poemas para enamorarse

Poema Mujer de Ariel Montoya



Tu cuerpo
mientras te desnudas
pareciera una guitarra
cubierta de suspiros
palpando en el aire
(herido de tus senos)
inventarios de besos afincados
en la abertura
musical de tu cuello.

Ahora
en esta cama,
en esta nave
victoriosa
en donde nuestros sexos
se entregan
sin reposo y sin vergüenza,
empapados
por la sábana que nos funde
en el sudor
de una sola sangre,
estremecido
por el choque
de nuestras palpitaciones,
es fácil
decirle miserable
a la tristeza
o infame
a la envidia
de quienes nos imaginan.

Esta noche
las estrellas
despiertan en tus manos,
y tus dedos,
velas del deseo,
alumbran
susurros penumbrosos.

Un chisporroteo
de esmeraldas
se desliza
sobre la mediación
de nuestros cuerpos:
son tus ojos
escarbando dulces
la imprevista
derrota del adiós.



Poema Epigrama de Pedro Shimose



Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;

después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?

un sillón en la academia
y una chequera.



Poema El Triunfo De La Muerte de Carlos Vitale



Non c′è di dolcezza che possa
uguagliare la Morte.
Dino Campana

1

Alguien lloraba
en el Camposanto de Pisa.
Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos
guardaban la escoria de los vivos.
La muerte siempre triunfa.
Silencio del Camposanto y fuera.
En alguna parte alguien llora.

2

Ahora que definitivamente no podrás contestarme
la espera se convierte en su propio botín.
Frágil, el día universal
volvió vana la precoz indignación.
Sólo la muerte es sólida.

3

Materias impuras
de un incierto dominio.
¿Qué claridad asoma
de su opaca presencia?
¿En su fluir existe
lo que velado pasa?
No hay belleza superflua.

4

Al filo dice madre de esperanza.
La generosa maldad de los oficios
no abandona a su servidor más encumbrado.
Nupcias de silencio llamadas
a heroicas ceremonias de nobleza.
Feliz del que quiere creer y cree.
Esta victoria es una trampa.

5

El ojo avanza y la mano no llega.
En medio, la costumbre de las cosas
la sombra de una luz extranjera.
No acierta el viajero a recordar
su desvelada imagen y el cansado espejo.
El ojo es el fracaso de la mano.
Su ojo es una luz extranjera.

6

Un colorido manto de sombrillas
protege el sueño de plenitud de la especie.
Cuerpos al sol en la tarde de agosto.
¿La tierra o el aire? ¿Los gusanos o el fuego?
Abusos de la imaginación en un mar de arena y carne.
Extensa mancha de horizontal destreza
que en la quietud encuentra su prodigio.
La ausencia es el milagro que repite.

7

La humillación
es el signo de los tiempos.
Para una voz lejana
un recuerdo presente.
Fragmentos de una máscara
que el azar reconstruye.
Temblor y oscuro afán.
Fiesta vedada.

8

Simultáneamente se vive en las ventanas.
Las mujeres se entregan a un futuro cercano
y el verano no encierra más que escasos deberes.
No será éste tampoco el día revelado.
Una mediocridad febril sustenta los objetos
en su reiterada formulación pasiva.
Ese que grita sólo pide un movimiento verdadero.
Sabores de espuma en un cuarto vacío.

9

Vagaba por la casa con ambición furtiva.
Una prisión doméstica bastaba
para hacer muros de huesos compartidos.
Temeroso escondía sus motivos de tregua
y callado esperaba las virtudes ajenas.
Nunca sabré quién era en realidad.
No distingo ni su voz que en este instante me habla.
Una parte de ignorancia y una parte de desdicha.

10

Una noche conjunta vimos
la cara del horror imperfecto.
¿De qué exilio volvía
a disiparse ante un gesto
de la desolación severa?
Con la gravedad de un cadáver hastiado
anfibio mostraba la boca rigurosa.
Venga ahora la luz.
Ya llegará el tiempo de mirar lo oscuro.



Poema Llegué Cuando Una Luz Muriente de María Victoria Atencia



Llegué cuando una luz muriente declinaba.
Emprendieron el vuelo los flamencos dejando
el lugar en su roja belleza insostenible.
Luego expuse mi cuerpo al aire. Descendía
hasta la orilla un suelo de dragones dormidos
entre plantas que crecen por mi recuerdo sólo.

Levanté con los dedos el cristal de las aguas,
contemplé su silencio y me adentré en mí misma.



Poema El Bolero Del No de Johanna Godoy



Yo no tengo que fingir
no tengo que pensar
lo que Otro quiera

No tengo que sonreír
ni mirarte
si no quiero

Debes saberlo:

No vuelvo
no
porque no pueda
sino porque no quiero

Avísame
cuando requieras:

más tiempo
más atención
más dinero
más sexo

Para entonces
espero estar tan lejos
que tu búsqueda sea
solitariamente abrumadora.
Aún más que la mía.

Debes saberlo:

No vuelvo
no
porque no pueda
sino porque no quiero

Quisiera mencionar
tu mejor valor

Pero no me sirves

ni en la cama
ni en secreto
ni en discusión

Debes saberlo:

No vuelvo
no
porque no pueda
sino porque no quiero

Quién asegura
que tu mano tendida
es signo de bondad

Es sólo
gesto agresivo
de soledad

Debes saberlo:

No tengo que sonreír
ni mirarte
y no vuelvo
porque ya no quiero



Poema Ecos De Casa Vacía (viii) de Carmen Matute



Tengo miedo.
Qué difícil contarte esta verdad,
porque tú no sabes nada
sobre su vestimenta leve,
que se va deslizando
por los huesos
y se prende
como una enredadera amarga
en lo más hondo
de las raíces de la vida.
Qué importa.
Todo es tan inútil.
Uno está atrapado,
encogido como un feto,
sin luchar,
porque el miedo bestial
te ahoga, te aprisiona.
No hay sueños, ni recuerdos.
Sólo el agua glauca,
maligna,
que sumerge el cuerpo tembloroso
dentro del miedo.



Poema Soneto De Repente de Lope Félix De Vega



De «La niña de Plata»

Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y aun parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.



Poema Espadas Insaciables de Agustin Labrada Aguilera



Flotan sobre Itaca
toda mi oscuridad
y mi fulgor:
espadas insaciables
que me vencen y cantan.

Tras sus gaviotas,
la madrugada exilia
mi corazón,
y alcanzarlo no logro
ni en un eco de alba.

Tres mil navíos
se ahogan en sus barrancos,
en los recuerdos,
y me toca en la fiesta
una cifra de olvido.

Di qué serpientes
anudaron el cielo
del pueblo mío,
fragmentado en la mar,
desterrado en el tiempo.

Di qué oraciones
desgarraron su mapa,
qué proas confusas
partieron su arcoiris
en un duelo infinito.



Poema Nocturno 4 de Silvia Favaretto



En la noche marina
pintada con pinceladas azul cobalto,
sobre este mar oscuro
que respira?
¿Dónde terminó
la promesa de Zefiro?
¿Cuándo cesará
este aullido en el tórax
que te llama?
¿Cómo haré para callarlo
sin matar
mi propio corazón?
¿Existe un lugar
suficientemente lejos
adónde huir
si aquello de que huyo
es el correr de mi sangre?
Y si el matar al corazón
no hace morir también el alma,
¿Dónde habrá otro mar gris
donde, viuda, pueda yo correr
sin tener que aguantar
el estruendo de estas estrellas
y el violento recuerdo
que clava las uñas
en mi piel demasiado clara
para soportar otros rayos de luna??

De La carne del tiempo, Editorial Artificios, Bogotá, 2002



Poema Viaje de Alfonsina Storni



Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.
Es la misma de anoche,
la misma de mañana.
Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.
Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.
¡Oh! la luna ha movido
sus dos labios de plata.
¡Oh! la luna me ha dicho
las tres viejas palabras:
«Muerte, amor y misterio…»
¡Oh, mis carnes se acaban!
Sobre las carnes muertas
alma mía se enarca.
Alma ?gato nocturno?
sobre la luna salta.
Va por los cielos largos
triste y acurrucada.
Va por los cielos largos
sobre la luna blanca.



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