poemas vida obra j

Poema Jactancia De Quietud de Jorge Luis Borges



Escrituras de luz embisten la sombra, más prodigiosas que meteoros.
La alta ciudad inconocible arrecia sobre el campo.
Seguro de mi vida y de mi muerte, miro los ambiciosos
y quisiera entenderlos.
Su día es ávido como el lazo en el aire.
Su noche es tregua de la ira en el hierro, pronto en acometer.
Hablan de humanidad.
Mi humanidad está en sentir que somos voces de una misma penuria.
Hablan de patria.
Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una vieja espada,
la oración evidente del sauzal en los atardeceres.
El tiempo está viviéndome.
Más silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su levantada codicia.
Ellos son imprescindibles, únicos, merecedores del mañana.
Mi nombre es alguien y cualquiera.
Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no espera llegar.



Poema Juan Gert de Yolanda Bedregal



Mi sueño se hizo dulcemente cal.
La bóveda perfecta de tu cráneo
enclavada en la mariposa de mis huesos
es frágil tulipán
coronando las alas abiertas de la pelvis.

Sacas el molde al mundo
en mi cintura breve;
recogido y devoto como un rezo,
hilas con mi sangre el Universo,
hijo mío.
Creces dentro de mí
como en vaso ritual.

Por ti conozco
la humildad de ser la tierra fértil,
por ti el orgullo del vital milagro;
por ti soy urna bíblica,
por ti soy comunión y penitencia.

Por ti la muerte en su medalla acuna
perfil de piedra en querubín de niebla.
El vivo tulipán de tu cabeza
saca de nuevo el molde al Universo.

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Poema Juntar de Virgilio López Lemus



Junto a Dios en mis manos, oro,
truena el viento, se filtra, anuncia
lluvia torrencial. Junto a Dios.
Reúno en la oración palabra y sueño.
Dejo tenue el vuelo del poema
entre algas reflotadas de un pantano.
Dios me perdona el ansia de imitarlo
y conversa, baja a la montaña,
me da sus Tablas con diamantes
colocados por voz en tablillas áuricas.

El verso palidece en la juntura
del vocablo y el silencio. La tarde
se deja acariciar casi una seda
crujiendo entre mis manos.
Y el poema se extiende hacia la luz
de la Isla, hacia la vida nuestra.



Poema Jornada de Vilma Vargas



Aquí quedó oscilando mi última furia.
Engullo cada mancha de la pared,
cada clavo.

Y me siento dueña de mi voz descolgándose,
palpo sus aristas y me quedo quieta,
absorbo su semilla y ya no se esparce.

Me tiendo sin una piedra o talismán.
Recorro el cuarto con los ojos abiertos:
no hay visiones,
sólo la noche que cae después del trabajo.



Poema Juno de Giuseppe Ungaretti



1931

Alrededor de esa perfecta madurez que me atormenta,
Un muslo levantándose por sobre otro…

Esparce tu furia a través de una acerba noche!

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Juguetes de Rabindranath Tagore



¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo,
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
«¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!»

Niño, los bastones y las tortas de barro
yano me divierten; he olvidado tu arte.
Persigo entretenimientos costosos
y amontono oro y plata.
Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo
a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil esquife pretendo cruzar el mar de la ambición,
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.



Poema Jazmín En La Presencia de Serafina Núñez



Qué dulcísimo asombro de nube o de gacela
encendiendo, apagando, persiguiendo, ondulando,
marea gris-azul, azul-gris, rosa-tibio
clava en el aire ausente el ángel de tu ruego
y destrenza la gracia y dona olas ilesas de asustado misterio
para remos y velas.

¿En qué soplada tierra de huracanes seráficos,
por qué nieves tatuadas en el azul errante,
la inocencia del hombre, su llama imperturbable,
obedientes prodigios, y bestias y relámpagos
transparentes respiran en tu seno abrigado?

Esa comarca del rocío
que algunas veces siento pesar sobre mis párpados.
Novia del coral de ultra-cielo,
Espuma de Dios sonriente,
paloma de mis venas poseída.
Tu frente de girasol en éxtasis
llueve la deslumbrante atmósfera de una playa amorosa
donde todos podemos recoger un consuelo
como tesoros, conchas o astros por la arena.

Tu frente, que avanza provincias
donde el caballo del viento rinde sus azares.
Tu hombro reposado de arpas
para que cada criatura le tome el color a su llanto
y te lo entregue.

Tu piel centelleando de amanecidos misterios.
Tu pecho acantilado del suspiro,
tu celada mejilla donde el ámbar
nutre su cambiante raza fina.
Tus ojos fluyen entre las voces,
resbalan por las plegarias, por los gemidos
como cabellera peinada tiernamente.
Y aquí yo; te pulso alabanzas, convoco:
vengan algas, sirenas, extasiados corales,
tierras de los náufragos entreguen sus tragedias
y la paz desgarrada en húmedos remolinos,
de vacíos crepúsculos.

Vengan risueños elfos y rostros de los dioses
y su haz de tormentas;
miremos a sus manos devolviéndole al oro
la cálida vivencia,
la minúscula rosa que aletea en su cuello
y esa paloma fiel vigilándole el paso.

¡Ay temeroso cristal de mi sosiego!
Avecillas del otoño indeciso
que muere en el confín de la tarde,
sombras de mi sangre y de mi rezo,
flautas vistiendo de dulzura el aire;
vengan a este alborozo.

Yo le miro la espuma, la impalpable azucena,
el talle columpiado de musicales universos
y un hemisferio puro me invade silencioso.



Poema Juego De Disfraces de Vicente Molina Foix



Desmadejado, desaparecido mi control sobre una cabellera
en alboroto que opta a menudo por resoluciones
distintas a las del sistema motriz,

penetro en la desértica extensión de los telares y en el
depósito de las almas muertas, que sostienen resignadamente
colores de lapislázuli y cartonajes con memoria particular,
mas desechada, raídos, túmido, ominosamente numeradas,
delicadamente sustraídos de tono, agrietados, por ajena
voluntad borrada.

En los pasadizos de la trastienda no únicamente duele
el hallazgo de frondas que treparon vertiginosas escalones
de mármol despintado o la arboleda que poseía poseía
articulaciones mecánicas para asustar y hacer caer de su caballo
a la Joven Furtiva que eligió las incertidumbres de un Caballero
sólo recientemente armado,

pues tal vez con semejante desafección encontráramos el mascarón
de proa que puso en pie a toda una generación y los nimbos
algodonosos que por primera vez llevaron a muchos a pensar
que quizá no todo consista en arribar al propio domicilio una vez
la obra terminada y revolverse entonces pesarosos entre las
engañosamente mullidas plumas del jergón.

Vuelta la espalda a un creciente clamor de asentimiento que invade
la platea, navego con vacilación un estrecho cuarto de luces y el
camarín de la estrella, dejado intacto en su crepúsculo de noche
resonante y con la misma argolla aún, sujetando los muslos que
trastornan y aquella máscara de labios curvados hacia abajo,
poseedora del secreto que desencadenó guerras.

Decretada mi extinción por ocupantes de los palcos más celebrados,
dudo acerca de enfrentarme a la conjuración mortal de luces
que convergen en el proscenio,

o practicar (sea por una sola vez!) la compuerta de hierro que conduce
al callejón de la Mala Conducta y hace evitar la probablemente
desmerecida dialéctica de la palestra.



Poema Joseph Von Eichendorf de Luis Hernández



At Dusk

Atardezco
Navego por los ríos
Cuya luz
Es grata hacia mis ojos
Y se esconde
Lentamente
Entre la noche.



Poema Juventud de Vicente Aleixandre



Estancia soleada:
¿Adónde vas, mirada?
A estas paredes blancas,
clausura de esperanza.

Paredes, techo, suelo:
gajo prieto de tiempo.
Cerrado en él, mi cuerpo.
Mi cuerpo, vida, esbelto.

Se le caerán un día
límites. ¡Qué divina
desnudez! Peregrina
luz. ¡Alegría, alegría!

Pero estarán cerrados
los ojos. Derribados
paredones. Al raso,
luceros clausurados.



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