Poema Dones De Primavera de Julio César Aguilar



Un rebaño de nubes negras pasea por el cielo, ensombreciéndolo, mordisqueando la luz vespertina de un sol ya tibio, que, poco a poco, conforme descienden las nubes maduras y sueltan sus frutos de agua, se ausenta de nuestro ojos.
De todas las flores del patio, las rosas blancas dan la más feliz bienvenida a la primer lluvia de la primavera. Tal vez las rosas ya sabían que vendría pronto, porque desde esta mañana, cuando me acerqué a ellas, las vi, como nunca, en su plenitud.
Al pasar por la bugambilia, el viento, en su afán de conquistar todo el patio, dulcemente la recorre, la envuelve bajo sus brazos de fino estremecimiento, y le desnuda apenas unas ramas, dejando caer al suelo algunas cuantas flores, con las que jugará a corretearlas después.
Menudas gotas rápido se consumen, desaparecen, pero, a pausas, no cesan de caer. Siento entonces húmeda el alma, tierra propicia donde han de crecer, como divinos dones de perdurable fragancia, las más olorosas hierbas de la primavera.



Poema Oro No Rayó Así Flamante Grana de Luis De Gongora



Oro no rayó así flamante grana
Como vuestra purpúrea edad ahora
Las dos que admitió estrellas vuestra aurora,
Y soles expondrá vuestra mañana.

Ave (aunque muda yo) émula vana
De la más culta, de la más canora,
En este, en aquel sauce que decora
Verdura sí, bien que verdura cana,

Insinuaré vuestra hermosura: cuanta
Contiene vuestro albor, y dulce espera
En horas no caducas vuestro día.

Responda, pues, mi voz a beldad tanta;
Mas no responderá, aunque Apolo quiera,
Que la beldad es vuestra, la voz mía.



Poema Cita de Alberto Angel Montoya



Cómo era de hermoso el albo cuello
al quitarte la marta cibelina.
Cómo era la espalda de divina.
Cómo el hombro en su albor era de bello.
Emuló con sus uñas el destello
del diamante nupcial tu mano fina,
y cayó con la marta cibelina
tu pudor a mis manos desde el cuello.
Te cercaban batistas y pecados
y a un tiempo con tu veste descendía
mi caricia inicial por tus collados.
La tarde aún en tu diamante ardía,
pero al vagar por tus oscuros prados
la noche negra comenzó en tu umbría.



Poema El Sol Es Un Globo De Fuego de Antonio Machado



El sol es un globo de fuego,
la luna es disco morado.

Una blanca paloma se posa
en el alto ciprés centenario.

Los cuadros de mirtos parecen
de marchito velludo empolvado.

¡El jardín y la tarde tranquila!…
Suena el agua en la fuente de mármol.



Poema Fuga De La Muerte de Paul Celan



Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita

Versión de José Ángel Valente



Poema Alguien Que Despierta de Aldo Pellegrini



Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.

Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo.



Poema El Lamento Del Vampiro de Leopoldo Maria Panero



Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.

«Last night together» 1980



Poema Uno Aprende A Entregarse Poco A Poco… de Antonio Aliberti



Uno aprende a entregarse poco a poco;
es una antigua costumbre de la piel,
casi una rutina permanente.

Ensaya los gestos más dramáticos,
los más inocentes,
altivos o distantes.

Finalmente consigue el ángulo perfecto,
y a ello sólo el tiempo contribuye.

Por eso ?los muertos?
guardan una perfecta compostura.



Poema Sobre El Amor de Leopoldo Castilla



No creas que tu amor
depende de ti o de ella
de lo que sienten o ven o sueñan
hay metales, movimientos
campos de fuerza cuya acción no
empienza nunca
actos virtuales
que te despedazarían

en algún lugar
esas materias
esos instantes que contienen lo universo
libran una batalla

los que se aman
han sobrevivido.



Poema Selva Oscura (xviii) de Luis Alvarenga



¡Delta fluvial
al que llegar a tientas con la palabra!
Yo amanecía convertido
en el tacto
que hace brotar otra vez
las sinuosidades.
La boca pronuncia
tu nombre por primera vez.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad