sepultarlos
a todos
es el rapto de la lucidez
hacerlos humanos en la muerte
en ese enrarecimiento que es la muerte
devolverlos a una piel
negra y humana la mucosidad del silencio



Poema Un Romance Retro de Maurice Echeverría



A lo lejos,
los espantapájaros distantes
se hunden en su gloria.

Escuchar la máquina contestadora,
descubrir que nadie llamó
a tiempo.

Haciendo turnos
en las filas
y los itinerarios,
las criaturas se excusan y no saben por qué.
Promueven sus sonrisas frías,
mientras silban canciones
de décadas irreconocibles.



Poema Quiero Mirarte… de Maurice Echeverría



Quiero mirarte, dejar encendida la luz.
Quiero no estar seguro de mis cegueras,
encender las esquinas de esta cama constante.

Porque demasiado sabemos de las cosas tristes
y de las cosas mudas, y demasiado
de los ojos, los apenas-ojos
de los cadáveres rosados.

Hoy es preferible dejar encendida la luz.
Oigamos el rumor de la ventana.



Poema Nil Admirari de Maurice Echeverría



Yo vivo para el crimen,
pero para el crimen de cada día,
el crimen sin porvenir.
Es por eso que paso y camino por esta ciudad
vegetante,
tercermundista
(Guatemala,
que es como una especie de Latinoamérica
de América Latina),
sin bellos poetas en las esquinas,
muy parecida a sí misma cada vez,
quizá porque no es una ciudad,
quizá es sólo la fosilización de un espacio.
Es muy fácil matar aquí
por ésas y otras razones,
matar digamos a los cacerberos ignorantes
y anónimos, tantos los hay,
cercenar las ubres inútiles por donde vagos
críos narcotizados itnentan alcanzar la noche,
sentarse a reír hasta que caigan los dientes.
La ciudad se ofrece para dos cosas:
la zootecnia, por un lado,
y por el otro el crimen inútil,
el crimen eficaz y perpetuado,
que debuta sin gala esta tarde,
como lo hizo ayer, una vez más.



Poema Cuerpo de Maurice Echeverría



Compruebo apodíctico la evidencia
del hueso
atónito
Aquí soy, aquí entiendo el rasgo roto
el rostro perpetrado
la luz tardía, la tardía luz
de este templo
de deformadas deidades
tejidos y

Escupir dedos

catalepsia

Pálidos se muestras los bordes
líquidos: es el
panteísmo de algún licor,
la substancia sola
de la embriaguez desnuda.

Llueve. Crispadas las uñas se pudren
en los bares necesarios.



Poema Anorexia… de Maurice Echeverría



Anorexia, vida
de las voces vomitadas, ironía,
pulpo de los designios resignados,
poesía para quebrados principiantes.
He visto la arboleda, los hilos verdes
de mi frustración he visto.
Recorro los gestos, las manos necesarias,
hoy, desde las prosas cansadas,
recorro esquizoide ese calamar abastracto,
esa nube de meseros gesticulando,
esa luz y sus dientes…

Perduro entre otras lamentaciones.





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