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Poema Quiero Apenas de Jorge Gaitán Durán



Presto cesó la nieve, como música.
Pájaros y verdes cruzan por el frío.
Vas a morir, me dicen. Tu enfermedad
es incurable. Sólo puede salvarte
el milagro que niegas.
Mas quiero apenas
arder como un sol rojo en tu cuerpo blanco.



Poema Veré Esa Cara de Jorge Gaitán Durán



Voy a vivir contigo y contra ti.
Roma en llamas, la casa de los dos
tiene un cuarto vacío. Nuestro Dios
ha partido. Todo cuanto le di

me comenzó a pesar: mi baladí
fervor de adolescente. Grité: Nos
reclama cada ser; o: Todos los
Hombres son nuestros hermanos. ¡Mentí!

Ahora sé que renegué del cielo
por nada. Inane César, porto el duelo
de un mundo sin amor ni paz ni fe.

Eres cuanto me queda: la postrera
mirada fiel. ¡El terror persevera,
Cara! Cuando me abraces, te veré.



Poema Verano, Uvas, Río de Jorge Gaitán Durán



El tiempo pasa por el río
tan dulcemente como fluye
el agua. Lleva al nadador
adolescente, enjuto, rojo,
que bajo el sol de los venados
come uvas. Las más doradas
avispas del día lo aturden
con zumbidos, destellos, brisas
rápidas. Cuando siente un aire
de luna, aléjase silbando
por la orilla.

Se reconoce
el extranjero en ese instante
de demorada luz y fresca
sombra y vaho entre las frutas.
Mas ya nada es suyo. verano,
uvas, río, todo concluye
con la noche que envuelve y borra
la juvenil cabeza rubia.
Por la ciudad natal en fiesta
desconocid0 cruza el hombre.



Poema ¡vengan Cumplidas Moscas! de Jorge Gaitán Durán



Cuántas veces de niño te vi
cruzar por mi alcoba de puntillas.
Enhebrabas tu aguja con manos
más ligeras que los días.

Luego te olvidé. No es poca cosa
vivir. El mundo es bello y el deseo
vasto. (Que lo diga Ulises,
cuando nada en el mar y come uvas
después de la batalla). Mas cada
año acortabas el hilo, zurcidora
aplicada.
Como una madre
o Penélope siempre lozana me has
guardado fidelidad. ¡La única!

Empollabas la herencia con tus
mimos. Solícita, cuidabas huesos,
dientes, toda la ruin materia
que te ceba.
¿Vale más el alma?
No encontraste nada en la mía
que e hiciera rey. Quedaba poco
cuando destapaste el pudridero.

¡Vengan cumplidas moscas! Hoy te pago
el ansia con que viví cada momento.



Poema Siesta de Jorge Gaitán Durán



«Voy por tu cuerpo como por el mundo».
Octavio Paz

Es la siesta feliz entre los árboles,
traspasa el sol las hojas, todo arde,
el tiempo corre entre la luz y el cielo
como un furtivo dios deja las cosas.
El mediodía fluye en tu desnudo
como el soplo de estío por el aire.
En tus senos trepidan los veranos.
Sientes pasar la tierra por tu cuerpo
como cruza una estrella el firmamento.
El mar vuela a lo lejos como un pájaro.
Sobre el polvo invencible en que has dormido
esta sombra ligera marca el peso
de un abrazo solar contra el destino.
Somos dos en lo alto de una vida.
Somos uno en lo alto del instante.
Tu cuerpo es una luna impenetrable
que el esplendor destruye en esta hora.
cuando abro tu carne hiero al tiempo,
cubro con mi aflicción la dinastía,
basta mi voz para borrar los dioses,
me hundo en ti para enfrentar la muerte.
El mediodía es vasto como el mundo.
Canta el cuerpo en la luz, la tierra canta,
danza en el sol de todos los colores,
cada sabor es único en mi lengua.
Soy un súbito amor por cada cosa.
Miro, palpo sin fin, cada sentido
es un espejo breve en la delicia.
Te miro envuelta en un sudor espeso.
Bebemos vino rojo. Las naranjas
dejan su agudo olor entre tus labios.
Son los grandes calores del verano.
El fugitivo sol busca tus plantas,
el mundo huye por el firmamento,
llenamos esta nada con las nubes,
hemos hurtado al ser cada momento,
te desnudé a la par con nuestro duelo.
Sé que voy a morir. Termina el día.



Poema Si Mañana Despierto de Jorge Gaitán Durán



De súbito respira uno mejor y el aire de la primavera
llega al fondo. Mas sólo ha sido un plazo
que el sufrimiento concede para que digamos la palabra.
He ganado un día, he tenido el tiempo
en mi boca como un vino.

Suelo buscarme
en la ciudad que pasa como un barco de locos por la noche.
Sólo encuentro un rostro: hombre viejo y sin dientes
a quien la dinastía, el poder, la riqueza, el genio,
todo le han dado al cabo, salvo la muerte.

Es un enemigo más temible que Dios,
el sueño que puedo ser si mañana despierto
y sé que vivo.
Mas de súbito el alba
me cae entre las manos como una naranja roja.



Poema Sé Que Estoy Vivo de Jorge Gaitán Durán



Sé que estoy vivo en este bello día
acostado contigo. Es el verano.
Acaloradas frutas en tu mano
vierten su espeso olor al mediodía.

Antes de aquí tendernos, no existía
este mundo radiante. ¡Nunca en vano
al deseo arrancamos el humano
amor que a las estrellas desafía!

Hacia el azul del mar corro desnudo.
Vuelvo a ti como al sol y en ti me anudo,
nazco en el esplendor de conocerte.

Siento el sudor ligero de la siesta.
Bebemos vino rojo. Esta es la fiesta
en que más recordamos a la muerte.



Poema Se Juntan Desnudos de Jorge Gaitán Durán



Dos cuerpos que se juntan desnudos
solos en la ciudad donde habitan los astros
inventan sin reposo el deseo.
No se ven cuando se aman, bellos
o atroces arden como dos mundos
que una vez cada mil años se cruzan en el cielo.
Sólo en la palabra, luna inútil, miramos
cómo nuestros cuerpos son cuando se abrazan,
se penetran, escupen, sangran, rocas que se destrozan,
estrellas enemigas, imperios que se afrentan.
Se acarician efímeros entre mil soles
que se despedazan, se besan hasta el fondo,
saltan como dos delfines blancos en el día,
pasan como un solo incendio por la noche.



Poema Quiero de Jorge Gaitán Durán



Quiero vivir los nombres
Que el incendio del mundo ha dado
Al cuerpo que los mortales se disputan:
Roca, joya del ser, memoria, fasto.
Quiero tocar las palabras
Con que en vano intenté hurtarte
Al duelo de cada día,
Estela donde habitaban los dioses,
Hoy lisa, espacio para el gesto imposible
Que en el mármol fije el alma que nos falta.
No quiero morir sin antes
Haberte impuesto como una ciudad entre los hombres,
Quiero que seas ante la muerte
El único poema que se escriba en la tierra.



Poema No Pudo La Muerte Vencerme de Jorge Gaitán Durán



No pudo la muerte vencerme.
Batallé y viví. El cuerpo
infatigable contra el alma,
al blanco vuelo del día.

En las ruinas de Troya escribí:
«Todo es muerte o amor»,
y desde entonces no tuve
descanso. Dije en Roma:

«No hay dioses, sólo tiempo»,
y desde entonces no tuve
redención. Callé en España,
pues la voz de la ira desafiaba
al olvido con mis tuétanos,
mis humores, mi sangre; y
desde entonces no ha cesado
el incendio.

De reposo
le sirva tierra extranjera
al héroe. Cante fresca hierba
como abeja del polvo por sus
párpados. Yo no me rindo:
quiero vivir cada día en
guerra, como si fuera el último.

Mi corazón batalla contra el mar.



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