Poema Desde Mi Pequeña Vida de Margarita Carrera



Desde mi pequeña vida
te canto
hermano
y lloro tu sangre
por las calles derramada
y lloro tu cuerpo
y tu andar perdido.

Ahora estoy aquí
de nuevo contigo
hermano.
Tu sangre
es mi sangre
y tu grito se queda
en mis pupilas
en mi cantar mutilado.



Poema Celebración De La Memoria (iv) de Jorge Ruiz Dueñas



Para evitar los males que llegan del oceano
hizo levantar una colina de sal
Sobre ella
sus cancerberos otean el horizonte
y aúllan a la luna


te aguardan



Poema De Invierno de Rubén Darío



En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Aleçón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.
Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño:
entro, sin hacer ruido: dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño
como una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.



Poema Sueño Despierto de José Martí



Yo sueño con los ojos
Abiertos, y de día
Y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
Del ancho mar revuelto,
Y por entre las crespas
Arenas del desierto
Y del león pujante,
Monarca de mi pecho,
Montado alegremente
Sobre el sumiso cuello,?
Un niño que me llama
Flotando siempre veo!



Poema Preámbulo A Un Silencio de Angel Gonzalez



Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol
en verano
y se calla.

(? ¿Dije tranquilamente? falso, falso:
uno se sienta inquieto, haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas
que permanecen indiferentes al paso de la primavera
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos
de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a
punto de ser de polvo.)
Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel
me dicen
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
quiero decir: las uñas
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.



Poema Miró Celia Una Rosa de Sor Juana Ines De La Cruz



Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

y dijo: «Goza, sin temor del Hado,
el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;

y aunque llega la muerte presurosa
y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:

mira que la experiencia te aconseja
que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.»



Poema Reunión De Espejos de Manuel Martínez Maldonado



Hay en San Juan una cuesta empedrada
por la que circula el viento
de la bahía profunda,
vuelan las risas sobre los espejos
y tallan en las azoteas
huellas nocturnas.
¿Qué nuevo camino se impone
en este laberinto que oculta
un sombrero de plata?
Siempre insumisos ladean
las colinas y los valles por donde surca
un velero imaginario que viola
los peligrosos confines del verbo,
las jadeantes fronteras del axioma anárquico.
Arranca el perpetuo adjetivo que embriaga
el verso definidor: arte por el arte.
Hay en San Juan una puerta cerrada
que ajusta el filo de la noche,
que afina el reencuentro súbito,
y abre al ruido del tráfico
su decreto místico.
El aire subrepticio
revela la sorpresa de su magia,
mientras el mar ahonda la suya
en la bahía profunda.



Poema Los Besos Que Yo Te Di de Poemas de Amor y Románticos



Aunque entres en una alberca
de agua fría y arrayanes
que tenga disuelta dentro
columnas, estrellas y aires;
aunque con buriles nuevos
acuñen nueva tu imagen,
y un sayón bartolomeo
piel a tú digas te arranque;
aunque nacieras de nuevo
en el vientre de tu madre
y el Padre Santo de Roma
de nuevo te acristianase,
los besos que yo te di
no te los quitará nadie,
que vas reluciendo besos
pregonando su linaje,
brillando y oscureciendo
como una luna en dos fases
que nunca mata el creciente
porque no quiere el menguante.

La saliva de mis besos
no se te pegó a la carne.

Si se te hubiera pegado
arrancarla, fuera fácil
y pisotearla luego,
cosas de buenos amantes;
pero no fue pegadiza,
no fue postura de traje
que en una feria, se compra
y en otra feria, se añade,
y cuando pesa, se cambia
conforme cambia el paisaje,
como un catorce de mayo
que no quiere sofocarse.
La saliva de mis besos
te cimentó, la raigambre,
la respiraron tus huesos,
la comieron tus ijares
te clareó las entrañas,
te hizo crecer y esponjarte
como crecen y se esponjan
los chopos al agua fácil;
lo canijo de tu vida
tuvo un apoyo de jaspe:
mis besos; el hambre tuyo
dejó de ser malas hambres
con mis besos; el horizonte
sin causa, tuvo su lumbre,
mis besos. Tu palabra sin engarce
tuvo gramática, besos, besos,
porque no son más que frases
de un evangelio de lumbre
con nuestras dos iniciales.
Qué tienes que no tuvieras
metido en mis besos antes;
eras cañamazo doble,
hilaza que se deshace
y en los labios tuve agujas
divinas para bordarte,
de la camisa al pañuelo,
desde el tuétano a la carne.
Si alguien te advirtió algún día,
no fue por ti, tú lo sabes,
que tú eras limo dormido
que no acierta ni a cuajarse;
fue porque yo te mostré
en un joyel delirante
en este panal de besos
alto, denso, claro y grave
y dentro de él relucías
tú, que eras tristeza mate,
como reluce una Hostia
que acaba de consagrarse,
que es pan y no es pan, porque
se amasó de eternidades.
Ahora, quítate mis besos,
dáte alquitrán y vinagre,
entra en un río de greda
o en una selva de sables,
busca otros besos que pongan
a los míos antifaces.
Qué habrías de conseguir? Di,
si habrían de machacarte
y en el polvo de tus huesos
estarían mis señales.

El agua se irá burlada,
la lumbre quemará en balde,
se mellarán las navajas,
caerán las caretas fáciles,
te señalarán cien dedos,
dianas de los cobardes,
te gastarás, en mentidos
esfuerzos de escaparte
a aun allí, estarán mis besos,
fundidos en tu raigambre.
Y hasta el día que la tierra
con otra tierra te tape,
por debajo del montón
mis besos han de notarse,
vivos, aunque te hayas muerto,
nuevos, aunque tú los gastes,
calientes, aunque te enfríes,
verdad, aunque los negaste,
para que Dios te conozca
por lo bizarro del traje
y sean los besos míos
al cabo, los que te salven.

JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA ( España, 1905 – 1973 )



Poema Pausa de Ricardo Dávila Díaz Flores



Llegamos ahora a la palabra más sabia y ambigua, el nombre inglés de la pesadilla: the nightmare… que significa para nosotros ?la yegua de la noche?
JORGE LUIS BORGES

El reloj cree que son las cuatro de la mañana.
Lo escuchó sin mirarle.
Mis ojos miran la pared de enfrente
como si la pared de enfrente me mirara:
y entre las miradas
un puente lleno de advertencias.

Hay un viento que no existe,
hay libros de otra casa,
hay una puerta que se abre y se cierra de golpe
igual que el párpado asustado.

Algo viene
algo suena,
algo se acerca hasta mi cama;
abro mis ojos pero están cerrados,
muevo mis manos pero no se mueves.

Otra vez el golpe de la puerta;
abro mis ojos que ya estaban abiertos,
se cierran otros ojos dentro de mí
¡Pum!
Todavía son las cuatro de la mañana.



Poema El Llamamiento de Julio Iraheta Santos



Me está llamando el ángel pendenciero
y debo encender en la consola
de mi corazón solitario
la lámpara de noche
que me acompaña en las vigilias
que compara el canto de los gallos
con un embudo roto
en el pubis de la madrugada
Me está provocando el insolente bribón
y él sabe que si no extiendo mis manteles
y grabo en ellos mis jeroglíficos
no he de continuar a gusto
por los túneles del sueño
y mañana cuando camine
por el tablero de la ciudad
he de ser una pieza incontrolable
y he de echar a perder la siesta de la multitud
porque sin duda me agarrará de pelear con él
hasta que le quiebre las alas
le despenique las plumas
y sólo quede en las baldosas de las plazas
como una mancha bochinchera
su compulsiva antipoesía

1992



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