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Poema Sobrevivir A Veces de Antonio José Mialdea



Te pareces al mar cuando me susurras
y a través de ti me fugo de este mundo de sombras.
En mi angustia te busco con amapolas negras.
Te recorres mis sueños pero nunca me llamas.
A veces te siento volar desde el infinito,
pero tan en silencio…
Que al recostarte en el atardecer de mis labios
siempre acabas quebrándome el lenguaje.
Sólo tus grandes ojos fijos en los míos ausentes
Sobreviven la noche, juntos, insomnes.



Poema Si Ves Que Te Hablo Y Anochece de Antonio José Mialdea



Si ves que te hablo y anochece…
Si ves que te hablo y anochece
y el reloj sólo señala el tiempo de la espera.
Si tus ojos reflejan la soledad que existe
en aquella noche de amor de tanto frío.
Si los últimos perfiles de tu voz se ahogan
en aquel mar que aquella noche recorrimos.
No tengas miedo que así me has encontrado,
justo en el destello blanco que la luna
depositó sobre las orillas de tus labios,
justo donde comienza la agonía.



Poema Resumen De Este Sueño de Antonio José Mialdea



El universo
son los últimos colores de la tarde
y tus ojos infinitos.
La palabra,
en el lábil puerto de la espera
para no quebrar ingenua
ese mágico crepúsculo que eres,
que siento.



Poema París, Mayo Del 98 de Antonio José Mialdea



De ti sólo tu fuego,
la palabra desnuda,
la mirada de un océano
y el silencio de un beso naufragando
por la ribera del Sena en un cuadro de Chagall.
Fíjate qué poco quiero:
ser solamente un pincel sangrando
madrugadas eternas
en la carne temblorosa de tus senos.



Poema Love The View de Antonio José Mialdea



Liverpool, octubre de 1999

Te amo porque eres el otoño,
una lluvia ligera y la hierba mojada.
Te amo y tú ni siquiera lo sabes:
apenas si mi boca se ha posado sobre la miel que derramas.
Sólo cuando la luz de la tarde
detiene el tiempo para que sólo los dos existamos
creo en la ciudad de los jardines y del aire,
creo en la ciudad de la memoria y de los besos:
todos los sonidos del mundo se derraman por tus labios.



Poema La Espera Y La Lluvia de Antonio José Mialdea



Como ya no me quedan lágrimas en esta noche
esperaré para llorar tu ausencia con la lluvia.
Mientras tanto viviré en el último silencio
que me dejaste derramado por tus labios
para seguir amándote.
Cuando ya no me quede dolor en esta noche
entonces llegaré hasta tu balcón para morir
convertido en el sol que ilumina
y traspasa cotidiano tus ojos.



Poema Intentaré No Morir de Antonio José Mialdea



Después de tanto manantial de fuego
encendiendo mi piel de atardeceres ebrios
quién podrá sobrevivir
a este silencio tan oscuro.
Tu cuerpo, el aire y la palmera
la música que calla en el latir de tu pecho
mi voz que se ahoga si tu voz la llama.
Intentaré no morir
pero si muero
que me entierren recostado en tu palabra
y envuelto en azahar aunque sea invierno.



Poema He Muerto De Amor Algunas Veces de Antonio José Mialdea



Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.



Poema Entre El Café Y Tu Mirada de Antonio José Mialdea



Entre el café y tu mirada
algún verso escondido. Te llamo,
me llamas
y que decida este sorbo de sangre:
si hoy es preciso morir moriré
entre tu olor mojado de lirios
y abrazado a tus pies descalzos.
Mañana sólo es mañana.



Poema El Color Imposible De La Tarde de Antonio José Mialdea



Si tuviera que elegir
prefiero la distancia,
los colores imposibles de la tarde.
Prefiero estar perdido en medio de mis sueños.
Si tuviera que elegir,
elegiría tu silencio de amor que nunca llega.
Así no me recordarás a nadie.
Si tuviera que elegir
preferiría la carne de tus labios,
esa mezcla de futuro y de agonía,
ese puñal suave que me clavas
y que yo tan pronto olvido.



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