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Poema Habrá Tenido Un Difícil Invierno… de Esther Zarraluki



Habrá tenido un difícil invierno,
pero al sol hoy reconoce el bienestar
como aceite sobre sí y lo agradece.
Palpa el suelo caliente.
Piensa en darse
al lomo de las cosas, a ciegas,
para ver cómo es estar con ellas
cuando nada crece ni decae.
Rechaza los recuerdos suavemente,
como a niños, como a niños les ordena el silencio.
Oirá voces,
se hará tarde, alguna imagen
acudirá como un zarpazo,
quizá los rostros que le quieren vivo,
sentimientos como brotes o heladas,
pero el sol sigue alto
mientras dure este poema.



Poema Handicap de Esteban Charpentier



La culpa fue de Girondo, Oliverio Girondo,
que metió en mi cabeza enamorada
la oscura idea metafísica
de que una mujer puede volar.
No es cierto señor, no lo crea,
las mujeres no vuelan
sino dígamelo a mí
aprendiz de poeta, dramatugro,
que llevé a esa fémina magra
a la cumbre de los Pirineos,
a la Torre de Londres,
a los fierros parisinos,
y le pedí que lo hiciera,
por ahora no decía, no.
Entonces intenté más alto
la llevé a las nubes,
a Dios, a las estrellas,
y le dije volá, volá conmigo ya,
para nada.
Pero insistí Oliverio,
y quise hacer el amor volando,
y la subí a mi corazón superesport,
y a mis ojos de murciélago lívido,
y a mi alma de ángel temible,
pero nada, nada de nada.
Las mujeres son todas terrestres, pedestres, sangrantes.
Ahora cuando llueve, y me faltan,
salgo a buscarlas a la altura del cuello, con espaldas,
y antes de cualquier beso,
les susurro al oído,
-¿sos vos…sos vos…?-



Poema Hazme Justicia Señor (salmo 25) de Ernesto Cardenal



Hazme justicia Señor
porque soy inocente
Porque he confiado en ti
y no en los líderes

Defiéndeme en el Consejo de Guerra
defiéndeme en el Proceso de testigos falsos
y falsas pruebas

No me siento con ellos en sus mesas redondas
ni brindo en sus banquetes
No pertenezco a sus organizaciones
ni estoy en sus partidos
ni tengo acciones en sus compañías
ni son mis socios

Lavaré mis manos entre los inocentes
y estaré alrededor de tu altar Señor

No me pierdas con los políticos sanguinarios
en cuyos cartapacios no hay más que el crimen
y cuyas cuentas bancarias están hechas de sobornos

No me entregues al Partido de los hombres inicuos
¡Libértame Señor!
Y bendeciré en nuestra comunidad al Señor
en nuestras asambleas



Poema Huida de Ernestina De Champourcin



Inercia de la muerte. ¡Qué distancia
me aleja ya, segura, de lo humano!
Aquella rosa que murió en mi mano
será pronto recuerdo de fragancia.

Silencio de silencios. En mi estancia
diluye su perfil lo cotidiano
y retorna sin hieles a su arcano
esa amargura que la vida escancia.

Nada será de todo lo que ha sido.
Voy a ofrecer al sello del olvido
mis párpados febriles y mis labios

que inmoviliza el rictus de lo eterno.
¡Quiero escapar indemne del infierno
que arde en la trama de tus besos sabios!



Poema Humo Sobre Belgrado de Enzia Verduchi



(marzo, 1999)

Para Vladimir Arsenijevic

En espera de una señal,
un chasquido de nuez
bajo el peso de un tacón.
Dicen que no volveremos
a estar tendidos sobre la hierba
del parque Kalemegdan;
que no se escuchará ladrar a los perros
en la calle Todorovica
y nadie contestará al teléfono
en el departamento del quinto piso.
El sueño contaminado
por la neurosis de un hombre
se traduce en la histeria de un pueblo.
Espesa neblina en la confluencia
del Danubio y el Save:
señales de humo sobre Belgrado.



Poema Hacia El Cristal Secreto De Los Frutos de Enriqueta Ochoa



Dios mío,
de tus labios bajan ríos de luz
hacia el cristal secreto de los frutos
y amanecen maduros.
Muchos hombres vienen al mundo
a buscarse un lugar.
Yo he venido en éxtasis desde el alba,
atraída al aroma que escapa de tus cestos,
pidiendo dormir entre tus frutos esta noche
para que mi corazón madure.



Poema Hola De Conquistas de Enrique Falcón



a Diana Bellessi y Eliana Ortega

las mujeres enfermas que jugaron con burros
las que cavaron tumbas en las palmas de un trueno
las sólo voz dormidas en los centros solares
las hambrientas de todo
las preñadas con todo
las hijas del golpe y de los sueños mojados
las que fijan continentes que dejaron atrás
las niñas con pimienta en sus quince traiciones
las de pan-a-diez-céntimos sin cafetería
las del turno de visita con oficios de muerte
las madres eternas de los locutorios
las arrasadas, las caratapiadas, las comepromesas
las terribles solitas en las salas de baile
las clandestinadas pariendo futuros
las oficinistas que ahogaron sus príncipes
las acorraladas
las desamparadas, las sepultureras
las del polvo sobreimpuesto y el trago a deshora
las poquito conquistadas
las niñitas vestidas con mortajas azules
las que cosen el mundo por no reventarlo
las mujeres con uñas como mapas creciendo
las hembras cabello-de-lápida
(todavía más grandes que su propio despojo)
las corresquinadas, las titiriteras,
las que tierra se trajeron atada a los bolsillos
las nunca regresadas
las nunca visibles
las del nunca es tarde
las del vis-a-vis sin un plazo de espera
las reinas en los parques y en los sumideros

todas ellas las mujeres que me llegan con todos sus cansancios,
todas, en sigilo: las amantes

y mis camaradas.

(del libro: Codeína)



Poema Han Venido Los Húngaros de Enrique Díez-canedo



Han venido los húngaros, hermana,
osos de tardo andar, monos ladinos
lleva la miserable caravana.
Son los hombres esbeltos y cetrinos.

Fuman pipas enormes. Llevan rojos
casquetes, de los cuales se desborda
la maraña de pelo, y en sus ojos
brilla el destino de la errante horda.

Son flacas las mujeres. En harapos
van desnudos los pies bajo las faldas
en jirones. Envuelto en sucios trapos
una conduce un chico en las espaldas.

Tañen los hombres grandes panderetas,
canturrean tonadas melancólicas,
y hacen dar a los monos volteretas
y ágilmente bailar danzas diabólicas.

Y amaestran al oso torpe y grave
de floja piel, que humildemente fiero
danza, y pasando a la ronda, sabe
las limosnas recoger en el pandero.

Han venido los húngaros, me gusta
ver su arrogancia en su mirar osado,
y, en lo moreno de su faz adusta,
los soles de las tierras que han cruzado.

Amo danzas, combates, aventuras
pero soy hombre débil y pequeño
y he recorrido solo las llanuras
del país arbitrario del ensueño.

Y he vivido en mi hogar burgués y oscuro
y el vasto mar y el alto monte ignoro,
las tierras que repulsa el hielo duro
y las que halaga un regio sol de oro;

y languidezco en un rincón de olvido,
y engarzo en él paciente, verso y verso,
sin azares que me hayan conducido
por la diversidad del Universo…

Húngaros, hoy ha roto vuestro paso
mis horas de tristeza, de fastidio.
Desde mi quieto bienestar, acaso
vuestra inquietud, vuestra pobreza, envidio.

(¡Corazón, corazón!, ¡qué no te atrevas
cada día a buscar extrañas gentes,
costumbres no sabidas, hablas nuevas,
cielos varios, paisajes diferentes!)

Cuando vosotros pobres peregrinos,
lejos del suelo avaro que os destierra,
peregrináis por todos los caminos,
por todos los caminos de la tierra.

Mi espíritu lleváis en compañía:
vuestras faces morenas le son tratas,
ama vuestra tenaz melancolía
vuestras noches, que alumbran las fogatas

y vuestro caminar por entre hogares
tibios, morada de los hombres vanos,
de esos duros, inhóspitos lugares,
en que os ladran los perros aldeanos…



Poema He Dejado Descansar Tristemente Mi Cabeza… de Emilio Adolfo Westphalen



He dejado descansar tristemente mi cabeza
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria albajar las mareas
Algunos ojos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrechar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que no las aperciba
Y el bosque que se abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huida
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu frente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón he dejado caer
Ya nada me queda para estar más seguro de alcanzarte
Porque llevas prisa y tiemblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar
Ya no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
Ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso no he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llaman con mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo de los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
Las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?



Poema Hoy Quiero Regresar. de Elsa López



Hoy quiero regresar.
Tengo miedo al saber
que la higuera se va volviendo grana,
y al viejo nisperero le han crecido los gajos
hasta alcanzar la casa.

Hoy quiero regresar.
Cuando febrero se acerca, ya sin frío,
para recobrar aquel remolino de almendras
y tuneras.
Aquel olor salitre y miel de abeja
que se despeñaba, cuesta abajo,
por el camino de la ermita y los dragos.

Hoy quiero regresar
al muelle, las noraes, y la sirena de los barcos.
Regresar a ti,
al otro lado de los sueños,
por donde multiplicas
la ternura y los muertos.



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