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Poema Lista De Motivos Con Pregunta de Federico Hernández Aguilar



A Karina

Tus iniciales le harían un favor a la gramática,
pero t?no te envaneces.

Tu lengua sería Byron de poder cojear,
pero t?no te ufanas.

Tu piel sabría mudarse a un barrio más tranquilo,
pero t?no te jactas.

Tu corazón no sudaría ni entre mis manos,
pero t?no presumes.

Tu crueldad soñaría con Freuds descuartizados,
pero t?no alardeas.

¿Cuándo empezarás a tenerte miedo?

10/IX/99



Poema Instrucciones Para Seducir Una Palabra de Federico Hernández Aguilar



Como si quemara
la pones en el centro de tu mano.
Con la uña de tu dedo medio,
suave y ardorosamente,
le quitas su olor a semántica,
de forma que logres desnudar su espalda.
No olvides hablarle quedo,
sin engaños,
alabando su determinación
o su pereza,
hasta que ella misma deje de moverse
como una lombriz de tierra.
Tócala,
admira las bondades de su instinto,
deja que sienta el calor de tu arrogancia.
No le digas tan de prisa
qué verso la requiere.
No la espantes con tus ansias.
Frecuenta sus múltiples ombligos
y susúrrale que la prefieres,
que nada va a pasarle,
que ya te conocen allá
de donde vino…
Comprueba que su agitada respiración ha
disminuido
antes de pasar las yemas de tus dedos
por las candentes sienes.
Humedeciendo cada poro,
aguántala sin miedo entre tus manos.
Imagina sus vellos erizados.
Consiéntela,
malcríala
y así,
como se transporta un ave herida,
lleva su inocencia al escritorio,
¡a la infinita página blanca!

11/I/99



Poema Vaginatum Est de Federico Hernández Aguilar



Es verdad -ya lo sabes-, no me entrego.
No soy la luz en este claroscuro…
Verte desnuda asombra: No es tan duro
verte asomada a la pasión del juego.

Mas para cuando veas ue no llego
a la penetración, puntual, seguro,
demuestra lo que sabes: del apuro
sácame. ¡No ambiciones tanto fuego!

Pasamos de estos líos tan carnales
porque el sexo mejor no se origina
en las respuestas sobrias y totales.

Y para no estropearnos el pecado,
hoy permite que agolpe en tu vagina
la culpa de un placer tan consumado.

30/I/99



Poema Tu Pubis de Federico Hernández Aguilar



a D…

Invitación a ver lo que no veo.
Desafío que ampara mis locuras.
Razón de mis atléticas posturas.
Todo origen si origen deseo.

Premura constipada que a Teseo
dirige nuevamente a las oscuras
entrañas del misterio. Voz que a duras
penas tiene una lengua. Mi recreo.

Si rincón, el preciso; el necesario,
si refugio. Verdad tan inocente
que no requiere sombra ni escenario.

Rastro -mujer de Lot- de tantas sales.
Antiguo silo de un afán reciente.
Levedad que se erige en mil finales.



Poema Soneto A Una Jinetera de Federico Hernández Aguilar



Para Yania,
espléndida flor cubana

¿A quién le brindas sin pudor tus ojos?
¿A quién tus brazos y tu sed de amores?
¿A quién otorgas tu edredón de ardores?
¿A quién la gama de tus mil antojos?

¿A quién rechazas con tus besos flojos?
¿A quién reistes con tus malhumores?
¿A quién retiras el millón de flores
que succion?de tus pezones rojos?

¿A quién aturdes con tus piernas largas?
¿En quién la llama de tu piel descargas
para llorar como conmigo hiciste?

¿Acaso a otro el juvenil encanto
has dado en hipos de amoroso llanto
sin ser la herida que en mi pecho abriste?

22/11/98



Poema Radiografía Impertinente (ante Los Colosales Pechos De Ruth) de Federico Hernández Aguilar



Frustrado al ver tus senos formidables
confiados sin piedad a tu grueso paño,
no alcanzo a descubrir si es un engaño
lo que hay tras tus escotes insociables.

No sé si de misterios insondables
prefieres hoy cubrir tu pecho huraño
temiendo que su réprobo tamaño
te lleve a situaciones lamentables.

Rescatar del sostén tu seno hermoso
es casi una misión que busco ansioso,
pues de tus pechos -finalmente honrados-

no puedo resistir la prebenda…
Con tal que al verse libres de la prenda
no caigan hasta el suelo derrotados.



Poema Quiero Regalarte Un Collar de Federico Hernández Aguilar



Dos notorias promesas en tus senos
vislumbra quien recorre tu fachada,
pues no existe tan torpe una mirada
que no tropiece en ellos…cuando menos.

Pero tú que en los prístinos terrenos
del amor no has caído aprisionada,
esquivas todavía la punzada
del ansia que termina en desenfrenos.

Mas si harta de granizo sobre el lecho
exiges merecida compañía,
imploro -emocionado- mi derecho

de arrancar tus gemidos con porfía,
y ver mi ardiente y líquida osadía
corriendo por tu cuello desde el pecho.



Poema Paradoxa Prima de Federico Hernández Aguilar



Vivir es adaptar nuestros antojos
al ritmo del temor a la ventaja,
y vive aquel que marcha tras la paja
que pesa como viga en sus dos ojos.

Mas saber de ignorancias y de abrojos
en nuestra candidez no hace rebaja:
Corremos de ambición por la migaja
¡sin hambre de verdad y siendo cojos!

Es acto de buen juicio recordar
que el hombre, en su brillante trajinar,
no marcha si no marcha ingenuamente.

Y es una paradoja el aceptar
que en la comba vulgar de cada frente
existe una verdad impertinente.



Poema Palabra Y Tiempo (paréntesis Kantiano) de Federico Hernández Aguilar



Para callar no necesito mi silencio.

Me muevo.
Se mueve la hoja que cae y no lo sabe.
El aire es la denuncia natural del tiempo.

Para callar no necesito mi silencio.

No puedo remover una pestaña
sin tocar un rostro.
La palabra es injusta si la tengo.

Para callar no necesito mi silencio.
Necesito tiempo.

11/I/99



Poema Nadie Le Habla A Mi Sombra de Federico Hernández Aguilar



Nadie le habla porque saca la lengua a la menor provocación.
¿Quién podría soportar sus caprichos,
su salada fruición de niña?

Es larga, tácita, sepulcral (me refiero a su lengua).
Nadie quierr ser víctima de sus movimientos espontáneos.
Por mucho que lo desee,
no puedo librarla de su propia falacia.

La resignación de los hombres
es la pereza de los astros.
Mi sombra lo sabe.
Lo peor es que lo dice abiertamente
en los bailes, en los torneos, en las fiestas de gala,
en los conciertos, en los clubes deportivos,
en las recepciones que se organizan para dar la bienvenida
a todos los diplomáticos del mundo…

¿Que si me da vergüenza?
Un poco, sí.
Un poco.

No siempre es agradable lidiar con una sombra maleducada.



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