Poema De Olvido (ii) de Lilian Serpas



Tu imagen enlutada y pasajera
roza el leve sentir de una amargura…;
y aunque en ella yo viva prisionera,
mi vida es un no-star en la ternura:

-afán que nunca llega hasta su vera-
si un ir inmotivado en mi presura,
me diluye, me escapa a la atadura
del tiempo, en ceguedad de lo que fuera:

-tal vez- sólo el mirar de la dulzura;
el más leve matiz en primavera:
la luz, la flor, la imagen que perdura;

desde mi hondón mi ser te configura,
-cerca o distante- el alma es heredera,
de ese súbito albor, de noche oscura…



Poema Eunicianas (iii) de Lil Picado



Eres como uno de esos aguaceros soleados
del trópico húmedo
cayendo grecolatinamente sobre el verbo.
Eunice.
Suma poética,
poesía multiplicada.
Hirsuta de colibríes nutricios.
Exégeta de asombros.
Altiva, leal, bravía,
sensualera y dulcísima.
Asceta dispendiosa.
Aguda, pertinaz, apabullante.
Imperiosa, sutil, epitalámica,
perturbadora incólume.
Desperezada, lánguida, doliente.
Pasional, discrepada, abarcadora.
Eunice.
Traspasada de flores numerales.
Tenías el espíritu recio
y la mente fulmínea.
Y eras dueña
De un corazón invulnerable y roto.



Poema En El Refugio Conoceré de Ligia Guillén



Al salir del sueño
caracol tierno y desnudo,
se me impuso
una envoltura
que no tendrá nunca mis medidas.
Sólo en la casa de los espejos
conoceré el aspecto de mi sombra
que llora porque me queda grande.



Poema Sin Pájaros Ni Madreselvas de Leticia Luna



A Benjamín Anaya

Cruzaré por tu calle como por tu cuerpo
con un poema desnudo de toda enciclopedia

quién soy yo para nombrar tu claridad
en un amanecer que se sonroja
boca de mirlo con sed y sin abrigo

Para ti no tengo coartada, ni gloria, ni infinito
no tengo amaneceres, ni pájaros, ni madreselvas
no tengo avestruces en cuyo vientre acurrucarte

Para ti no hay espinas, ni aduanas, ni soldados
no hay sombras, ni famas, ni gorriones
no hay púas, ni codornices en el estómago del día
para ti sólo tengo mi vocación de gaviota triste
mi vuelo
y voluntad de arena



Poema El Amante Y La Espiga de Leticia Luna



Ponme como un sello sobre tu
corazón, como una marca sobre
tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el
amor…
CANTAR DE LOS CANTARES 8,6

I

Mi cuerpo es claro, el tuyo oscuro
y en la aromosa claridad nocturna
nuestras lenguas se enlazan
con negritud de día

este deseo que nos invade
lo sé, viene de ser otros continentes
otros ríos que buscan cauce
hasta llegar al territorio
donde el color de nuestra piel
desaparece
y encuentra
esta infinita luz
que nos traspasa

II

Soy la tierra y tú el ángel
busco cielo y tú costa
eres la tempestad que inaugura mi ser
de mil maneras

nada es más grande que tu vuelo
ni nada más telúrico
que mi carne
abierta para ti

III

Tiemblo debajo tuyo
como una hoja
cuyo rocío
es tu semen

IV

Tú tienes el deseo entre las manos
me tocas y soy tuya
crepito, como el relámpago estoy viva

soy agua que te sacia
tengo las redondeces de la tierra
la voluptuosidad del río

pero me alejas de este mundo
oscura e invisible

V

Te vi de pronto
como un deslumbramiento
ante la aurora
y reconocí tu piel
como el amanecer reconoce
la noche que termina

VI

Por qué, desconocido
llegas y levantas mi falda
abres mi blusa
y besas mis senos claros
con una furia
tan sólo imaginada
por el ciclón
que arrasa nuestros campos

VII

Pasan los días
y comienzas a decirme
cómo debo arreglarme el pelo
los labios naturales
las flores por perfume

sigues lamiéndome
el cuerpo de espuma
que provoca tu deseo

VIII

Cuando el manto de la noche
besa los labios de la arena
un aliento de mar
de nubes
de tus manos
surge como navío nuevo

mi barca es una playa
y un verano que germina
tu cuerpo un dios
donde se acuesta el alba

IX

Somos dos animales hambrientos de deseo
Nada es sucio, me dices
mientras cabalgas en mi cuerpo
y la violencia de nuestros sexos enjoyados
florece como espigas

X

El día se nubla
de tanta conmoción temprana
debo olvidar que te llevo
como una espira que trepida

XI

Para besarte es que me escapo
templo sagrado donde la llama oficia
eres azul y rojo como el ardiente cielo
dorado mar:
mañana lloverán semillas
y nuestros cuerpos
florecerán de cantos



Poema Madrigal Lento de Leopoldo Panero



Te haces al deshacerte más hermosa,
lo mismo que en la nieve derretida,
bajo su tersa limpidez dormida,
el tiempo, vuelto espíritu, reposa.

Te haces tan dulcemente tenebrosa,
lago de mi montaña ensombrecida,
que en tu quietud recoges hoy mi vida;
mi ayer que a mi mañana se desposa.

Igual que ayer cantaba a mi montaña,
hoy a ti, mi honda paz, mi nieve viva,
mi muerte atesorada en la costumbre

canto, mientras tu tiempo te acompaña,
oh, clara compañera fugitiva,
hacia el desnudo mar desde la cumbre.



Poema Cántico de Leopoldo Panero



Es verdad tu hermosura. Es verdad. ¡Cómo entra
la luz al corazón! ¡Cómo aspira tu aroma
de tierra en primavera el alma que te encuentra!
Es verdad. Tu piel tiene penumbra de paloma.

Tus ojos tienen toda la dulzura que existe.
Como un ave remota sobre el mar tu alma vuela.
Es más verdad lo diáfano desde que tú naciste.
Es verdad. Tu pie tiene costumbre de gacela.

Es verdad que la tierra es hermosa y que canta
el ruiseñor. La noche es más alta en tu frente.
Tu voz es la encendida mudez de tu garganta.
Tu palabra es tan honda, que apenas si se siente.

Es verdad el milagro. Todo cuanto ha nacido
descifra en tu hermosura su nombre verdadero.
Tu cansancio es espíritu, y un proyecto de olvido
silencioso y viviente como todo sendero.

Tu amor une mis días y mis noches de abeja.
Hace de mi esperanza un clavel gota a gota.
Desvela mis pisadas y en mi sueño se aleja,
mientras la tierra humilde de mi destino brota.

¡Gracias os doy, Dios mío, por el amor que llena
mi soledad de pájaros como una selva mía!
Gracias porque mi vida se siente como ajena,
porque es una promesa continua mi alegría,

porque es de trigo alegre su cabello en mi mano,
porque igual que la orilla de un lago es su hermosura,
porque es como la escarcha del campo castellano
el verde recién hecho de su mirada pura.

No sé la tierra fija de mi ser. no sé dónde
empieza este sonido del alma y de la brisa,
que en mi pecho golpea, y en mi pecho responde,
como el agua en la piedra, como el niño en la risa.

No sé si estoy ya muerto. No lo sé. No sé, cuando
te miro, si es la noche lo que miro sin verte.
No sé si es el silencio del corazón temblando
o si escucho la música íntima de la muerte.

Pero es verdad el tiempo que transcurre conmigo.
Es verdad que los ojos empapan el recuerdo
para siempre al mirarte, ¡para siempre contigo,
en la muerte que alcanzo y en la vida que pierdo!

La esperanza es la sola verdad que el hombre inventa.
Y es verdad la esperanza, y es su límite anhelo
de juventud eterna, que aquí se transparenta
igual que la ceniza de una sombra en el suelo.

Tú eres como una isla desconocida y triste,
mecida por las aguas, que suenan, noche y día,
más lejos y más dulce de todo lo que existe,
en un rincón del alma con nombre de bahía.

Lo más mío que tengo eres tú. Tu palabra
va haciendo débilmente mi soledad más pura.
¡Haz que la tierra antigua del corazón se abra
y que sientan cerca la muerte y la hermosura!

Haz de mi voluntad un vínculo creciente.
Haz melliza del niño la pureza del hombre.
haz la mano que tocas de nieve adolescente
y de espuma mis huesos al pronunciar tu nombre.

El tiempo ya no existe. Sólo el alma respira.
Sólo la muerte tiene presencia y sacramento.
Desnudo y retirado, mi corazón te mira.
Es verdad. Tu hermosura me borra el pensamiento.

Tengo aquí mi ventura. Tengo la muerte sola.
Tengo en paz mi alegría y mi dolor en calma.
A través de mi pecho de varón que se inmola
van corriendo las frescas acequias de tu alma.

La presencia de Dios eres tú. Mi agonía
empieza poco a poco como la sed. ¡Tú eres
la palabra que el Ángel declaraba a María,
anunciando a la muerte la unidad de los seres!



Poema Escrito A Cada Instante de Leopoldo Panero



Para inventar a Dios, nuestra palabra
busca, dentro del pecho,
su propia semejanza y no la encuentra,
como las olas de la mar tranquila,
una tras otra, iguales,
quieren la exactitud de lo infinito
medir, al par que cantan…
Y Su nombre sin letras,
escrito a cada instante por la espuma,
se borra a cada instante
mecido por la música del agua;
y un eco queda solo en las orillas.
¿Qué número infinito
nos cuenta el corazón?
Cada latido,
otra vez es más dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente desde dentro
va a pronunciar Su nombre.
Y otra vez se ensombrece el pensamiento,
y la voz no le encuentra.
Dentro del pecho está.
Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra exacta y Tuya,
que repite en el alma el dulce y fijo
girar de las estrellas.



Poema Primer Amor de Leopoldo Maria Panero



…ora
sei rimasta sola…

Riki Gianco_mikidel Prete

Esta sonrisa que me llega como el poniente
que se aplasta contra mi carne que hasta entonces sentía
sólo calor o frío
esta música quemada o mariposa débil como el aire que
quisiera tan sólo un alfiler para evitar su caída
ahora
cuando el reloj avanza sin horizonte o luna sin viento sin
bandera
esta tristeza o frío
no llames a mi puerta deja que el viento se lleve tus
labios
este cadáver que todavía guarda el calor de nuestros
besos
dejadme contemplar el mundo en una lágrima
Ven despacio hacia mí luna de dientes caídos
Dejadme entrar en la cueva submarina
atrás quedan las formas que se suceden sin dejar huella
todo lo que pasa y se deshace dejando tan sólo un humo
blanco
atrás quedan los sueños que hoy son sólo hielo o piedra
agua dulce como un beso desde el otro lado del horizonte

Pájaros pálidos en jaulas de oro.



Poema La Poesía Destruye Al Hombre de Leopoldo Maria Panero



La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruído por la poesía.

«El último hombre» 1984



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