Poema Genealógica de Laura Yasan



las hijas del nuevo mundo
son blancas como las luces de los shoppings
pálidas como los panes de mc donald′s
translúcidas lágrimas finales de best sellers

las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
fuimos oscuras habitantes de hotel
tuvimos negras maneras de mirar
queríamos la vida en símbolos extraños
películas de bergman

las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
querían una historia sumergida en channel
casarse vírgenes con una réplica de cary grant
tener muñecas rubias de mejillas rosadas
mascadoras de chicle leyendo mujercitas

las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo
queríamos las curvas mullidas de la marylin
y el aspecto latino de una amante del che

pero ellas
las nietas de la decadencia
las hijas del imperio del nuevo mundo
sólo desean ser
delgadas como un tallo
livianas como el ala de una mariposa
anhelan despertar
con los dedos más largos cada día
para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas
y vomitar sin voluntad
lo que resta del siglo



Poema Todas Iban A Ser Reinas de Pavel Oyarzún Díaz



Y heredaron la ciudad de noche.
Las calles del centro.
La salida de los cines.
Los estacionamientos,
y los paraderos de micros.
Los jardines de la plaza.
La esquina de la catedral.

Todas las noches de la República
se abren para ellas.
Para que las transiten
riéndose como locas,
todavía sin senos…
Con el alma y la vagina profanadas.



Poema Creación de Dulce Maria Loynaz



Y primero era el agua:un agua ronca,sin respirar de peces, sin orillasque la apretaran…Era el agua primero,sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…Era el agua…Todavíala tierra no asomaba entre las olas,todavía la tierrasólo era un fango blando y tembloroso…No había flor de lunas ni racimosde islas… En el vientredel agua joven se gestaban continentes… ¡Amanecer del mundo, despertardel mundo!¡Qué apagar de fuegos últimos¡¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro¡ Era primero el agua.



Poema Rota… de Jacqueline Goldberg



rota
en los comienzos
sin tierra
sin nadie que me siga
con la única puerta
atravesada
en la piel



Poema Xvii (de Diario Cómplice) de Luis García Montero



Nada más solitario que el dolor
porque también excluye a quien lo siente,
si con él se traiciona o se acompaña.
De mi propio vacío
siempre yo el excluido.
Tú,
tan desaparecida,
tragada por la tierra como lluvias de paso,
puedes estar debajo de las sombras
que comparten la noche con mi sombra,
en los bares abiertos igual que las heridas,
las hamburgueserías
que la ciudad habita y condecora
con la tristeza inmóvil que vende un cabaret,
donde las gentes pierden
el pudor de saberse atormentadas.

Junto a los coches muertos a un lado de la calle,
hay un lugar sin nadie que se convierte en lágrima.

Y yo
desesperadamente lo recorro,
porque también mis ojos
vagan por la ciudad buscando aparcamiento,
en las últimas horas de este lunes sin fin,
lejano y solo.



Poema Muertes de Saúl Ibargoyen



Morirán tres pollos mañana
tres hijos de una gallina
tal vez inmortal.
Sus alas de dedos disueltos
estarán en tu plato
y las salsas que ensabrosen
sus muslos no serán
los sémenes del emplumado amor.
Sus pechugas partidas
no darán raíz
a un brevísimo corazón
y sus tripas despreciadas
entrarán en los ciclos
de quién sabe qué vísceras
de quién sabe qué especies.
Tres pollos morirán:
pocos desperdicios
habrán de quedar
de los huesos de su sombra
en tu plato de mañana.



Poema Viendo Caer El Tiempo de Agustin Labrada Aguilera



A José Martí

Viendo caer el tiempo,
la alameda devuelve tus pasos como fin de la imagen,
ahora que la ceniza se dispersa en el río
y sólo tus palabras lo trascienden.
Palabras que se marcan en la niebla.
Se confunden los signos
entre el arco que lanza su verdad
y un hombre eternizado en lo más verde.

No es el mar nuestra casa,
aunque nos sea dada la sal todos los días.

Más pavoroso que esas aguas es pensar en el tiempo,
su círculo que se rompe en tu voz,
y avanzamos por ella
y soñamos algunas claridades.
Viendo caer las tardes al filo de la nada,
intentamos llegar a tu humildad
y borrar para siempre los homenajes mudos.

2

Tampoco yo he encontrado un signo
para indagar qué somos,
qué dejamos de ser,
qué arboleda beberá nuestra sequía;
ni al cerrar este cofre
en cuya cima se dibuja un mapa
con su trono, su ardiente litoral y su tragedia.

El ocaso se me ahonda en el pecho
y hace lenta la magia
de recordar tu cuerpo enrojeciendo el llano.

Veo caer el tiempo
conque viajan los trenes y es ya nuestra costumbre,
como esperar así por un milagro
mientras nos transfigura la profecía
de ese viento letal,
que nos condena a ver
cómo se adensa en tu nación de vidrio la penumbra.



Poema Estrella de Max Jara



Yo sé de una estrella que luce remota.
Su rayo en mi noche desmayado flota.
Su rayo que finge la expresión tranquila
de una soñadora virginal pupila.
Su rayo que anima temblor de sollozo,
su rayo que es prenda de amor doloroso.

Los vientos que traen rumor de follaje
de lejanos bosques con denso ramaje,
los vientos que llevan en un grito amargo
condensado el tedio del camino largo,
también se han llevado, con rumbo a la noche,
musical y tibio, este primer broche
de mi amor al astro que, desde muy lejos,
me envía recuerdos en vez de reflejos.

El lago la ha visto cruzar pensativa.
La ve, tembloroso, velar desde arriba.
El lago la mima. Sedoso la arrulla
cual si fuese el sueño de las ansias suyas.
Tal vez el reflejo con que el astro vibra
hiriendo las aguas con mágica fibra,
hace que la espuma que en la margen deje,
como mujer virgen de amores se queje.

Vientos cuya lengua, viril y sonora,
dejan una estela de cantos de aurora
vientos de esperanza?beso y primavera?,
alegran en vano mi lóbrega espera.
Bien sé que la estrella se abisma en la noche
como flor efímera que cierra su broche.
Y yo la lamento morir en la altura
con grave tristeza, con vana amargura.

Deseara darle la llama sincera
de todos los sueños de mi vida entera,
le ofrendara todos los trémulos bríos
de todas las chispas de los sueños míos;
que si ella me mira, que si ella me besa
qué importa que sólo me quede tristeza.



Poema Abandono-2 de Juan Egaña



He medido en tus ojos, mudamente
todo el mal de mi horrible
desamparo de amor. No me has querido
nunca, y no me querrás. Ya no me vale
buscarte en otros ojos de mujer.
Yo te he perdido para siempre cuando
he sentido vibrar sobre tus labios
el asco de tu espíritu al besarme
No me has querido tú, que me comprendes
no me has querido tú, que eres tan buena,
no me vale buscarte en las demás…
Seguiremos tú y yo, pues que lo quieres,
por esa senda que te mostré un día
blanca de luna y de serenidad.
Yo, más triste que nunca con mi muerte
y midiendo en tus ojos
todo el mal de mi horrible desamparo…
Tú estarás pensativa,
y yo adivinaré tus pensamientos
por el alcance que me dan los míos:
?No lo he querido. Yo que lo comprendo,
no lo he querido a él, a quién debiera
haber querido siempre…
no le he querido a él… ya no me vale
buscarle en los demás…?
Seguiremos, meditativamente:
tú, pensando en las cosas de la vida,
yo, pensando en tu vida y en mi muerte.
Seguiremos, meditativamente
por los campos desiertos…
(No habrá luna en el cielo… más la senda
estará siempre blanca. ¿No son blancas
las lágrimas del alma…?)



Poema Cuatro Poemas de Menchu Gutiérrez



Pienso toda la noche en el ramo
y en la figura que con la madrugada
se recorta, caída en el jardín.
Vienen con máscara los poderosos mirlos
y hunden sus picos de oro en la sombra humana
¿Y por qué fluye?
Vetas de sangre abiertas
recorren los brazos derribados en la hierba.
Cerca, la leña dispersa
devora su misterio.
¡Fuera verdad el ramo!
¡Pero los ramos se hicieron con manos dormidas!
Finos trazos de tinta
rayan el dibujo del horizonte,
golpeados por el sonido de mi corazón
que tiembla.

* * *

Resplandece la noche
y su mirada es venenosa,
las estrellas montaraces
se arremolinan en torno a los ecos.
La barca va por el río incendiado
prendida en el pulso que nutre mi corazón,
los graves timbales portan el peso de las sombras,
cortejo que avanza por las orillas,
y los remos son ayes
escritos en las llamas.

Mendiga brújula,
la deriva es el susurro
que viene del fondo del mar.

* * *

Brilla contra el corazón
el sol de la muerte.
Acequias duras llevan
la vela bañada en sangre,
ramas y cuerda que ataba la vida.

* * *

El ojo de cíclope
en la corteza del árbol
sobrevuela en círculos mi frente,
como airado mal sueño
perdido en una caracola.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad