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Poema Isla Mujeres de Agustin Labrada Aguilera



Aquí el mar violenta sus azules contra los arrecifes y se siente un dolor de lejanías. Los náufragos que vienen de mi tierra conocen esa soledad, una vuelta de tiempo hacia el sueño de quienes no llegaron a encontrar sus flores.

Por estas costas caminó José Martí y fragmentó su corazón que mucho le dolía por las sombras de Cuba, para decir a otros hombres la luz de sus violines, y volver por el rumbo de las mismas palabras hasta la almendra de un país por el mar asediado.

La distancia es violeta, las nubes mis colinas, alucinaciones que recuerdan a Heredia desde un buque avizorando el Pan de Matanzas, detrás del cual se erigían «las palmas deliciosas, que en las llanuras de mi ardiente patria nacen del sol…»

Un velero espiga desde el fondo del mar, que es el fondo del tiempo y el jardín del que fuimos exiliados. En cada giro descubre los cristales que no elegí para mi pesca, pero son sólo suyos, como mía es la confusión entre el día y lo eterno.

Únicamente me ha sido dado contemplar los horizontes y en ellos agonizo cuando arden las ceibas y los barcos, y me acostumbro a creer que el cartero no traerá la familia sobre la mar escrita mientras mi danza sea un duelo de ajedrez que nadie gana.



Poema Inventarme En El Vacío de Agustin Labrada Aguilera



En la balanza,
otros ojos definirán mi luz y mi tiniebla.

Mi propia nobleza fue la espada enemiga
y navegué muy solo,
sin poder elegir el arpa o el Infierno.

Qué denso es el camino de dos caras.
Si mentí, fue para inventarme en el vacío.
Si viajé sin llegar a la muerte,
fue para mí un misterio.

Vengo desde un pozo
adivinando el mundo entre la incertidumbre,
mientras un viejo siglo cruza
ante ese juez más sabio que es el tiempo.



Poema El Rastro De Los Ángeles de Agustin Labrada Aguilera



¿Quién tiene el as de oro?,
¿quién la ruta precisa
donde darán las buenas noches
sin que la barra el humo?

Todo fluye hacia un fin y crea la nueva ausencia.
No podemos asir nuestra fortuna,
traducir santo y seña en múltiples reinados
si hasta vencer nos deja un gesto ocre.

¿Adónde voy tras el rastro de los ángeles?
¿De qué vale fundar una cabaña,
una familia y una oración que pronto olvidaremos?
Ahí se asienta la fe como arca de polen,
sucesión de escenas insondables,
rescatadas un día por el vino.

Entonces la libertad se vuelve barco,
una extraña ciudad con otra llave,
Odiseo hacia una mujer de niebla.

Entonces la libertad es un jardín
para romper su grito contra el muro.



Poema El Fin De La Avenida Está En El Sable… de Agustin Labrada Aguilera



El fin de la avenida está en el sable de Calixto García, que a caballo se aquieta con la espuma. Yo lo contemplo acostado en el muro, que escinde la ciudad del universo, y alucino el jazz y las mujeres de aquellos trasatlánticos, apenas dibujados por sus luces.

Hace dos horas ardió un viñedo que una mujer y yo sembramos sin mucho corazón. Ahora estoy solo mirando al general tan lejos de su pueblo, que es el mío, cuyos bordes no lamen el océano sino la infinitud, el campo donde él también ardió siguiendo una bandera.

Le cifro mi secreto a un delfín que predice el día en forma de batalla y azulado como vuelo de danzón. Sé que así girará la rosa náutica, y en esa redondez que une las confusiones: le invade al general la desmemoria y comienza a nevar sobre mi enigma.



Poema Di Nombre A Un Astro de Agustin Labrada Aguilera



Di nombre a un astro
y oscureció mi pez como ese lirio,
negro para su estirpe,
frágil ante los soles,
borrado en el desierto por la luna.

Morirá una cigüeña,
si permito volar frente a este muelle
cuerpos y mares
que no navegaré,
cuando sean deseados y no vuelvan sus olas.

Doy mi pecho a las dagas
si arrastro a los demás hacia el naufragio
y pago cada reino
(su ballet y su pólvora)
sin atarme al verdor de una sola aventura.

Pero los epitafios
no rozarán mi sangre con su arena
mientras cruce el perfume
que refugia en sus alas
el placer insondable del más profundo estío.



Poema Con El Viento Y La Suerte de Agustin Labrada Aguilera



Se extiende mi voz,
alfanje hacia su noche,
hiere las máscaras,
se anilla entre los libros
y alumbra como tigre.

Libertad mía
de diálogo sin rostros,
¿me escucharás
como yo escucho al orbe
ahogarse en un naranjo?

Dibujo el fin
y agradezco al maizal
con sus espigas,
si los peces y el canto
viajan hasta mi mesa.

Ya vi borrarse
la sombra de aquel bote
rumbo a mi infancia,
y no trocó el regreso
ninguna melodía.

Madero soy
a la deriva o en el humo,
sin esa luz
de una boda secreta
con el viento y la suerte.



Poema Círculo Y Utopía de Agustin Labrada Aguilera



De falda en falda se trenza nuestra huida,
porque la libertad
se alisa con el miedo,
y muy contados hombres
podrían sostenerla entre sus cardos.

De la madre a la novia,
de la esposa a la amante,
de la amiga a la muerte,
buscamos esa hoguera que nos ata
todo un enorme siglo hasta el otro derrumbe.

Círculo y utopía,
¿dónde hay mayor oscuridad,
en la mesa sagrada o en la ciega aventura?
Ninguna flor nos gusta,
añoramos una seda inaccesible.

Nostálgicos, ansiosos,
no encontraremos nunca la caverna
-con su llama feliz-
ni un prado que nos baste
para saciar los sueños y morirnos.



Poema Así Justificamos El Terror de Agustin Labrada Aguilera



Uno se bebe el cielo cuando atardecen las ciudades, se desliga del mito y tensa otra figuración de la anarquía, que nos fragmenta al delinear la identidad en Juan o Pablo, el norte o el oeste. ¿Qué pensarán los otros cadáveres del mío?, si vamos camino a una densa estocada al trasegar los imperios que nos signa el espíritu, el peso de sus bajas profecías. Así justificamos el terror de trascender la oscuridad vivida, en bodas que traducen en cada lid algún significado: son muy breves las semanas del hombre.



Poema Antes Veía Los Astros de Agustin Labrada Aguilera



Detrás de nuestros vidrios todos acertamos
la doble faz de las épocas.
Pienso en el destierro dentro del mismo anillo,
la reconciliación que siempre nos visita
cuando ya hemos soterrado la confianza.

Antes veía los astros en las caras vecinas
y aquello que nombré alegría
era una tela que no logró velar su gran miedo.
También yo tuve miedo a la costumbre,
sólo pulsé mi audacia
y murmuré en blanco y negro imágenes de lo perdido.

Jamás aprenderemos que perder
es regresar en la neblina a los orígenes.

Ya arriesgué lo más puro,
no festejo los remordimientos,
no quiero traicionarme frente a tanto infinito,
quizá sea el extranjero que no encuentra su casa.



Poema Alucinantes Muros de Agustin Labrada Aguilera



Entre mi padre y yo está la guerra,
aunque a veces las balas sean este silencio,
un silencio que hiere
y levanta arrecifes con dragones,
mentiras herrumbrosas, alucinantes muros.

Cuando mis armas eran la inocencia,
año tras año fui
enumerando su demonios
hasta armarle una cruz para cada arponazo.

Ahora que la inocencia es un remo invisible,
descubro en mí demonios de mi padre
y la guerra renace como un lobo
que ha visto entre sus uñas
dos sables siempre grises condenados a muerte.



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