Poema Me Persiguen de Luis García Montero



Me persiguen
los teléfonos rotos de Granada,
cuando voy a buscarte
y en las calles enteras están comunicando.

Sumergido en tu voz de caracola,
me gustaría el mar desde una boca
prendida con la mía,
saber que está tranquilo de distancia,
mientras pasan, respiran,
se repliegan
a su instinto de ausencia
los jardines.

En ellos nada existe
desde que te secuestran los veranos.
Sólo yo los habito
por descubrir el rostro
de los enamorados que se besan,

con mis ojos en paro,
mi corazón sin tráfico,
el insomnio que guardan las ciudades de agosto,
y ambulancias secretas como pájaros.



Poema Anestesia Final de Ali Chumacero



La muerte bajo el agua
y la noche navega lentamente.
Herida va mi sangre,
más ligera que el sueño
y el despertar sediento del inicial recuerdo.
Una mortal navegación a oscuras,
marítimo dolor, cristal amargo;
un estar descendiendo
sin encontrarse asido,
como un río que fuera de los pies a las manos
junto al sopor nocturno;
un tornar las cortinas de la sangre,
la boca atropellada de silencios,
como si labios húmedos
cayeran en mi huella
deletreando ausencia entre las manos.

¿Quién asciende hasta el último suspiro?
¿Quién bebe la cicuta del agua entre la muerte?
¿Quién destroza el silencio?
¿Quién en silencio vive?
Dejo flotar mi piel
a través del cristal en que me ahogo
como espejo en la noche,
más delgada mi sangre y mis nervios al aire:
esfuerzo que me hunde en lo destruido,
voraz calor que me devora.

El sonido, ah cómo sabe a río,
urdido como estrellas apenas presentidas,
resbala por la piel de mis espaldas
cuando descubro, trunco,
el tallo derrotado en que me creo;
su beso es el comienzo de la muerte,
el negro navegar
y la escala sin brazos.

Me hundo en un océano de yodo;
sabor de invierno lecho en selva de mi carne,
cazadora nocturna,
que herida ya en su forma
descúbrese en dolor adormecida.

Así me voy perdiendo cercado en mis contornos,
cercano a mi silencio
cuando navego en aguas de la muerte.



Poema Dos de Blanca Andreu



Y casi espíritu de fuego, casi la empuñadura de una idea del fuego
aire de pájaro o espada, pero espía,
en tu interior hay ciervos y prodigios,
acaso un charco de oro.

«Libro de las bestias. Primer fisiólogo» 1984



Poema Ladrones de Pier Paolo Pasolini



Una vez regresado a tu madre
¿sentirás todavía
sobre los labios
los besos que te he dado como un ladrón?

¡Ah, ladrones los dos!
¿No estaba oscuro en el prado?
¿No robábamos a los chopos
la sombra en tu bolsa?

Los conejos se han quedado
sin hierba esta tarde,
y tus labios robados
besan la primera estrella…

De «La mejor juventud» 1941-1953

Versión de Delfina Muschietti



Poema La Noche de Julio Herrera Y Reissig



La noche en la montaña mira con ojos viudos
de cierva sin amparo que vela ante su cría;
y como si asumiera un don de profecía,
en un sueño inspirado hablan los campos rudos.

Rayan el panorama, como espectros agudos,
tres álamos en éxtasis… Un gallo desvaría,
reloj de media noche. La grave luna amplía
las cosas, que se llenan de encantamientos mudos.

El lago azul de sueño, que ni una sombra empaña,
es como la conciencia pura de la montaña…
A ras del agua tersa, que riza con su aliento,

Albino, el pastor loco, quiere besar la luna.
En la huerta sonámbula vibra un canto de cuna. ..
Aúllan a los diablos los perros del convento.



Poema Cantiga Agónica de Lil Picado



Me moriré de tiempo una mañana,
me moriré entre mis brazos, clara;
me moriré de labios, de mirada,
de loca desnudez acorralada,
de tiempo natural, en fin. De piel,
de alas… Me iré donde tu olvido quiera
que me vaya.



Poema El Desconocido de Octavio Paz



La noche nace en espejos de luto.
Sombríos ramos húmedos
ciñen su pecho y su cintura,
su cuerpo azul, infinito y tangible.
No la puebla el silencio: rumores silenciosos,
peces fantasmas, se deslizan, fosforecen, huyen.
La noche es verde, vasta y silenciosa.
La noche es morada y azul.
Es de fuego y es de agua.
La noche es de mármol negro y de humo.
En sus hombros nace un río que se curva,
una silenciosa cascada de plumas negras.
La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.
Noche, dulce fiera,
boca de sueño, ojos de llama fija y ávida,
océano,
extensión infinita y limitada como un cuerpo acariciado a oscuras,
indefensa y voraz como el amor,
detenida al borde del alba como un venado a la orilla del susurro o del miedo,
río de terciopelo y ceguera,
respiración dormida de un corazón inmenso, que perdona:
el desdichado, el hueco,
el que lleva por máscara su rostro,
cruza tus soledades, a solas con su alma.
Tu silencio lo llama,
rozan su piel tus alas negras,
donde late el olvido sin fronteras,
mas él cierra los poros de su alma
al infinito que lo tienta,
ensimismado en su árida pelea.
Nadie lo sigue, nadie lo acompaña.
En su boca elocuente la mentira se anida,
su corazón está poblado de fantasmas
y el vacío hace desiertos los latidos de su pecho.
Dos perros amarillos, hastío y avidez, disputan en su alma.
Su pensamiento recorre siempre las mismas salas deshabitadas,
sin encontrar jamás la forma que agote su impaciencia,
el muro del perdón o de la muerte.
Pero su corazón aún abre las alas
como un águila roja en el desierto.
Suenan las flautas de la noche.
El mundo duerme y canta.
Canta dormido el mar;
ojo que tiembla absorto,
el cielo es un espejo donde el mundo se contempla,
lecho de transparencia para su desnudez.
Él marcha solo, infatigable,
encarcelado en su infinito,
como un solitario pensamiento,
como un fantasma que buscara un cuerpo.



Poema Ya Que Se Ha Llegado El Día. de Miguel De Cervantes Saavedra



Ya que se ha llegado el día,
gran rey, de tus alabanzas,
de la humilde musa mía
escucha, entre las que alcanzas,
las llorosas que te envía;
que, puesto que ya caminas
pisando las perlas finas
de las aulas soberanas,
tal vez palabras humanas
oyen orejas divinas.

¿Por dónde comenzaré
a exagerar tus blasones,
después que te llamaré
padre de las religiones
y defensor de la fe?
Sin duda habré de llamarte
nuevo y pacífico Marte,
pues en sosiego venciste
lo más en cuanto quisiste,
y es mucha la menor parte.

Tembló el cita en el oriente,
el bárbaro al mediodía,
el luterano al poniente,
y en la tierra siempre fría
temió la indómita gente;
Arauco vio tus banderas
vencedoras, y las fieras
ondas del sangriento Egeo
te dieron como en trofeo
las otomanas banderas.

Las virtudes en su punto
en tu pecho se hallaron,
y el poder y el saber junto,
y jamás no te dejaron,
aun casi el cuerpo difunto;
y lo que más tu valor
sube al extremo mayor
es que fuiste, cual se advierte,
bueno en vida, bueno en muerte
y bueno en tu sucesor.

Esta memoria nos dejas,
que es la que el bueno cudicia,
que, amigables y sin quejas,
misericordia y justicia
corrieron en ti parejas,
como la llana humildad
al par de la majestad,
tan sin discrepar un tilde
que fuiste el rey más humilde
y de mayor gravedad.

Quedar las arcas vacías,
donde se encerraba el oro
que dicen que recogías,
nos muestra que tu tesoro
en el cielo lo escondías;
desde ahora en los serenos
Elíseos campos amenos
para siempre gozarás,
sin poder desear más
ni contentarte con menos.



Poema Crimen de Elías Nandino



¡Qué puñalada
le ha propinado el viento
a la granada!



Poema Estofado de Luisa Futoransky



Escribir con la paciencia de un entomólogo,
la displicencia de un dandy y la febrilidad
del buscador de oro.
El poema, la más frágil transparencia nupcial.



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