Poema He Aquí, Alma Mía de Tudor Arghezi



A Walt Whitman

He aquí, alma mía, los versos sin rostro,
sin sonoridad y sin eco,
de polvo y arena.
Recíbelos, susúrralos.
Respetuosamente tú nos recibes de nuevo.
Teníamos miedo porque te habíamos visto
salvaje e inquieto.
Yo doy abrigo bajo mi mismo techo
a Dios ya los grandes milagros.
Entonces, ¿cómo podría no espantarme?

Yo desgarré, para que se desgraven
rosarios desunidos,
los encajes, harapos, gasas de seda y hojas.
Yo espero que volvamos a conversar de nuevo
una vez que las danzas se detengan
y la orquesta se calle.

Quiero que hablemos idiomas destrozados,
arrancar la palabra entre palabras,
y escogiendo los temas según se nos antoje.

Antes hablé en versos calzados,
cortados sobre medida y con adornos.
Cansado de que opriman mi lengua los coturnos
desde ahora andará con pies desnudos.

1936
Versión de Pablo Neruda
«De 44 poetas rumanos» Ed. Losada



Poema Esponsales de Tudor Arghezi



Quieres ser tu mi tierra
con sembrados, con viñas, con estanques,
con bosques, con arroyos y animales salvajes?

Lasvacas traerán sus ubres llenas
y mugirán en nuestra puerta
adornada de acacias y de flores azules.

Las comadrejas jugarán en el patio
con lechones y patos,
con polluelos de seda, sin dañarlos.

Cantarán uno a uno los granos de maíz
y espantarán las nubes de mosquitos.

Los altos arces frente a nuestra terraza
mientras el gallo canta moverán sus follajes.

Traeremos grandes cestas de flores
y con ramas de mimbre
entre ambos tejeremos nuestro nido.

Y con la lana en vellones
formaremos la cuna de los gatos.

Quieres ser mi jardín,
de esbeltas hierbas y de terciopelo?

1935
Versión de Pablo Neruda
«De 44 poetas rumanos» Ed. Losada



Poema Entre Noches de Tudor Arghezi



El azadón agudo planté en mi habitación,
fuera soplaba el viento, la lluvia estaba afuera.

Cavé mi habitación debajo de la tierra,
afuera era la lluvia, el viento estaba afuera.

Por la ventana eché la tierra de la fosa.
Negra estaba la tierra: su cortina era azul.

Se amontonó en los vidrios la tierra hasta la altura.
Jesús lloraba encima de aquella altura inmensa.

Se rompió el azadón cavando. Quién lo hizo?
Fue el Padre mismo con sus reliquias de piedra.

Volví, luego subí por el tiempo de nuevo.
Volvió otra vez el tedio a mi pieza desnuda.

Quise subir entonces y quedarme en la cima.
Parpadeaba una estrella. Era tarde en el cielo.

Versión de Pablo Neruda
«De 44 poetas rumanos» Ed. Losada



Poema Toda Tú de Manuel José Arce



Toda tú eres santuario,
toda blanca;
se ha llenado tu cuerpo de designios.
Tienes la santidad de la esperanza
y la paz
generosa
de los lirios.
Toda tú eres milagro,
das tu lecho
de altas arenas
al naciente río;
enciendes en tu sangre
el claro fuego
y con tu carne pueblas el vacío.
Toda tu,
fervorosa,
temerosa,
frente a tu propio territorio vivo,
junto a los ventanales de tu alma,
bajo la blanca sombra de tu espíritu.
Toda tú,
niña,
blanca,
inmaculada,
santificada en el minuto limpio;
más mujer que la tierra,
más fecunda,
innumerable y grave
como un libro.

Cimiento de las horas,
silenciosa;
vértice de mi amor,
toda camino,
toda
inmanchable altura,
toda tiempo,
inflamada de vida,
toda
río.



Poema Tengo Ganas De Un Poco De Entusiasmo de Manuel José Arce



Tengo ganas de un poco de entusiasmo
que no siento hace tiempo.
No sé por qué no sabe a nada vivo
ni el mes, ni la avenida, ni la luz, ni el orgasmo.
En realidad también tengo la culpa
y me declaro honestamente reo de una gris negligencia
que por todo mi cuerpo se pasea
y que de todo mi fervor disfruta.

Pero, además, declaro
que han entrado en mis días muchas gentes
armadas de agresivas pasividades turbias
y han saqueado mis horas una a una
hasta dejarme sólo esta inopia profunda.

Han tomado mis sueños,
mis molares,
mis palabras usuales
y mis vísceras.
Con mis ideas han envuelto carne
y ropa sucia con mi vida íntima.

Protesto.
Yo protesto.

Tengo ganas de un poco
de entusiasmo tardío y trasnochado,
del estricto, del justo y necesario
para morir mi almuerzo.



Poema Si Sólo Pudiera Verte de Manuel José Arce



Si sólo pudiera verte
y sólo escuchar tu risa.

Si sólo fuera la brisa
que en tu pelo se divierte.

Si sólo fuera el inerte
ladrillo que tu pie pisa

o el agua que se desliza
sobre ti sin conocerte.

Si sólo fuera el no verte,
mas sin la muerte y la prisa.



Poema Séptimo de Manuel José Arce



Tus nobles manos buenas.
Tus manos dulces sobre mi veneno.
Qué llamas tibias, compañera,
entre agujas de invierno.
Qué dos brasas serenas.
En ellas el milagro que sólo mi alma y yo sabemos.
El cielo limpio en ellas.
Pósalas, compañera, como dos alas médicas
sobre el turbio hemisferio
de mi cabeza.
Sobre el dolor que tengo
de no ser Dios y sobre mis tormentas,
posa tus manos dulces de silencio,
quietas de amor, grávidas y eternas.
Siembra la fe en mi frente igual que un trigo bueno
con tus manos morenas.
Puerto de paz tus manos en mi pecho.
Como dos puertos son, como dos puertas
luminosas al cielo
que siempre están abiertas.

Soy el marino loco, ebrio de viento.
Vengo del mar oscuro, compañera.
a sal me sabe el sueño.
Traigo las manos viejas.
Soy tu marino amargo que vuelvo de los mares de los muertos
con la proa encendida y encendidas las velas
tras apagar los fuegos de San Telmo.
Vengo a tus manos plenas,
a tu profundo pecho
terrestre y generosa, compañera.
Vengo
al puerto de tus manos que es la tierra
firme en que tengo
hijo y cosecha,
amor, fuego
de hogar, semilla plena,
jubiloso arado, pecho tranquilo y fuerte, raíz, suelo,
agua clara y noble sal para mi mesa.
Y limpio, casto don para mi lecho.

¡Qué llamas tibias, qué brasas serenas,
qué dulces alas de sereno vuelo
tus manos en mi alma, compañera!

Queda mi arboladura en este suelo.
Mi ancla en esta tierra.



Poema Retrato Del Pie de Manuel José Arce



Base de tu figura es tu pie breve
y porque en él se inicia tu estatura
lo encuentro de principio en tu figura,
como el agua es principio de la nieve.

Se me interna en alma su blancura
su peso musical de alondra leve:
en tu huella permíteme que lleve
el cimiento inicial de tu estructura.

Amalgama del iris y la cera.
Alpha, comienzo de tu recorrido.
Armonía perfecta de la espera.

La actitud de tu pie -como dormido-
llenándome de luz me desespera
y un beso se me escapa en su sentido…



Poema Retrato De La Ciudad de Manuel José Arce



Aguja de una iglesia que se eleva
con esa clara unción de la plegaria.
Árbol con golondrina necesaria.
Parque: almendro que músicas renueva.

Ansiedad de un crepúsculo que lleva
los tintes de una sangre temeraria.
Calles con rectitudes de araucaria.
Sudor, contra-quejidos en la gleba.

Heroica por la sangre de sus manes,
por su pecho de ardiente fumarola
y su raza de auténticos titanes.

Santa Ana es una flor en su corola
con pétalos de cerros y volcanes.
Santa Ana, para mí, se llama Lola…



Poema Quinto de Manuel José Arce



Nada de ésto es así.
Esta no es nuestra tierra.
Ni ésta ni cualquier otra ni el agua.
Yo soy un desterrado.
Todavía mi espalda tiene dolor de alas.
Nunca podré aprender a tocar las monedas:
Se palpan
se acarician,
se toman fieramente,
¿o se les busca algo?
Yo soy un desterrado,
un extranjero,
un intruso que se halla entre nosotros
con un martillo absurdo entre las manos
y un impulso distinto
que me lleva
por camino contrario.
No soy de aquí.
No sé de dónde vine.
Y no sé a dónde voy.
No me gusta.
Nada de ésto me gusta.
Me irritan vuestras caras de organismo.
Me molestan estas vuestras palabras que ahora uso.
Nada de esto me gusta.
¡Quién me obliga a necesitar de esto que no me gusta?

Mirad,
vengo a deciros,
¡pero no!
¡Qué nos importa!
Yo no soy de los vuestros.
Todavía mi espalda tiene dolor de alas.
Y vuestras rabadillas tienen dolor de colas.
Yo fui un ángel, primero;
después, fui un gran silencio
y un día seré Dios.
Vosotros fuisteis micos
y seguís siendo micos.
Después seréis gusanos y excremento.
¡Os excomulgo de mi credo limpio!
¡Os destierro del cosmos que sostengo!
¡Os clausuro la entrada de la vida que vivo!
¡Os expulso de todo!
Y sin embargo sigo entre vosotros,
y usando las palabras de vosotros,
y usando las palabras de vosotros.
Compartiendo temores y miserias
hambre, muerte, cansacio-
que no van con mis alas.
Yo soy un desterrado.

¡Pero algún día volveré a mi reino!



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