Poema El Retorno Maléfico de Ramon Lopez Velarde



A D. Ignacio I. Gastélum

Mejor será no regresar al pueblo,
al edén subvertido que se calla
en la mutilación de la metralla.

Hasta los fresnos mancos,
los dignatarios de cúpula oronda,
han de rodar las quejas de la torre
acribillada en los vientos de fronda.

Y la fusilería grabó en la cal
de todas las paredes
de la aldea espectral,
negros y aciagos mapas,
porque en ellos leyese el hijo pródigo
al volver a su umbral
en un anochecer de maleficio,
a la luz de petróleo de una mecha
su esperanza deshecha.

Cuando la tosca llave enmohecida
tuerza la chirriante cerradura,
en la añeja clausura
del zaguán, los dos púdicos
medallones de yeso,
entornando los párpados narcóticos,
se mirarán y se dirán: «¿Qué es eso?»

Y yo entraré con pies advenedizos
hasta el patio agorero
en que hay un brocal ensimismado,
con un cubo de cuero
goteando su gota categórica
como un estribillo plañidero.

Si el sol inexorable, alegre y tónico,
hace hervir a las fuentes catecúmenas
en que bañábase mi sueño crónico;
si se afana la hormiga;
si en los techos resuena y se fatiga
de los buches de tórtola el reclamo
que entre las telarañas zumba y zumba;
mi sed de amar será como una argolla
empotrada en la losa de una tumba.

Las golondrinas nuevas, renovando
con sus noveles picos alfareros
los nidos tempraneros;
bajo el ópalo insigne
de los atardeceres monacales,
el lloro de recientes recentales
por la ubérrima ubre prohibida
de la vaca, rumiante y faraónica,
que al párvulo intimida;
campanario de timbre novedoso;
remozados altares;
el amor amoroso
de las parejas pares;
noviazgos de muchachas
frescas y humildes, como humildes coles,
y que la mano dan por el postigo
a la luz de dramáticos faroles;
alguna señorita
que canta en algún piano
alguna vieja aria;
el gendarme que pita…
…Y una íntima tristeza reaccionaria.



Poema Abril En Velda Dairy de Margarito Cuéllar



Al norte de Tallahassee está Velda Dairy.
En Velda Dairy se extinguieron las vacas.
En Velda Dairy, cuando la noche asombra el rostro de los pinos, suceden
cosas extrañas.
Habitan pacíficamente cocodrilos y ardillas, alebrijes y patos, ranas y
pescados.
No es temporada de mariposas en Velda Dairy
mas las hojas de los árboles que abandonan a sus padres se mantienen en el
aire como pequeños planeadores de aluminio.
Animación de voces:
aviones en busca de una pista de aterrizaje, grillos y pájaros, el piano de una
iglesia.
Una ardilla se acerca, toma un poco de queso, pregunta si conozco a Francis
Ponge.
Las plantas de Velda Dairy, cansadas de florecer, dan peces de colores;
brillan, aletean, huelen a tulipán y no tienen espinas.
No se requiere caña de pescar, ni siquiera un lago;
sólo cántales o ponles música de Chuck Barry
y regala a tu amante un luminoso ramo de peces.

Para Rebeca, Juan Calos y Noemì,
árboles de Velda Dairy



Poema Los Enredados de María Eugenia Caseiro



?Estoy perdido en el bosque de las comunicaciones? Miguel S. Aparicio

Todos se pierden
los felices, los que tienen esperanza
los que engullen el pan de la pobreza
los que niegan, los que aciertan
los que se aprestan a destapar sus partículas
los que no escuchan
los que no hablan
los que hablan y los que escuchan
¿y eso qué?
todos se pierden, nos perdemos en las comunicaciones
no hay regreso a las aristas
Ciegos de cables, sordos de bocinas
no hay tiempo en la buscada soledad del día
en la encontrada copa de la noche
para beber la silueta olvidada del otro, de la otra
tragar su luz oxidada ya de lejos
ignorado fantasma inaccesible
en esta selva de tecnología
sin tronco y sin raíz que la entrañe a un orificio de la tierra
Nunca recuperada huella corrompida
la franja por donde caminar desvía, retuerce, lleva
siempre a nuevas distancias
para encontrar la puerta, la llave que abra la puerta
alguien detrás de la puerta,
algo que alumbre el dónde hasta perderse?

Contacto con María Eugenia Caseiro: buhowriter@hotmail.com



Poema Un Clima de Juan Ramon Jimenez



Está el cielo tan bello,
que parece la tierra.
(Dan ganas de volver
los pies y la cabeza.)



Poema A Colón de Rubén Darío



¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
la perla de tus sueños, es una histérica
de convulsivos nervios y frente pálida.
Un desastroso espirítu posee tu tierra:
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas.
Al ídolo de piedra reemplaza ahora
el ídolo de carne que se entroniza,
y cada día alumbra la blanca aurora
en los campos fraternos sangre y ceniza.
Desdeñando a los reyes nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines,
y hoy al favor siniestro de negros reyes
fraternizan los Judas con los Caínes.
Bebiendo la esparcida savia francesa
con nuestra boca indígena semiespañola,
día a día cantamos la Marsellesa
para acabar danzando la Carmañola.
Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
soñadas libertades yacen deshechas.
¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques,
a quienes las montañas daban las flechas! .
Ellos eran soberbios, leales y francos,
ceñidas las cabezas de raras plumas;
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos
como los Atahualpas y Moctezumas!
Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España,
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla
con la fuerza del indio de la montaña.
¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas;
ni vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas!
Libre como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes.
Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca.
La cruz que nos llevaste padece mengua;
y tras encanalladas revoluciones,
la canalla escritora mancha la lengua
que escribieron Cervantes y Calderones.
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras.
Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste!



Poema Danza de Orietta Lozano



Qué voz hace crujir el vestido de seda
de esta noche y entreabrir los muslos tiernamente
y desnudar su espalda de mujer?
Parece ser el canto ebrio de bacantes
o el susurro lejano de una viuda
o la lluvia entrecortada de una novia.
¿Qué voz extraña hace que el perro se levante y dance,
y la luna galope en el lomo de un caballo,
y el lago abra su ojo cristalino más que nunca?
¡Levántate, amor! La noche espera ser ungida
de vinos y perfumes,
sacrificada como una diosa frágil
entre los brazos de la tierra.



Poema La Geisha Y El Dragón de Josu Landa



Porque la distancia no existe
(y si existe no significa nada)
estoy ahora en tu alcoba
mónada en la espesura de Asakusa
Tokio abandonada al farol y la tiniebla

No voy a decirte cómo
pero debemos creer en los dragones
y si no es el dios saurio
lo que se traga tantos kilómetros

es porque el animal está en mí
dicho (y hecho) por las fauces de fuego
y la ausencia de alas (en el tronco)
y sin embargo se mueve

porque estoy ahí
aquí
contigo
y se me parte el cardiograma
y me concedes (antediluviana) tu mano
tu arte de bordar el cielo y la delicia
con la seda transparente de tus dedos
mariposas
y tus labios floreciendo en las maneras
de tu cuerpo
gozan de mí y en mí
hasta brotar los destellos del clímax
Sé que tú también vives este júbilo extraño
tú y tu piel
sabia en advertir el grano de arroz
bajo el muelle océano de plumas



Poema Mundo Visible (xi) de Andre Cruchaga



Ni el mar ni los ríos desfiguran sus aguas

eternos e inmensos en su empeño

nunca en acecho nunca persiguiendo

están allí en su límpida fluidez

más interminables que caracoles nocturnos

yo me adhiero a ellos conmovido

pero también porque pertenezco a su grito:

a esa voz de estrépitos y desplomante

de hoguera líquida

de olas

de retumbos

yo me adhiero a la locura de la libertad

con su lenguaje de furtivos sueños

con sus piernas chapoteando en todos los sitios

hasta ser definitiva comida para todos.



Poema Atalaya de Roque Dalton Garcia



Una religión que te dice que sólo hay que mirar hacia arriba
y que en la vida terrenal todo es bajeza y ruindad
que no debe ser mirado con atención
es la mejor garantía para que tropieces a cada paso
y te rompas los dientes y el alma
contra las piedras rotundamente terrenales.



Poema Epilepso de Carlos Oramas



Dentro de este hombre que visto
Hay un dios epiléptico
Que también desama.

Cómplice de las lluvias,
Las secreciones genocócicas, el suicidio.
A veces baja a pedirme un niño
Que le doy, golosamente.

Otras sube a mi cabeza
A roerme el tuétano caótico;
Se baña en mi oído intelectual.

¡Cómo no habrá de reír mientras me duerme;
Pero cómo muere cuando me llama una mujer!
Y cómo, y cuánto prueba mi almuerzo medio;
No tiene dientes pero una risa sí. Ay, si no tuviera
Mis brazos terminales.
Tengo cuidado de no perderlo en un papel
O cuando está convulso en sus galopaciones
Epilepso sufre: no por el miedo a la muerte
Sino por amor a la vida.

¡Cómo no habré de reír mientras se duerme!



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