Poema De «los Besos De Amor» de Juan Melendez Valdes



Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,

cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,

y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,

y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,

ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,

entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.



Poema Cien Sonetos De Amor de Pablo Neruda



Soneto LXXXIV

Una vez más, amor, la red del día extingue
trabajos, ruedas, fuegos, estertores, adioses,
y a la noche entregamos el trigo vacilante
que el mediodía obtuvo de la luz y la tierra.
Sólo la luna en medio de su página pura
sostiene las columnas del estuario del cielo,
la habitación adopta la lentitud del oro
y van y van tus manos preparando la noche.
Oh amor, oh noche, oh cúpula cerrada por un río
de impenetrables aguas en la sombra del cielo
que destaca y sumerge sus uvas tempestuosas,
hasta que sólo somos un solo espacio oscuro,
una copa en que cae la ceniza celeste,
una gota en el pulso de un lento y largo río.



Poema Sensibilidad de Pedro Valle



Cierta vez el mar de la noche entró a mi cuarto

Desde entonces mis sueños se llenan de estrellas



Poema Qué Tengo Yo Que Mi Amistad Procuras de Lope De Vega



¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura[s] soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!



Poema Cien Sonetos De Amor de Pablo Neruda



Soneto XI

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.
Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.
Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas
y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente
como un puma en la soledad de Quitratúe.



Poema Viene La Noche de Else Lasker-schuler



Viene la noche y me sumerjo en las estrellas,
Para no olvidar en el alma el camino a casa
Pues se enlutó hace mucho tiempo mi pobre país.

Descansan nuestros corazones emparentados de amor,
Emparejados en una cáscara:
Blancas almendras-

Sé que tienes, como antes, mi mano
Encantada en la eternidad de la lejanía…
Ah, mi alma crujió cuando me lo confesó tu boca.

Versión de Sonia Almau



Poema Ajena de María Rosal



Ajena a la cordura, con la pasión al hombro ensangren-
tado por breves mordeduras de placer, camina.
Nadie le ha dado un nombre. Todavía retumban en la plaza
las aguas silenciosas del olvido, ciegas en la distancia de
los cuerpos.
Nadie la ha despojado. No hay más verdad que la que lleva a
cuestas con los ojos abiertos y la palabra humilde.
Porque
nunca en el hartazgo del amor conoció el límite, el
resplandor inmóvil del ahorcado.
Ella sola es un cuerpo y su pregunta.
Ella, una ofrenda y una túnica de esparto.
Ella, la menor de todas las hermanas de la tierra, la que
acaba de nacer y pide un canto, la que teje de día
los hilos translúcidos de las mareas, la que teje de noche
el manto negro del amor inmóvil.
Ella, los pezones erectos, implora una vasija donde albergar
la leche que un fauno va extrayendo con un diente de
oro.



Poema Si Vuelvo A La Mujer de Juan Sánchez Peláez



Si vuelvo a la mujer, y comienzo por el pezón que me trae
desde su valle profundo, y recupero así mi hogar en el
blanco desierto y en la fuente mágica.

Si alzando los brazos, corto la luna.
Si pregunto: ¿y nuestro amor?
Si ella y yo nos encontramos muy ufanos.

Si la mujer sensible se inclina de nuevo a la tierra, Estrella
cálida, azul y azur.

Si se detiene bajo la lluvia, inmóvil, más inmóvil que todos
los siglos reunidos en una cáscara vacía.

Si en la grey estamos de paso y vamos aprisa. si la
vida teje la trama ilusoria. si es difícil en las
condiciones en que trabajo, ser la compasión de nadie.

Sin fingir y sin apoyo en las varillas mágicas de la loba,
no olvidas comenzar por el pezón.

Si con el mismo ojo del precioso líquido que es la tarea
de las nubes.

Si son desenvueltas mis maneras me pesa el habla.
Si no nos pillan.
Si salgo en lugar de los pensamientos.
Si borro el brote difuso en mi desvelo.
Si hace frío, si la mañana es clara.
Si vuelvo a ti, si muero, si renazco en ti.

Sí, en el interior; es mi promesa. Si esta irisada raya,
relámpago súbito, oh Solo de sed.

De» Lo huidizo y permanente» 1969



Poema Rosa De Escándalo de Angel Gonzalez



(Alburquerque, noviembre)

Cuando el hombre se extinga,
cuando la estirpe humana al fin se acabe,
todo lo que ha creado
comenzará a agitarse,
a ser de nuevo,
a comportarse libremente
?como
los niños que se quedan
solos en casa
cuando sus padres salen por la noche.

Héctor conseguirá humillar a Aquiles,
Luzbel volverá a ser lo que era antes,
fornicará Susana con los viejos,
avanzará un gran monte hacia Mahoma.

Cuando el hombre se acabe
?cualquier día?,
un crepitar de polvo y de papeles
proclamará al silencio
la frágil realidad de sus mentiras.



Poema Lucía Martínez de Federico García Lorca



Lucía Martínez.
Umbría de seda roja.

Tus muslos, como la tarde,
van de la luz a la sombra.
Los azabaches recónditos
oscurecen tus magnolias.

Aquí estoy, Lucía Martínez.
Vengo a consumir tu boca
y a arrastrarte del cabello
en madrugada de conchas.

Porque quiero y porque puedo.
Umbría de seda roja.



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