poemas vida obra mario noel rodriguez

Poema Celo Arriba, Celo Abajo de Mario Noel Rodríguez



Ando caliente por abajo y por los aires.
Subido a un avión de fogatas,
la lengua llega hasta Saturno,
la pasión busca y se come a sí misma.
No sé qué haré si fallezco en este segundo:
Arrojar el Nuevo Testamento contra el viejo sudario,
ahogarme en alcoholes como el barbero,
dibujar la vagina que viene acelerada por las nubes.

Ando caliente y no me gasto.
Ando en llamas y no las veo,
quemo en sombras y calla el mundo.

Pasarán las noches y pasarán los hombres,
pero esta sed que delira en el reino de tu útero,
quedará latiendo como vieja vegetación de poema.



Poema Amedeo Modigliani En La Bruma de Mario Noel Rodríguez



El pintor hacía el amor con ocho espejos,
no veía cuando el alma se le iba.
Mirándose demasiado por dentro enfrentaba al cuerpo amado,
a esa verdad de paisajes pintados por la noche.
Y el abismo lo asedió sin descanso,
no hubo vino que no llevara sismo,
hachís que no alimentara sus telas,
cama que no apestara a hospital.
Amedeo embrumado,
por las tardes lloraba hasta la resequedad
presintiendo que un poema sería quien cerrara sus ojos a la noche.



Poema Alejanía de Mario Noel Rodríguez



en el centro puntual de la maraña
Dios, la araña

Alejandra Pizarnik(Escrito el día fatal)

Allá donde la carne es harapos
mi corazón es reflector.
La araña con su linterna estudiaba tus pasos al alba.
No sabía que volabas,
que subida a un relámpago perdido
pisabas las tripas de la eternidad y sus hijos leprosos.
Te vi en sueños con muñecas de dolor,
no veías más que un gato descompuesto en sombras.
Te hablé, sólo pateaste la atribulada ceniza
de los profanados por el crepúsculo.
Un verso mordiendo su propia cola, escribiste.
Lo busqué en la alcantarilla de la pasión
pero lo tragó Merlin, estallando.
Y han pasado años bajo el puente
donde bocabajo la araña teje promesas,
bufandas, gorros para protegernos de la noche
en que no quede pelvis sobre pelvis.
En tu sombra dormitaré feto.
Alejanía, teclado de invierno,
allá voy contra el clavel que atravesó tu pecho,
tu voz de insecto imaginado.



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