Poema Rima Xx de Gustavo Adolfo Bécquer



Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada.



Poema Morena de Santiago Anguizola Delgado



La caricia del sol te hizo morena
para darle más gala a tu hermosura,
porque en la seda de tu piel oscura
se adivina de Dios la gracia plena.

El brillo de la casta nazarena
de tus ojos relumbra en la negrura
y tu boca de ensueño se empurpura
con claveles de sangre sarracena.

No eres la Hurí que en el Edén habita,
ni el genio de los nobles alminares,
ni orgullo de la raza morabita;

pero eres gloria de mis patrios lares
porque pareces tú la Sulamita
que inspirara el Cantar de los Cantares.



Poema En El Jardín de Saúl Ibargoyen



(para Alberto Chimal)

Voces llaman voces.
Un pueblo de nombres
se levanta.
Cada rosa consume
sus pétalos terrestres.
Un gato polvoriento
retira espinas de su piel.
El agua se disuelve
entre baldosas rojas.
Una araña prepara
su cocina traslúcida.
Hojas como cuchillos rotos
son segadas por el sol.
Un cielo sin sombras
navega en cualquier parte.
El aire desata pequeñas banderas
que son vencidas
dentro de la luz.
Un hombre escucha
que otras voces llaman
a otras voces.
Y busca entre ellas su nombre
mientras toda la boca
se deshace de sed.



Poema Sobre La Falda Tenía de Gustavo Adolfo Bécquer



el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos ambos
hondo silencio.

¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.

Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!



Poema Llanura de Fernando Charry Lara



Al borde del camino, los dos cuerpos
uno junto del otro,
desde lejos parecen amarse.
Un hombre y una muchacha, delgadas
formas cálidas
tendidas en la hierba, devorándose.
Estrechamente enlazando sus cinturas
aquellos brazos jóvenes,
se piensa:
soñarán entregadas sus dos bocas,
sus silencios, sus manos, sus miradas.
Mas no hay beso, sino el viento
sino el aire
seco del verano sin movimiento.
Uno junto del otro están caídos,
muertos,
al borde del camino, los dos cuerpos.
Debieron ser esbeltas sus dos sombras
de languidez
adorándose en la tarde.
Y debieron ser terribles sus dos rostros
frente a las
amenazas y relámpagos.
Son cuerpos que son piedra, que son nada,
son cuerpos de mentira, mutilados,
de su suerte ignorantes, de su muerte,
y ahora, ya de cerca contemplados,
ocasión de voraces negras aves.

De «Los adioses» 1963



Poema La Inocencia De La Vida de José Carlos Cataño



LA inocencia de la vida
Yace en lo que la memoria resta
Para ganancia de espacio.
Pobre, pues, de los acorralados
En las cada vez más sabias
Y deshabitadas estancias de la memoria,
Sin otro cuerpo para embarcar
Que estas líneas a ninguna parte.

(de A las islas vacías, 1997)



Poema Amor de Eduardo Lizalde



Aman los puercos.
No puede haber más excelente prueba
de que el amor
no es cosa tan extraordinaria.



Poema Tú Para Mí, Yo Para Ti, Bien Mío de Rosalia De Castro



I

Tú para mí, yo para ti, bien mío
-murmurábais los dos-
«Es el amor la esencia de la vida,
no hay vida sin amor» .

¡Qué tiempo aquel de alegres armonías!…
¡Qué albos rayos de sol!…
¡Qué tibias noches de susurros llenas,
qué horas de bendición!

¡qué aroma, qué perfumes, qué belleza
en cuanto Dios crió,
y cómo entre sonrisas murmurábais:
«¡No hay vida sin amor!»

II

Después, cual lampo fugitivo y leve,
como soplo veloz,
pasó el amor…, la esencia de la vida…;
mas… aún vivís los dos.

«Tú de otro, y de otra yo» , dijísteis luego.
¡Oh mundo engañador!
Ya no hubo noches de serena calma,
brilló enturbiado el sol!…

¿Y aún, vieja encina, resististe? ¿Aún late,
mujer, tu corazón?
No es tiempo ya de delirar, no torna
lo que por siempre huyó.

No sueñes, ¡ay!, pues que llegó el invierno
frío y desolador.
Huella la nieve, valerosa, y cante
enérgica tu voz.
¡Amor, llam inmortal, rey de la tierra,
ya para siempre, adiós!



Poema Cuando El Frío… de Paz Díez Taboada



Es en el alto invierno…, cuando el frío se ensaña,
cuando oigo por la radio ?¡Ojo a la carretera!,
ha nevado en Segovia, se han cerrado San Glorio,
El Escudo, El Madero…, por supuesto, En Valira…?.
En la televisión, postales invernales:
carretera de Burgos a Vitoria, nevada;
en Teruel y Albacete, el frío de costumbre,
pero nevó en Altea…, ¡son palabras mayores!
Es en el alto invierno cuando cojo la pluma
y emborrono las páginas de los viejos cuadernos.
Cuando duermen las rosas, hago yo mi rotundo
ensayo general para la muerte.



Poema Cuál Es La Niña de Gil Vicente



¿Cuál es la niña
que coge las flores
si no tiene amores?

Cogía la niña
la rosa florida.
El hortelanico
prendas le pedía,
si no tiene amores.



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