Poema Madrigal A Cibda De Santiago de Federico García Lorca



Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ô sol.
Chove en Santiago
na noite escura.
Herbas de prata e de sono
cobren a valeira lúa.
Olla a choiva pol-a rúa,
laio de pedra e cristal.
Olla no vento esvaído
soma e cinza do teu mar.
Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol.
Ãgoa da mañán anterga
trema no meu corazón.



Poema Nuestros Padres de Julio Leite



Tal vez
algún gusano itinerante
cruce el mar de tierra
que separa
a esos viejos continentes
de hueso
y recorra falanges
que fueron
tus caricias
o las mías,
tal vez se instale
en las cuencas vacías
de uno u otro
remedando miradas
que nos pesan
y alivian.
Tal vez, Mingo,
gusano de por medio
ellos confabulan
en calcio
y podredumbre
otro mundo,
otra vida,
retozando
en el cielo / infierno
de nosotros
sus hijos.



Poema Mar Sin Orillas de Hilarión Cabrisas



Un dolor se me va y otro me arredra;
ola que se marchó y ola que viene
a batirme, y apenas se detiene
sobre mi viejo corazón de piedra.

Ola que llega, y rompe, y salta y medra
del dolor de la roca, y se mantiene
sólo el instante aquel que le conviene
para arrancarle hasta su airón de yedra.

Lucha sorda y tenaz; mudo combate
de la ola que se va, vuelve y se abate
en el peñón que su ira desafía…

Dolor perenne, inextinguible, intenso,
rudo y fiero combate en este inmenso
mar sin orillas de la vida mía…



Poema 20 Poemas De Amor Y Una Canción Desesperada – Poema 14 de Pablo Neruda



Poema 14

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.



Poema Eva O El Pecado Original de Odette Alonso



Nada fue como dicen.
Yo descubrí mi cuerpo mojado en la maleza
y lo empecé a palpar.
Era mi cuerpo solo el que se hinchaba
inflamada mi vela.
No supe qué corría por mi vientre
trepaba hasta mi pecho
enceguecía.
Tuve miedo y grité
tuve miedo y rodé por la maleza.
Era fuego era sangre era lava de volcán
era espejismo.
No supe qué pasaba y tuve miedo
pero dejé rodar mi cuerpo y la llovizna
y algo estalló vibrante quién sabe en qué recodo.
Después dormí tranquila
un tiempo inexplicablemente largo.
Después quizás llegara Adán pero ya no lo vi
otra vez la llovizna humedeció mi cuerpo
y me sentí gritar.



Poema Oliveretto De Fermo Del Tiempo De Los Médicis de Manuel Machado



A Ricardo Calvo

Fue valiente, fue hermoso, fue artista.
Inspiró amor, terror y respeto.

En pintarle giadiando desnudo
ilustró su pincel Tintoretto.

Machiavelli nos narra su historia
de asesino elegante y discreto.

César Borgia lo ahorcó en Sinigaglia…
Dejó un cuadro, un puñal y un soneto.



Poema La Extraña Amiga de Leopoldo De Luis



Cuando tú llegues no estaré yo, amiga
extraña, no veré tus ojos tristes.
Nunca podré, contra lo que se diga,
levantar el tapiz con que te vistes.

Sé bien, amiga, que eres sólo invento
de quienes siempre temen a tu nada.
Voy a creerme una vez más el cuento
de que eres una oscura enamorada.

Aún estando tan cerca no nos vemos
y nunca besaré tu boca muda
porque tu tiempo no es el que yo vivo.

Te llamo amiga y no nos conocemos.
Te pienso igual que a una mujer desnuda
y te ofrezco la mano con que escribo.



Poema Elegía Ii de Poemas Autores Varios



Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.
Yo me acostumbro a estar sin ti. ¿Lo entiendes?
Quiere decir, amor, que no amanece;
quiere decir que aprendo a abrir los ojos sin tu beso.
quiere decir que olvido, amor, que yo te olvido.

Como un morirse lento, implacable, a pedazos,
yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.
Y acostumbrarse es una cosa oscura,
es una cosa eterna, sin caminos,
como un caer caer en el vacío.

Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.

Y un día y otro pasan.
Y un día triste no es día sino un cortejo inmenso.
Y dos días de tristeza ya no pueden decirse.
Y acostumbrarse es una palabra irremediable
que ojalá nunca sepas.

Una criatura tiene su tamaño,
tiene su borde estrecho, su medida.
Y ha de haber para todos la pequeña alegría,
esa mínima dicha que es un derecho humano.
ser feliz, amor mío, es como el aire, el agua,
algo para la vida.

Yo me acostumbro, amor, yo me acostumbro.

Lejos, tu mano corta el pan para otra boca.
Lejos, suenan tus pasos y como yo sé que suenan.
Lejos, amor, muy lejos.
Y allí, donde mi angustia está sin ecos,
tú sonríes, tú eres,
y no sabes, amor, con cuánta sangre,
con qué amarga paciencia,
con cuánta fuerza para ahogar, yo olvido,
yo deshago mi sueño
y me acostumbro, amor, y me acostumbro.

MIRTA AGUIRRE ( Cuba, 1912 – 1980 )



Poema Sola Y Su Diálogo de Enrique Fierro



La exigente doctrina
abolió toda música,
el aire
con gorriones y límpido
de la tarde,
la luz
de nuestro patio:
sola
quedó la poesía
y su diálogo
en silencio tenaz.



Poema Respuesta Al Examen Del Maniqueo de Cintio Vitier



Si tú mismo te examinas, el examen no es válido.
Las reglas no son ésas, ni siquiera el asunto.
Al medirte con la vara de tu fanatismo
te conviertes en una víctima, no en un penitente.
Pero el asunto es el amor,
sobre el que no hay definiciones ni escrutinios,
el amor que está viviendo en ti
(como en toda criatura)
una vida sufriente y misteriosa.
Por él serás juzgado, y tú no sabes
dónde están los tesoros,
los desiertos, las miserias, los espantos,
ni las silenciosas comuniones, ni las grandes alegrías
del amor que en ti padece.

Nada sabes, salvo que
tenemos, simultáneamente,
que velar y confiar.
Espera. Vive.

Sirve.



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