Poema El Barón De Escandinavia de Vicente Molina Foix
Sí, puedo perfectamente recordar que sucedía en la noche
		por el ruido preciso y espectacular -que aún estalla en mi rostro-
		de los espolones de la guardia de corps, difícilmente sujeta
		a sus señores en unos tiempos, aquellos de los que os hablo,
		sembrados del desorden y la más indisciplinada nocturna
		diversión desconsiderada. Nos sentamos, mi protector y yo,
		en el banco frontal a la iglesia Nazarena, y allí escuché, arrobado,
		el maligno relato. Él había conocido bien al Barón, y de aquel trato
		su conocimiento tan pormenorizado del color rojizo que tenía
		en el pelo y el amor antinatural que aún le profesaba.
		Hubo un rasgo en la historia, con todo, que me asombró: el lobo
		calzaba medias en lugar de mirliflores, como suele ser habitual,
		y la princesa, no siendo una belleza deslumbrante, se negaba
		una y otra vez a hacerse pasar por coqueluche y por amante de la Bestia,
		ignorando la tonta que estas uniones un poco fuera de lo normal
		siempre reportan después grandes beneficios, y renombre.