Poema Bajo La Ducha de Humberto Mello



intenta lavar las memorias
que caen crespas y crudas
sobre el cuerpo y lo disuelve
la carne ahora es voz y olor
cada parte del cuerpo se acuerda de algo
un hijo que no nació
un beso que fue interrumpido
en cada toque
siente el gusto de la desesperación
friega araña quita la piel
inútil lavar lo que le devora

(POEMA ORIGINAL EN PORTUGUÉS):

debaixo do chuveiro

debaixo do chuveiro
tenta lavar as memórias
que escorrem crespas e cruas
sobre o corpo e o dissolve
a carne agora é voz e cheiro
cada parte do corpo lembra de algo
um filho que não nasceu
um beijo que se interrompeu
em cada toque
sente o gosto do desespero
esfrega arranha esfola
inútil lavar o que lhe devora

(Traducción: Humberto Mello en colaboración con Nora Méndez y Dina Posada)



Poema Nocturno de Delmira Agustini



Engarzado en la noche el lago de tu alma,
diríase una tela de cristal y de calma
tramada por las grandes arañas del desvelo.

Nata de agua lustral en vaso de alabastros;
espejo de pureza que abrillantas los astros
y reflejas la cima de la Vida en un cielo…
Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros,
voy manchando los lagos y remontando el vuelo.



Poema Reflexión Moral Sobre La Anatomía de Manuel Vázquez Montalbán



Hay mujeres que hacen daño
en el pecho del que muere
al contemplar
la contención exacta de su carne
la refrigeración
blanda de sus cabellos limpios
y el pretexto caedizo de sus ropas

otras
tienen los ojos tristes pero hermosos
o un bello lomo para un torpe frente
o dos piernas
sin cansancio muscular columnas
de seguro cielo

otras sólo tienen
dos senos a punto de abrirse por su peso
de fruta para labios agostados
para manos
sin otro mundo que llevarse al alma

y en ocasiones
sólo un seno es hermoso sólo un hombro
sólo un vencimiento de la piel
sólo los labios

pero siempre hay un hombre enamorado de tanto o de tan poco
enamorado fugaz o consecuente ama
las pequeñas patrias de una noche
sin clarines
frente a unos párpados cerrados murmullos
fracasadas sintaxis

respetad las plantas
y los cuerpos donde el deseo se descansa
del infinito miedo a todos los olvidos.

«A la sombra de las muchachas sin flor» 1973



Poema Insomnio de Claribel Alegria



Digo amor
y lacera mi cuerpo
el desamparo.



Poema Hija Serás De Nadie de José Manuel Caballero Bonald



(La soleá)

Me fui acercando hasta la lúgubre
frontera de la llama, todavía
reciente el maleficio. Dioses
en vez de hombres arrancaban
a la terrestre boca sus rescoldos
de mísera epopeya. Ebria
mejor que loca era la sed,
mientras las jadeantes llaves
del amor, la roja flor del vino,
el nudoso gemir de la madera,
reducían la vida a un estéril
fragor de insurrección.

Nunca fue
la omnipotencia concebida
con más proscritos fueros
de humildad. Aquí moría el tiempo
retumbando entre las sometidas
deserciones, fugaz la orilla incrédula
del alma, inmortal su corriente.

Pero la mordedura de lo negro,
¿tú también?, repetía. Toca
mis azotados senos infecundos,
abre el furioso horno del relámpago,
hunde tus manos hasta el fondo
de la estación del hambre, en las sangrientas
volutas del recuerdo, por las roncas
angosturas de un grito. Allí verás
cómo se alza en errabunda cólera
tu propia sumisión. bebe conmigo
el cuenco de la música, la líquida
maraña del lamento, fértil
amor tendido en la harapienta
majestad de la noche, menguado el clamoroso
martirio de la luz.
Pero la mordedura
de lo negro, ¿tú también?, repetía.
Hija serás de nadie, laberinto
de infamantes asedios, tributaria
consumación del llanto, hija
serás de nadie, soleá tan libérrima
que su arma es su yugo, alimentada
de tierra, engendrada en la tierra,
tanto más alta cuanto más
caída, ¿tú también?, como Anteo.



Poema Regreso De La Palabra de Juana Rosa Pita



Regresa la palabra de su exilio
a dar de vez en cuando lo indecible:
lo hermoso de hacer pausa
a distancia de beso. La palabra

regresa inmersa en el silencio
y limpia de banalidades, baila
con nuestro sentimiento:
la calle paralela ya real.

Misiva es tu mirada:
detrás de la emoción de nuestro abrazo
resbala la tristeza de la ausencia.
Castillo, escollo, cielo y mar nos guardan.



Poema Las Afueras (iii) de Jaime Gil De Biedma



¡Ciudad
ya tan lejana!

Lejana junto al mar: tardes de puerto
y desamparo errante de los muelles.
Se obstinarán crecientes las mareas
por las horas de allá.

Y serán un rumor,
un pálpito que puja adormeciéndose,
cuando asoman las luces de la noche
sobre el mar.

Más, cada vez más honda
conmigo vas, ciudad,
como un amor hundido,
irreparable.

A veces ola y otra vez silencio.



Poema En La Ola Más Alta de Juan Domingo Argüelles



Solamente la música,
la melodía que viene y va
como mi boca,
ávida,
de pezón en pezón,
de un monte a la otra cima;
solamente la música,
tu música,
me hace dormir,
feliz,
mece mi corazón
y lo estremece
y después lo serena
y lo detiene,
y lo quema
y lo apaga,
lo hace ceniza,
¡oh, Diosa!,
y luego le devuelve sangre joven
en la ola más alta
de la noche más alta.

Solamente la música,
tu música,
aprieta mi garganta
hasta la asfixia
con su mano que es garra
y luego leve
extensión de la espuma,
vellón de Venus.

Ésta es la poesía
y no palabras:
música para el alma
desde su primer día.



Poema De En Un Paisaje Abolido: de José Miguel Ullán



7. CÍRCULO MAMARIO:
Acaso su único propósito era dar vueltas por la escarcha,
uniformado de arlequín, voltando una esfera sonrosada.
En eso diferente de nosotros, flacos, calientes y desengañados.



Poema Visita Del Viernes de Omar García Ramírez



Yo me quedé así recostado dejando que el tinto resbalara garganta abajo, buscando el estómago frío. Claro, no lo niego, también eran ganas de radio bemba, del chisme, del correveidile, de saber adónde se había ido la muchacha de la falda de flores, la muy espigada y siempre en flor, cosechera de la primavera del valle.

La madre
se quedó mirando la ventana
como sin un barco lejano
alzara el vuelo
sobre nubes de cerúleos óleos espesos.
Un lienzo
embadurnado por un dios goyesco
en la quinta del sordo estelar.
?Sí, cómo saberlo…,
Mando una postal desde Londres…?
?Me dijo al fin?. Era una postal bonita con esas casas antiguas de torres de piedra… ¿Cómo es que se llaman?.
?Castillos- le dijo él,
Mejor dicho le dije yo, …
y se quedó mirando el humo del cigarro que se iba hacia una tarde, en donde la lluvia parecía entrar con música de primavera.
?No sé, a lo mejor era un castillo ?. Le respondió la mujer, que siguió con su café sin dejar de mirar por la ventana? Me decía en sus cartas, que había fantasmas y vajillas de platas que se movían en la noche con sus reflejos de lunas quebradas.
Y luego desde Italia. Ud. debe saber joven que ella era una mujer que no le gustaba quedarse quieta en un solo sitio, además su belleza se lo impedía, ¿cómo se iba a quedar una mujer tan bella ella, pelando papas y friendo filetes de cordero para un tendero?… Así fuese un granjero, ella no estaba para esas cosas. Ud. sabe cuando se tienen sueños y cosas así,…¿cómo decirle,..cómo decirlo…?
Había una ciudad sobre un río o sobre el mar…
-¿Venecia?
?Sí Venecia…¿Cómo lo sabe?, ¿ella también le escribió?.
?No, nunca… Pero esas cosas están en los libros de geografía, usted sabe señora. No es que haya leído mucho, pero a veces, la curiosidad, señora…
?Ah, sí, y luego desde un país del que sí recuerdo el nombre, desde Grecia…Yo de niña siempre soñé con ir a Grecia…No sé ni dónde queda pero me la imagino,
bueno ella…
Lucía pálida y delgada pero parecía feliz, me mandó unas fotos desde una playa rocosa con un mar de azul intenso,…
No, mares por aquí no se ven así de azules, como de película.
(y me pasó una foto en donde ella lucía como una sirena del Egeo, tal vez más delgada y pálida, pero a mí me parecía una sirena del Egeo, con sus cabellos largos y negros y sus piernas afiladas y bruñidas sobre una roca blanca. Y pensar que de niños comíamos tamarindos, mangos, chontaduros…)

?Después desde Egipto.
continuó su madre sin dejar de mirar por la ventana.
?¿Quiere más café joven?
?No señora muchas gracias.
?Estaba con un hombre gordo de mostachos y ella ya estaba muy cambiada; mírela. (Me pasa una fotografía, está gorda y claro, mucho más morena.)
Pero ahora…?continuó la madre? no sé,… hace dos años y ya no envía nada, ni una carta,
ni una llamada, ni siquiera una postal con las pirámides de Memón.
?De Keops señora.
?Eso, de Keops.
Luego ella (la señora) se quedó callada por varios minutos, como tejiendo una frase que nunca llegaba a engarzar en las agujas del tiempo. ?¿Y usted?? Me preguntó por fin.
?Ahí en la fabrica usted sabe señora, casi diez años y bueno…. Ahí va uno envejeciendo como un animal de factoría, Doña Isabel.
A estas alturas ya casi ni recuerdo. Es un buen puesto, no me puedo quejar…

?Es mejor ? me dijo ?, es mucho mejor que olvide joven.?
?Sí señora es mucho mejor… Sí señora ?. Le respondí.
Y seguí mirando la fotografía de la sirena sobre la roca del mar Egeo. Parecía que sus cabellos ondearan por la brisa,…
Al final creo que me sonreía.



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