Poema No, No Aparta A Dos Almas Amadoras de William Shakespeare



No, no aparta a dos almas amadoras
adverso caso ni crüel porfía:
nunca mengua el amor ni se desvía,
y es uno y sin mudanza a todas horas.

Es fanal que borrascas bramadoras
con inmóviles rayos desafía;
estrella fija que los barcos guía;
mides su altura, mas su esencia ignoras.

Amor no sigue la fugaz corriente
de la edad, que deshace los colores
de los floridos labios y mejillas.

Eres eterno, Amor: si esto desmiente
mi vida, no he sentido tus ardores,
ni supe comprender tus maravillas.

Versión de Miguel Antonio Caro



Poema Yo Quisiera Contarlo de Concha Lagos



Yo quisiera contarlo como una triste historia,
pero ya no es posible.
El tiempo cicatriza con días las heridas;
tal vez esté olvidado como olvida el muchacho
la reciente caída.

A veces, el recuerdo me acerca aquella angustia,
impidiendo que aspire a raudales la vida.
Es un algo enojoso esa cortante arista
que roza mi alegría.

Si pudiera contarlo con palabras precisas,
decir: «Fue justo de este modo…»,
«Comenzó en tales días…»

Pero ya no es posible,
¡se olvida tan aprisa!



Poema Íntimas de Paul Éluard



Te deslizas en la cama
De leche helada tus hermanas las flores
Y tus hermanos los frutos
Por el rodeo de sus estaciones
En la aguja iridisada
En la cadera que se repite
Tus manos tus ojos y tus cabellos
Se abren a los crecimientos nuevos
Perpetuos

Espera espera espera
Que vas a sonreírte
Por primera vez

Espera
Que vas a sonreírte
Para siempre
Sin pensar en morir.



Poema Exilio de Jorge Boccanera



Expulsados de la selva del sur de Sumatra
por los hombres que vienen a poblarla, 130
elefantes emprendieron hoy una larga marcha
de 35 días hacia la nueva ciudad que les fue
asignada.
(AFP. 18/11/82

No hay sitio para los elefantes.
Ayer los expulsaron de la selva en Sumatra,
mañana alguien les impedirá la entrada al Unión Bar.
Yo integro esa manada hacia Lebong Hitam,
yo sigo a la hembra guía,
cargo con la joroba de todas mis valijas sobre las
cuatro patas del infierno.

Llegarán a destino-dijo un diario de Yakarta.
los colmillos embisten telarañas de niebla.
Llegarán a destino,
viejas empalizadas que sucumben bajo mareas de
carne.
Llegarán, dijo el diario.

Mas la estampida cruza por suelos pantanosos
y mi patria-la mía- es sólo esta manada de elefantes
que ha extraviado su rumbo.

¡Guarde celosamente la selva impenetrable este ulular
de bestias!
Tambores y petardos, acompañan.
Algo del polvo que levantan, es mío.



Poema Sótano Del Recuerdo de Ana Ajmatova



Es pura tontería que vivo entristecida
y que estoy por el recuerdo torturada.
No soy yo asidua invitada en su guarida
y allí me siento trastornada.
Cuando con el farol al sótano desciendo,
me parece que de nuevo un sordo hundimiento
retumba en la estrecha escalera empinada.
Humea el farol. Regresar no consigo
y sé que voy allí donde está el enemigo.
Y pediré benevolencia… pero allí ahora
todo está oscuro y callado. ¡Mi fiesta se acabó!
Hace treinta año se acompañaba a la señora,
hace treinta que el pícaro de viejo murió…
He llegado tarde. ¡Qué mala fortuna!
Ya no puedo lucirme en parte alguna,
pero rozo de las paredes las pinturas
y me caliento en la chimenea. ¡Qué maravilla!
a través del moho, la ceniza y la negrura
dos esmeraldas grises brillan
y el gato maulla. ¡Vamos a casa, criatura!

¿Pero dónde es mi casa y dónde mi cordura?



Poema Canción Para Los Ojos de Emilio Prados



Lo que yo quiero saber
es dónde estoy…
Dónde estuve,
sé que nunca lo sabré.
Adónde voy ya lo sé…

Dónde estuve,
dónde voy,
dónde estoy
quiero saber,
pues abierto sobre el aire,
muerto, no sabré que, soy vivo,
lo que quise ser.

Hoy lo quisiera yo ver;
no mañana:
¡Hoy!



Poema Una Roca Por Mitades de Luis Alberto Arellano



Tiembla
cielo
han llegado
son los bárbaros que asoman
al horizonte de la acrópolis.

Han venido de tan lejos, distinta tierra
a la que nombramos madre
con sus batallas deslizándose en la niebla
con sus caballos de formas extrañas, sus magos que todo
lo crean, con sus cacharros y sus vicios
con el cruel hábito de los vientres unidos
en mutua soledad
hembra y macho olvidando
en otra boca.

Son ellos, los bárbaros, después de tanto desenlace
ellos sabrán qué hacer
con nuestros dioses, mudos y furiosos
los desbocados augurios
y el silencio sospechoso de las aves.
Ellos podrán, lo sabemos, aliviar
los despojos de nuestra ruina.

Ha ya tiempo que nuestros hombres
solo miran placer en otro hombre
que las féminas se desquician solitarias
como la roca partida por mitades
llorando agua
como los avisos
de líquidos minerales que se dejan escuchar
en boca de los ciegos o las vírgenes.
Ellos, los otros, vendrán cargados de sus hijos y sus madres
llevando a cuestas el hogar y las cenizas
sus muertos, la peste, el fuego.

El vigía en torre grita paciencia
que no son ellos. Los harapos y el desánimo
son nuestro viejo rey y la corte
el polvo que les cubre es de esta tierra
por muy lejano que haya sido el viaje.

Él partió a su encuentro siendo joven
hubo quien juraba haberles visto.
Ahora regresa y la ciudad tiene puertas selladas.
Creímos que eran ellos, lo juro
pero es sólo la maldita costumbre de esperarlos.



Poema Por Tu Pie, La Blancura Más Bailable de Miguel Hernandez



Por tu pie, la blancura más bailable,
donde cesa en diez partes tu hermosura,
una paloma sube a tu cintura,
baja a la tierra un nardo interminable .

Con tu pie vas poniendo lo admirable
del nácar en ridícula estrechura,
y adonde va tu pie va la blancura,
perro sembrado de jazmín calzable.

A tu pie, tan espuma como playa,
arena y mar, me arrimo y desarrimo
y al redil de su planta entrar procuro.

Entro y dejo que el alma se me vaya
por la voz amorosa del racimo:
pisa mi corazón que ya es maduro.



Poema Miedo de José Manuel Caballero Bonald



Mil veces he intentado
decirte que te quiero,
mas la ardorosa confesión, mi vida,
se ha vuelto de los labios a mi pecho
¿Por qué, niña? Lo ignoro,
¿Por qué? Yo no lo entiendo,
Son blandas tu sonrisa y tu mirada,
dulce es tu voz, y al escucharla tiemblo.
Ni al verte estoy tranquilo,
ni al hablarte sereno,
busco frases de amor y nos la hallo.
No sé si he de ofenderte y tengo miedo.
Callando, pues, me vivo
y amándote en silencio,
sin que jamás en tus dormidos ojos
sorprenda de pasión algún destello.
Dime si me comprendes,
si amarte no merezco.
Di si una imagen en el alma llevas…
Mas no… no me lo digas…¡tengo miedo!
Pero si el labio calla,
con frases de los cielos
deja, mi vida, que tus ojos digan
a mis húmedos ojos… ya os entiendo
deja escapar el alma
los rítmicos acentos
de esa vaga armonía, cuyas notas
tiene tan sólo el corazón por eco.
Deja al que va cruzando
por áspero sendero,
que si no halla la luz en la ventana,
tenga la luz de la esperanza al menos.
Callemos en buena hora
pues que al hablarte tiemblo,
mas deja que las almas, uno a uno,
se cuenten con los ojos sus secretos…
Dejemos que se digan
en ráfagas de fuego
confidencias que escuche el infinito
frases mudas de encanto y de misterio.
Dejemos, si lo quieren,
que sientas lo que siento,
beso puro que engendren las miradas
y que tan bello porvenir es nuestro.
Dime así que me entiendes,
que estallen en un beso,
que es el porvenir de luz y flores
y suba sin rumor hasta los cielos.
Di que verme a tus plantas
es de tu vida el sueño,
dime así cuanto quieras…. cuanto quieras.
De que me hables así… no tengo miedo.



Poema Flores Negras de Julio Florez



Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
entre polvos de ensueños y de ilusiones
yacen entumecidas mis flores negras.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas
en que presa en mis brazos te adormecías,
mientras yo suspiraba por las auroras
de tus ojos, auroras que no eran mías.

Ellas son mis dolores, capullos hechos;
los intensos dolores que en mis entrañas
sepultan sus raíces, cual los helechos
en las húmedas grietas de las montañas.

Ellas son tus desdenes y tus reproches
ocultos en esta alma que ya no alegras;
son, por eso, tan negras como las noches
de los gélidos polos, mis flores negras.

Guarda, pues, este triste, débil manojo,
que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
guárdalo, nada temas, es un despojo
del jardín de mis hondas melancolías.



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