Poema No Sé De Dónde… de Marosa Di Giorgio



No Sé De Dónde... de Marosa Di Giorgio. Te invitamos a recorrer los poemas de Marosa Di Giorgio. Disfruta también de nuestros poemas del alma, de amor, de amistad , de familia, etc. Otros poemas que pueden interesarte son: Era La Noche De Mi Casamiento..., Está En Llamas El Jardín Natal (fragmentos), Este Melón Es Una Rosa..., Estoy Sentada En Medio De La Soledad Del Bosque..., La Arboleda Luctuosa Giraba Como El Mar..., Las Flores De Zapallo Corren Por El Aire..., Aquí puedes acceder a los mismos o ver toda la poesia de Marosa Di Giorgio


Poema No Sé De Dónde... de Marosa Di Giorgio

No sé de dónde lo había sacado mi padre ?él no salía nunca?; tal vez, desde el linde mismo del campo; allí estaba, el nuevo cuidador de las papas. Le miré la cara color tierra, llena de brotes, de pimpollos, la casaca color tierra, las manos extrañamente blancas y húmedas, que tentaban a cortarlas en rodajas y a freírlas. Pero, el abuelo no dijo nada y mi madre, tampoco. Sólo los perros adivinos empezaron a dar saltos y a gruñir y hubo que echarlos al jardín y ponerles cerrojo. Él se marchó, escopeta al hombro, hacia el gran cantero; allí quedaría bajo la luna, apuntando a los posibles ladrones, a las zorras que bajaran del bosque, y, sobre todo, a las liebrecitas roedoras.

Pero, cuando cayó toda la sombra, mi raro corazón ya caminaba a saltos, manejando una sangre ya confusa, fui a ver a mi madre; ella estaba apoyada en la ventana, su recto perfil mirando hacia las sombras; no me atrevía a decirle nada. Volví a mi alcoba, cerré las puertas; los astros, con su plumaje de colores empezaron a volar de este a oeste, de un mundo a otro; me levanté, crucé el jardín, los perros gruñeron, no tenía miedo, había tal resplandor, además, conocía todos los escondites, los subterfugios, hubiera podido desaparecer bajo la tierra. Lo terrible fue que él me estuvo apuntando desde el principio. Cuando mordí la primera ramita, disparó, caí, me dio por muerta. Durante toda la noche, aunque soñé cosas increíbles, mis ojos permanecieron abiertos y mis largas orejas se mantenían atentas; sólo mis cuatro patitas entrechocaban temblando.

Al alba él me tomó, me alzó, la sangre rodó por mis flancos. Caminaba hacia la casa; ya, allá, había un rumor confuso, alguien estaría levantado, ya en la cocina; tal vez, los abuelos. El entró ?mis ojos se nublaron terriblemente?, me arrojó allí; dijo: ?Noche tranquila. Una sola liebre.





Mas poemas de Marosa Di Giorgio


Poemas de Otros Autores


Mas Poetas Para Disfrutar

No hay comentarios »

No hay comentarios.

Deja un Comentario



Políticas de Privacidad