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Poema Espadas Insaciables de Agustin Labrada Aguilera



Flotan sobre Itaca
toda mi oscuridad
y mi fulgor:
espadas insaciables
que me vencen y cantan.

Tras sus gaviotas,
la madrugada exilia
mi corazón,
y alcanzarlo no logro
ni en un eco de alba.

Tres mil navíos
se ahogan en sus barrancos,
en los recuerdos,
y me toca en la fiesta
una cifra de olvido.

Di qué serpientes
anudaron el cielo
del pueblo mío,
fragmentado en la mar,
desterrado en el tiempo.

Di qué oraciones
desgarraron su mapa,
qué proas confusas
partieron su arcoiris
en un duelo infinito.



Poema Viendo Caer El Tiempo de Agustin Labrada Aguilera



A José Martí

Viendo caer el tiempo,
la alameda devuelve tus pasos como fin de la imagen,
ahora que la ceniza se dispersa en el río
y sólo tus palabras lo trascienden.
Palabras que se marcan en la niebla.
Se confunden los signos
entre el arco que lanza su verdad
y un hombre eternizado en lo más verde.

No es el mar nuestra casa,
aunque nos sea dada la sal todos los días.

Más pavoroso que esas aguas es pensar en el tiempo,
su círculo que se rompe en tu voz,
y avanzamos por ella
y soñamos algunas claridades.
Viendo caer las tardes al filo de la nada,
intentamos llegar a tu humildad
y borrar para siempre los homenajes mudos.

2

Tampoco yo he encontrado un signo
para indagar qué somos,
qué dejamos de ser,
qué arboleda beberá nuestra sequía;
ni al cerrar este cofre
en cuya cima se dibuja un mapa
con su trono, su ardiente litoral y su tragedia.

El ocaso se me ahonda en el pecho
y hace lenta la magia
de recordar tu cuerpo enrojeciendo el llano.

Veo caer el tiempo
conque viajan los trenes y es ya nuestra costumbre,
como esperar así por un milagro
mientras nos transfigura la profecía
de ese viento letal,
que nos condena a ver
cómo se adensa en tu nación de vidrio la penumbra.



Poema El Poema De Norma de Agustin Labrada Aguilera



He cruzado esta isla como fiesta de pobre
y creo en sus prodigios,
pero toda la angustia cae dormida a mis ojos
y no llego a decir más que la noche.

Cruzo otra vez la isla y trueco mi destino
entre personas que mueren
de su propio rencor cada mañana.
Pero tropiezo con tus ojos que piden
la eternidad de un dios sobre tu cuerpo,
y ya no hay nubes ni oscuros comerciantes,
sino un paisaje para recobrar
dos historias en una misma fruta.

Entrar en esa desnudez,
limpios de soledad, aireados por un sueño,
como quien toca al azar su buena suerte,
es la pequeña gloria de arder en tu belleza
sin ser un dios sobre tu cuerpo, un dios,
pero alcanzando así la eternidad.



Poema Nadie Alcanzó Jamás Esta Mañana… de Agustin Labrada Aguilera



Nadie alcanzó jamás esta mañana
sin desgarrarse en ocres despedidas,
cada fortuna esconde sus heridas
y el silente pavor de una campana.

Uno concibe a Dios como velero
en cuyas tablas se erigen las ciudades.
¿Navego en paz y son mis soledades
esos pájaros que fijan el sendero?

Qué poco dura en casa mi alegría,
flotando entre el azar y la sequía,
agotada ficción donde perduro.

La mañana se rinde al mediodía,
que desdibuja toda fantasía
cuando el reloj traiciona su conjuro.



Poema Yo Vivía En El Centro De Un Lago de Agustin Labrada Aguilera



Yo vivía en el centro de un lago.
En un extremo lloraban los vencidos,
en la otra margen se iba fundando el alba.

Mentían los presagios.
La vida, de secreto a secreto,
nunca exhibe la misma máscara.

Vivía en el centro de un lago
y me ahogaba antes de que amaneciera,
por eso hablo siempre en espejismos
y ya no pertenezco a ningún puerto.

Me hundía en las muchachas
y su penumbra para llegar a Dios,
aunque las hojas hiriesen sus vitrales.

Viví la fiebre de sus aguas,
una isla erigí después del miedo,
sólo a los inocentes les abriré la puerta.



Poema Tercer Poema Del Viaje de Agustin Labrada Aguilera



En casa esperaron las noticias del viaje.
Mis cartas eran un falso testimonio
cuando dejé escaparse el aguacero,
sin retener sus gotas en los párpados.
Entre duda y acción: toda la agonía,
y en ella he tejido los fragmentos
que una vez alegraron nuestro estar en el mundo.

Este año es el Apocalipsis
y la pesa declina hacia el punto más negro.
Una culpa tan magna nos ha empañado el viaje,
las cosas más queridas son formas desterradas
y espanta esa sirena,
próxima a una estación que no es la gloria.

En mi ausencia de casa, qué ha pasado,
a quién se han de rendir las alabanzas.
Nadie me reconoce,
ni me creerían
si dijera la fecha en que partí.
Me avergüenza volver como un extraño
y confirmar que la esperanza
es tan sólo sumar la tradición proscrita.

Después del horizonte no hay otra dinastía,
lo nombrado en sus lindes aún perdura
tras la remota pesadumbre con que arriba el olvido.
Nadie va a perdonar que fui a morir
y en el lado más negro descubrí las dos almas.
No he entendido a los hombres,
mi honor es conocer cuanto sufre el desnudo,
viajar ha sido un sueño y en el sueño no existo.



Poema Si Se Acercara El Fin de Agustin Labrada Aguilera



Junto al cementerio toca una banda municipal,
las efigies de sus músicos
labran una oración bajo la arena
y en sus notas se fugan los domingos.

Si lloviese, la cruz sería culpable.
Si pasara un murciélago
y se acercara el fin,
ninguno de nosotros hurgaría en sus ruinas.

Entonces, ¿por qué negar el testimonio
de esos seres que aplauden
como si tañeran la única certidumbre?

Has sentido de golpe cómo pasan las horas,
ya nada probará cuanto has vivido.
Desunes estos naipes en que lo cuentas todo
y aún te aguardarán,
antes de ser la arena donde tocan los músicos.



Poema Segundo Poema Del Viaje de Agustin Labrada Aguilera



Recordarás el viaje en un tiempo difícil,
donde la tempestad
no fue del todo fiel a sus poderes.
A la hora del caos,
alguna coordenada
dictó los privilegios de tu simple victoria.
No has descendido tanto,
un poco de claridad te salvaría.

Dos espejos ha tenido el viaje
y en los dos te has mirado.
Otros murieron en hazañas inútiles
sobre la curva de sus palabras,
y sueñan con una grandeza
semejante al desierto.

No concilies las sentencias finales,
pues el principio
no ha cesado en la tumba de Adán,
y omitir esas páginas
desgarraría a tu existencia el nombre.

El mayor triunfo ha sido
leer en tus lealtades
paso a paso sobre esta embarcación,
donde no buscas la majestad de los halcones,
sino los rostros fragmentados
del que regresa libre de un tiempo difícil.



Poema Qué Brújula Del Diablo de Agustin Labrada Aguilera



Cuando se llega por fin a lo soñado,
abatido bajo el polvo de esos mundos,
tiende a abismarse nuestra sed
si no hay misterio.
Volvemos peregrinos de nosotros
transfigurando la vasta lejanía.

El lobo nos protege en la tormenta,
la paloma nos oculta el camino,
el lobo y la paloma trastruecan sus dardos
y en una seña se diluyen.

(Embruja el talismán tanta certeza.)

Muy poco se eterniza,
las costas se oscurecen,
los meses murmuran el designio
que anunciaron los muertos.

¿Qué brújula del diablo nos convoca?



Poema Primer Poema Del Viaje de Agustin Labrada Aguilera



Errar en los códigos
que atravesaste soñando como ángel,
no justifica tu piedad por los años baldíos.

¿Cuántas veces al pie de la frontera
se hizo tu piel el doble que te habita?
Aquel deseo fue eclipsándose,
traicionado y traidor -como mal mercader-
que sólo obtuvo pérdidas y un hilo de misterio.

Andar por la llanura desolada
es una endurecida libertad,
y aunque no arribes a la entrada del templo,
vive la plenitud
que al levantarte ofrecen estos amaneceres.

No se deslizan tus pecados al fondo,
la salvación vuelve con la memoria
de los que morirán en tu recuerdo;
pero no reconozcas al marcharte
cuánto pudiste hacer y quedaste en lo oscuro,
pero no reconozcas haber perdido
si el paisaje no está vedado ante tus ojos.



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