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Poema Faltabas Tú, Poeta… de Cintio Vitier



Para Antonio Guerrero

Faltabas tú, poeta. La injusticia
no podía omitirte en su venganza:
ella sabe con lúcida impudicia
lo que el amor a la belleza alcanza.

Mas no le importa. Su misión inicia
creyendo que encadena la esperanza,
que prostituye el verbo a la avaricia,
que entrega a mercaderes la balanza.

Tú en cambio tienes la risa de tu hijo,
la fuerza de tu madre, la palabra
del que por siempre a los cubanos dijo:

Solo será posible lo imposible.
Salud, Antonio. Tu alegato labra
la estrofa de los cinco, ya invencible.



Poema Fragmento de Christian Formoso Bavich



No hubo solución, no hubo,
la ciudad se reveló tantas veces
y las sábanas no fueron refugio,
ni amor, ni palacio,
las camas repletas de odio
no fueron lugares seguros,
aun nunca fueron lugares,
ni suficiente ahogo ni extremaunción,
nada se hizo necesario,
la ciudad contempló todo
y a todo tuvo respuesta
como respuesta de ciudad iluminada,
a todo hubo respuesta en la voz de la ciudad,
tuvo peso la resonancia de las leyes
y las leyes de la ciudad
fueron objeto de culto
y objeto de refugio, amor y palacio,
y ante cada erupción o palabra
de los conocidos o ignorados,
hubo sangre,
y sangre fue la respuesta tres veces
a cada uno de sus costados,
y las heridas nunca fueron sanando,
sangre fue la respuesta,
y manejamos el ojo en la sangre,
el hilo en la sangre,
ocultos a la vista de todos,
bien digo, no hubo solución,
pero hubo ritos para celebrar
la caída y la perpendicularidad de las leyes,
directo a las cabezas,
directo a las cabezas,
. ?»Esto es ley», la ciudad.
?»Esto es ley», y después del anuncio, relámpagos
y más sangre,
sangre de la que nunca
nadie pudo dejar de beber
porque los sorbos fueron largos y lentos,
y aun con los vómitos y los coágulos
de los sorbos lentos y largos,
la ley de la ciudad no concibió variantes,
ni recursos, ni excepciones,
la ley fue dura
y castigó duramente
a quienes vomitaban en público:
?»Todo ha de ser privado», la ley,
pero todos corrían a mirar
a quienes se atragantaban,
y la ciudad entera
fue un coro de «te lo dije»,
un coro de malditos «te lo dije»,
y los atragantados recibían patadas
que no dejaban de ser actos públicos,
entonces la ley era peor,
la ley partía la tierra gritando:
?»Yo te lo dije»
?»Yo te lo dije»
y los atragantados
con el dolor hasta el cuello
y subiendo más alto,
caían en los agujeros provocados
por los gritos de la ley en la tierra.
Así cayeron cientos,
y los que no se hundían
no era causa de concesiones,
era que lograban ponerse de pie
y vomitar hacia adentro,
entonces la ley los olvidaba
y ellos comenzaban a pudrirse,
o en el peor de los casos
a mantenerse de pie.

Con la llegada de las tardes
quisimos irnos,
pero nada nos detuvo.
Nos quedamos apretados en las tardes,
con nubes enfermas,
y esperábamos irnos sin algo preparado,
con frases,
con hilachas a medio cortar, queríamos,
pero llegaban otros
a decir algo sin paciencia,
hablando de la ley,
prefiriendo a la lluvia,
la amenaza constante del invierno.
Llovió entonces,
pasaron máquinas interminables,
no supe calcular,
no hubo cielo para las nubes
que en su abundancia bajaban a escupirnos,
llovía entonces, recuerdo,
esperábamos irnos,
nada fue preparado hasta la lluvia,
y los pies en el barro
apretamos los puños,
apretamos los dientes,
entonces sí,
llovía,
y la lluvia era algo incierto
y anfibio,
otra vez subíamos las manos
y nos dábamos patadas
mirando la mugre de nuestros zapatos,
la mugre o la sangre, no recuerdo.
La lluvia cayó de improviso,
es justo,
después fue la tierra
la que volvió a hablar,
y no entendimos por qué nos alejamos,
nos alejaron,
no entiendo si estoy o estamos tan lejos,
la tierra explicaba pero desde otro,
aquí no hubo lluvia
porque hubo un comienzo
para los deshielos,
aquí aprendí que no podía reconocer
cuántos éramos.
Y tuve miedo
y estuve solo.



Poema Fe de Ramón De Garcíasol



Dulcinea del Toboso es la más hermosa
mujer del mundo…
Quijote, 2 LXIV

Has de matarme sin lograr que ceda,
y ni entonces podrás decir que dudo.
Si tu fuerza mi cuerpo vencer pudo,
nunca llegó a mi fe, ni habrá quien pueda.

Derribado, no esperes que conceda
un sí para tu gloria. Muerto y mudo,
por mí hablarán mis hechos más agudo
lenguaje que en palabra humana queda.

Aprieta más la lanza, caballero:
no puedo confesar a mi señora
segundona de nadie en hermosura.

A tu merced y en tierra vine, pero
tengo intacto el esfuerzo, y la ventura
no siempre de lo justo se enamora.



Poema Farmacia De Guardia de Carmen Martin Gaite



No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más
concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera necesito tanto
?ya es menos lo que pido?;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy cercano.

Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.



Poema Filo De Luz de Carmen Boullosa



Filo de luz,
fruta abierta que a la noche
vuelves fuego
y que a la llama cambias en fresco sentido:
llego a buscar tu aliento:
más sedienta:
pozo de amor que me asombras,
cántaro de día.

*

Tu cuerpo pulsado por sí mismo
es en mis oídos viento claro y fresco,
sonido límpido del cobre y del aliento:

eres tus labios rezumantes de lima,
eres tus ojos recubiertos de bruma,
eres tu mano fina ciñéndose cierva:

porque en ti anida el mar, eres su guía,
y de ti la más torpe raíz bebe su espina:

porque tú eres el viento
y eres también la boca virgen
que muchos metros ocultan.



Poema Filtri D’amore de Carlota Caulfield



miel en todos los panes
miel en todas las bocas
miel en ti, amado mío,
con una pizca de canela,
y una cucharadita de vainilla.



Poema Fecundidad de Carlos Pezoa Veliz



A Guillermo Labarca Hubertson.

El porte grave, el porte de esta robusta vaca
de cuernos recortados, el aire distinguido
de ésta que es corniabierta y ésta que es tan retaca,
manchan el pasto alegre donde rumia el marido.
Sopla un aire robusto. ¡Salud, señor paisaje!
¡Es usted tan potente! ¡Y es usted tan salvaje!

El toro de ancha testa contempla en la pradera
La encantadora carne de la esquiva ternera
que hacer saltar la brizna, buscando, hocico al aire,
no sé qué encanto nuevo que ha soñado…, el desgaire
de los gallos erguidos, de los polos de estacas
que hacen rueda a las pollas de floreados pompones,
entre el aire seriote de los toros y vacas
y el chirrido tedioso de cien mil moscardones.

Las moscas acrobáticas se buscan. Y los pavos
empiezan ademanes de lujuria en los rabos.
abiertos a la inmensa gloria de un sol lascivo
que torna obscuro el gesto y el ensueño agresivo.
Los peones cuchichean en los ranchos agrestes;
las hembras escudriñan los espacios celestes,
como soñando un hombre superior, un mancebo
de formas endiabladas, un macho ardiente, un nuevo
peón que viniera a brincos por las viviendas de ellas,
violando a las esposas antes que a las doncellas.

Por el abierto campo las manadas tranquilas
alargan los lamentos de las tardas esquilas,
mientras un venerable camero de agria testa,
salta por sobre aquella borrega o por sobre ésta.
Más allá un potro bayo de musculosos pechos
baja a brincos los quiebros de los bruscos repechos,
mueve la cola, mueve las orejas nerviosas,
salta, piafa, relincha; las patas temblorosas
se levantan, se doblan. El sol cae en el anca
y hay relampaguilleos de oro. Esbelta potranca
vine dando corcovos. Ansía que la violen
Sopla un viento de fuego que arrastra polen, ¡polen!

Oiga usted, buena moza que las vacas ordeña,
más blanca que la leche de las vacas la sueña
mi juventud. Sus pechos deben ser aún más blancos.
(El pastor le echa el ojo por los mórbidos flancos)
Oiga usted, buena moza. Mire el sol: una brasa…
¿Ve usted a la potranca? ¡Pues ella se solaza!
¿Y nosotros? ¡La sangre se me enciende, pastora!
Dame un beso. ¡Otro beso de tus labios! Ahora.
mira cómo en los campos la carne de las frutas
tirita; cómo corren oleadas disolutas.
Mira cómo la vida revienta. Mira cómo
el viento ama a las tierras y les araña el lomo…

La pastora se calla. El pastor tiembla y mira;
luego se va acercando. La pastora suspira…



Poema Flor De La Vida de Carlos Guido Y Spano



Esta noble sentencia
Que tengo en blanco mármol ya esculpida,
me dijo un sabio de ática elocuencia
Que recuerda a Platón: «la inteligencia
Es la flor de la vida».



Poema Fonemoramas de Carlos Edmundo De Ory



Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy una mano
Si amo soy un amasijo
Si lucho soy un serrucho
Si como soy como soy
Si río soy un río de risa
Si duermo enfermo de dormir
Si fumo me fumo hasta el humo
Si hablo me escucha el diablo
Si miento invento una verdad
Si me hundo me Carlos Edmundo



Poema Fecunda Compañera de Carlos Castro Saavedra



En el espejo de tu cuerpo, esposa,
recogiste mi rostro, tan fielmente,
que la línea más honda de mi frente
quedó presa en tu sangre temblorosa.

Me copiaste, mujer, mujer hermosa,
en tu río de amor, en tu corriente,
y devolviste generosamente
mi cara de montaña silenciosa.

El hijo es tierra de mi propia tierra,
resplandor de mis ojos y mi guerra,
poderosa presencia de mí mismo.

Gracias a ti, fecunda compañera,
fui como una semilla en tu pradera
y retorné más joven de tu abismo.



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