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Poema Ciencia De Los Cortesanos De Este Siglo de Diego De Torres Villarroel



Bañarse con harina la melena,
ir enseñando a todos la camisa,
espada que no asuste y que dé risa,
su anillo, su reloj y su cadena;

hablar a todos con la faz serena,
besar los pies a misa doña Luisa,
y asistir como cosa muy precisa
al pésame, al placer y enhorabuena;

estar enamorado de sí mismo,
mascullar una arieta en italiano,
y bailar en francés tuerto o derecho;

con esto, y olvidar el catecismo,
cátate hecho y derecho cortesano,
mas llevaráte el diablo dicho y hecho.



Poema Confesión Del Tiempo de Andre Cruchaga



?¿Qué tierra es ésta?
¿Qué violencias germinan
bajo su pétrea cáscara,
qué obstinación de fuego ya frío,
años y años como saliva que se acumula
y se endurece y se aguza en púas??
Octavio Paz

Inventé el aguardiente
Para quitarme las imágenes
Del miedo
Y desprenderme del horror
Que provoca la historia

Siempre anduve entre escombros
Espectro de sueños
Apagándose
En la espuma sangrienta
De húmedos pájaros
Descendí a la tierra
Ensordecida
A la novena extensión
De los vitrales
Donde el cáliz del halito
Se vuelve piedra
Por montañas de ceniza

Jamás renegué de las ciudades
Cansadas por el plomo
Ni por el abismo
De las persecuciones

No hubo plenitud. Hubo noche
Noches con todos los paisajes
Borrados
Noches de matochos
Noches sin gargantas
Tragando sin ojos
Las palabras degolladas
De la sangre

Correlación de noches
Con ecos de acero
Hombros sin cabezas
Coagulados de sombras
Inventé la ESPERANZA
Y ella salí vestida
De crepúsculo
Inventé el ardor
Y me salieron pústulas:
Estrellas dolorosas
Lamiendo el luto de la intemperie

Me quise inventar
Y ya no hallé senos
Ni lunas
Ni tierra baldía
Sino calladas tumbas
Tumbas calladas el destino
Junto a las piedras
De nuestras desnudas ansias

Me di cuenta que el tiempo
Es así mientras la noche
Lo acecha
El tiempo sangra a solas
Como la luna menguante
De los disfraces:
Su boca es más voraz
Que la del hombre
Su boca pero también
Su memoria
Que tiene laberintos
Como los rascacielos.

4 de septiembre de 2003.



Poema Confusión Y Vicios De La Corte de Diego De Torres Villarroel



Mulas, médicos, sastres y letrados,
corriendo por las calles a millones;
duques, lacayos, damas y soplones,
todos sin distinción arrebujados;

gran chusma de hidalguillos tolerados,
cuyo examen lo hicieron los doblones,
y un pegujal de diablos comadrones,
que les tientan la onda a los casados;

arrendadores mil por excelencia;
metidos a señores los piojosos;
todo vicio, con nombre de decencia;

es burdel de holgazanes y de ociosos,
donde hay libertad suma de conciencia
para idiotas, malsínes y tramposos.



Poema Custodio Mío de Ana Rossetti



Salamandra es deseo
bebiendo en los topacios de un estanque,
en cielos de Giotto,
en las bóvedas húmedas de translúcida yedra.
Morera y vid se agotan en tu mano.
Es deseo caballo enloquecido
de temor bajo un raudal de agua,
cascada donde estalla el arcoiris,
desbaratada trenza entre piedras cayendo.
Brazo tuyo defensa en mi cintura.
Y como la belleza -desmesura, naufragio
o voluble liana que se empina hasta el cedro
sofocándolo- el deseo penetra y es herida.
Cuerpo tuyo, cercado que mi pasión desborda,
todo escudo en dócil miel fundido
y es inútil tu intento: a un labio enamorado
ni el laurel más mortífero detendría.
Ya no podrás lograr que permanezca intacta,
angélica tesela en su alto dominio,
que mi emoción recorte cual ciprés
en un parque atildado,
que contemple el abismo desde los barandales
y al vértigo resista.
Crueldad subyugadora es el deseo.
Y me entrego a su lanza, y ho quiero rehuir
su mordedura.
Apártate de mí, no quiero que me guardes,
que en mi cuerpo refrenes lágrimas ni jardines,
y antes de que las quejas aviven mi desprecio,
los avisos mi cólera, caiga sobre tus labios
-incendio alertador, granada suplicante-
la delicada muerte de mi olvido.



Poema Cuarto de Ana Rossetti



Apoyar la frente enfebrecida en la nublada celosía del confesionario. Enumerar los inasibles recorridos de la serpiente. Buscar un nombre para hacer cada crimen discernible. Dibujar las noches; las llagas de las paredes
encaladas en la oscuridad, brillando; los colibríes enzarzados, enredando sus lenguas de pistilo bajo los rígidos almidones de mis tocas. Apoyar la frente. Abandonarse. Sentir cómo el anillo que atenaza mi corazón, se me resbala por el pecho como un crisantemo decapitado.

De «Virgo Potens» 1994



Poema Cuando Mi Hermana Y Yo, Solteras, Queríamos Ser Virtuosas Y Santas de Ana Rossetti



Y cuando al jardín, contigo, descendíamos,
evitábamos en lo posible los manzanos.
Incluso ante el olor del heliotropo enrojecíamos;
sabido es que esa flor amor eterno explica.
Tu frente entonces no era menos encendida
que tu encendida beca*, sobre ella reclinada,
con el rojo reflejo competía.
Y extasiadas, mudas, te espiábamos;
antes de que mojáramos los labios en la alberca,
furtivo y virginal, te santiguabas
y de infinita gracia te vestías.
Te dábamos estampas con los bordes calados
iguales al platito de pasas
que, con el té, se ofrece a las visitas,
detentes y reliquias en los que oro cosíamos
y ante ti nos sentábamos con infantil modestia.
Mi tan amado y puro seminarista hermoso,
¡cuántas serpientes enroscadas en los macizos de azucenas,
qué sintieron las rosas en tus manos que así se deshojaban!
Con la mirada baja protegerte queríamos
de nuestra femenina seducción.
Vano propósito.
Un día, un turgente púrpura,
tu pantalón incógnito, de pronto, estirará
y Adán derramará su provisión de leche.
Nada podrá parar tan vigoroso surtidor.
Bien que sucederá, sucederá.
Aunque nuestra manzana nunca muerdas,
aunque tu espasmo nunca presidamos,
bien que sucederá, sucederá.
Y no te ha de salvar ningún escapulario,
y ni el terrible infierno del albo catecismo
podrá evitar el cauce radiante de tu esperma.

*Beca: especie de manto de seda o paño, que colgaba del cuello
hasta cerca de los pies, y que en algún tiempo usaron
sobre la sotana los eclesiásticos que tenían alguna dignidad.

De «Los devaneos de Erato» 1980



Poema Creí Que Te Habías Muerto de Ana Rossetti



Creí que te habías muerto, corazón mío,
en Junio.
Creí que, definitivamente, te habías muerto:
sí, lo creí.
Que, después de haber esparcido el revoloteo púrpura
de tu desesperación, como una alondra caíste en el
alféizar; que te extinguiste como el fulgor atemorizado
de un espectro; que como una cuerda tensa te rompiste,
con un chasquido seco y terminante.
Creí que, acorralado por tus desvaríos, traicionado por
los todavías, alcanzado por las evidencias, exhausto,
abatido, habías sido derribado al fin.
Y contigo, se desvanecieron los engarces entre
sentimientos, imágenes, suposiciones y pruebas.
Se me fueron abriendo las costuras de la memoria: ya
me estaba acostumbrando a vivir sin ti.
Pero tus fragmentos estallados se han ido
buscando, encontrando, cohesionándose como gotas de
mercurio, sin cicatriz ni señal.
Y ahí estás, otra vez inocente, sin acusar enmienda ni
escarmiento, guiando, dirigiendo, adentrando en ti el
peligro, como si fueras invulnerable o sabio, como si,
recién nacido apenas, ya fueras capaz de distinguir, en
el mellado filo del clavel,
la espada



Poema Cierta Secta Feminista Se Da Consejos Prematrimoniales de Ana Rossetti



«…Trabajada despiadadamente por un autómata
que cree que el cumplimiento de un cruel deber es
un asunto de honor.»
Andrea de Nerciat

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Démonos prisa desvalijándonos
destruyendo el botín de nuestros cuerpos.
Al enemigo percibo respirar tras el muro,
la codicia se yergue entre sus piernas.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
No deis pródigamente a la espada,
oh viril fortuna, el inviolado himen.
Que la grieta, en el blanco ariete
de nuestras manos, pierda su angostura.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Ya extendieron las sábanas
y la felpa absorbente está dispuesta.
para que los floretes nos derriben
y las piernas empapen de amapolas.
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Antes que el vencedor la ciudadela
profane, y desvele su recato
para saquear del templo los tesoros,
es preferible siempre entregarla a las llamas.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Expolio singular: enfebrecidas
en nuestro beneficio arrebatemos
la propia dote. Que el triunfador altivo
no obtenga el masculino privilegio.

Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.
Con la secreta fuente humedecida
en el licor de Venus,
anticipémonos,
de placer mojadas, a Príapo.
y con la sed de nuestros cuerpos, embriaguémonos.

Y besémonos, bellas vírgénes, besémonos.
Rasgando el azahar, gocémonos, gocémonos
del premio que celaban nuestros muslos.
El falo, presto a traspasarnos
encontrará, donde creyó virtud, burdel.

De «Los devaneos de Erato» 1980



Poema Chico Wrangler de Ana Rossetti



Dulce corazón mío de súbito asaltado.
Todo por adorar más de lo permisible.
Todo porque un cigarro se asienta en una boca
y en sus jugosas sedas se humedece.
Porque una camiseta incitante señala,
de su pecho, el escudo durísimo,
y un vigoroso brazo de la mínima manga sobresale.
Todo porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se separan.

De «Indicios vehementes» 1985



Poema Cuando Me Trato Más, Menos Me Entiendo de Juan De Tasis, Conde De Villamediana



Cuando me trato más, menos me entiendo,
hallo razones que perder conmigo,
lo que procuro más, más contradigo
con porfiar y no ofender sirviendo.

La fe jamás con la esperanza ofendo;
desconfiando más, menos obligo;
el padecer no puede ser castigo,
pues sólo es padecer lo que pretendo.

De un agravio, señora, merecido
siempre será remedio aquel tormento
que cuanto mayor es, más se procura.
Porque para morir agradecido
basta de vos aquel conocimiento
con que nunca eché menos la ventura.



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