poemas vida obra alan mills

Poema Marca De Agua de Alan Mills



Lenta es la luz
cuando quiere alumbrar
los pozos de lo olvidado.
A Brodsky lo encerraron
por huevón,
por «parasitismo social»
y nadie supo entonces,
nadie sabe ahora
que muchos más quedaron
saludando muros eternamente.
Hay quienes esperan,
hay los que confían
en que sus huesos se abracen,
se froten y clamen por ellos.
Lenta es la luz y la luz es
la confirmación del abismo.
Estéril soñar con poetas apolíneos
que caminen, lloren, canten
con una marca de agua en el alma.
Inútil todo
y las bombas que amenazan
caer como cae la lluvia.



Poema Lejos de Alan Mills



cansa el cuerpo los huesos

el cielo es falso y lo vemos
(cúmulos de gas y mentira)

decir mujer es saberla sal
(esencia genesiaca de todo)
y no tener valor para arrancar
y poseer al amor en la tierra

soledad anuncia el polvo
que nada enseña siendo maestro
ese trazo inerme que recorre la tierra
esa ubicuidad cansada de esperarnos

el cielo es falso y lo vemos

bella lejanía:
una mujer triste
leyendo en la penumbra
una exactitud de carne suave
que no nos mira



Poema Fe de Alan Mills



A LAUREN MENDINUETA

Algunos vieron el fin
creyendo encontrar el principio.
Pero creyeron.
Así se han hecho las cosas siempre.
Y los cuerpos quieren creer
como saben hacerlo las almas
o escarbar la ausencia
hasta ver un estallido en el aire.
Un hombre desea tocar a una mujer.
Ansía arrebatarle otra labor al agua.
(Cuenta los días con rayones en los muros).
Está el cuerpo que grita
los jirones de luz abundando el olvido
la memoria de una vida futura
que existe porque ya era pensada.
Este hombre codicia esa mujer.
Su «vago ser» no acepta la pérdida.
Quiere hincarle palabras como dientes
verle la carne arrancándole sombras
sudar con ella igual a las bestias
que nada esperan y todo lo advierten.
Nadie está condenado a creer.
Pero creyendo nace un alivio
un respirar que se suaviza
y hace volver los ojos a ese soplo
que está en todas partes y espera.



Poema Fata Morgana de Alan Mills



Un hombre vio en el desierto
lampos de luz sobre las rocas
anuncios de la oscuridad que espera.
(las rocas son lágrimas secas
vestigios de alguna memoria
deseosa de asirse a la tierra).

Un hombre vio en la distancia
sorbos de luz separando cielos y arenas
y mares que transpiran ausencia.

Un hombre mira al mundo alejarse
cual espejismo o suave marea.



Poema Carne de Alan Mills



La carne piensa y no llora.
JUAN GELMAN

«La carne piensa», dijimos,
recordando a alguien
que ya olvidamos.
Y es la sangre
la que construye el instinto
y es el instinto
el que seduce a la muerte
y es la muerte
la que desata la sangre
y es la sangre
la que comprueba la vida.
Todo es circular,
todo vuelve.
(Decir que todo cambia
es una obviedad:
no está claro por qué
decirlo renueva la esperanza).
Los ojos de una madre
delatan que piensa en los hijos
aun cuando no piensa en ellos.
La carne recuerda y es ajena
a cualquier renunciación.
La verdad reside
en el brillo del cuchillo,
duele como la mordida
de un perro agotado de sueños.
Esta carne se somete al filo
y otras carnes alrededor de la tierra
lloran/ sangran
sin saber por qué.



Poema Alvaro De Campos Quiere Escribir Un Poema de Alan Mills



A MARIO MONTEFORTE,
quien me presentó a Pessoa

Sabe que no pertenece.
Se sabe sin lugar/ sin gente.
Abierto como Onán
a cualquier búsqueda
que no disponga encuentros
estira el papel/ lo mira.
No es sangre la que corre.
Es uno y no sabe que es otro.
(Tras avenidas
que esconden siglos silenciosos
voces atrapan otras voces).
Cuánta raíz escondida
y este no saber qué hacer
este no saber qué ser.
Abre la ventana.
Percibe que afuera está el infinito.
¿Llanto?

(Un destello).



Poema Al Final De La Montaña de Alan Mills



Erguido.

Parapetado a ras del cielo.

Las piedras rojas de la cumbre
encaminan pequeñas misericordias.

Un racimo de lluvia pretendió rebelarse,
sus compañeras en marabunta
lo condujeron con gravedad hacia abajo.

Mojó piedras negras.

Rapiña, carroña, qué más da;
en la cima se ve igual,
da lo mismo.

Parvadas de halcones
señorean los litorales.

Nubes desdentadas humedecen,
no aguantan la risa;
rostros que orientan hacia el fondo.

Un coyote acecha con lascivia;
el deseo es ver correr sangre
en sus tripas sedientas.

Insectos.

Relámpagos de gozo,
la agitación intensa de una rata
en el momento justo que el veneno
le devora agriamente las entrañas.



« Página anterior


Políticas de Privacidad