Poema La Noche De Grafito de Ana Istaru
Una mujer
		presiente el eco de la tierra en sus entrañas.
		Agita su pandero, su cúpula de carne.
		La están nombrando a voces.
		Hay sirenas barrocas que rondan por su cuarto,
		un nudillo invisible,
		un ariete que empuja y quiere tocar el aire,
		salir para mirarla, morder el verbo madre,
		asaltarle los pechos,
		ser colibrí.
		Una mujer
		se abalanza a la noche,
		viaja en un riel de plata,
		no le importa la lluvia ni el fragor del silencio.
		El corazón le escuece como un verbo indomable.
		Rememora el fermento de esposo que bebiera,
		las nueve lunas lánguidas.
		Una mujer
		ha atravesado el aura de una ciudad que duerme,
		la noche de grafito.
		Desanuda su claustro, se adentra en sus entrañas.
		No espera más.
		No vuelve más.
		Emite el 		canto azul de las ballenas.
		Está jurando amor
		por un desconocido.
		Una mujer
		celebra
		un himeneo de fuego
		con la vida.
		De 		«Verbo madre» 1995