Poema Un Vuelo De Azules Mariposas… de Mercedes Durand



Un vuelo de azules mariposas
Le inundaba la frente
Y los pasos menudos del rocío
Verdecían el musgo
Empurpuraban más a los geranios
Y agitaban su pulso?

La noche de un agosto fronterizo
Entre el gozo y el miedo,
(mariposa-zenzontle-miel-canela)
Sacudió sus entrañas
Y el rumor pizarrino de la lluvia
Y el dolor de la sangre
Despertaron mi llanto
Y heme aquí? desde entonces.

La madre de María Inmaculada
Bendijo mi venida
Entre Kyries y Salves y Acordaos
Y mieles de achicoria?
Nací del llanto y con la lluvia tenue
Una noche sin noche
En vuelo de opalinas mariposas
?entre barro y canela?
Y por anual me dieron el zenzontle
Y por signo un lucero
Y por herencia el viento, la colina
Y el mar y el horizonte?

El Ángel de la leche me dormía
En brazos de mi madre
Y el morro de una tímida sonaja
Sacudía mis manos?

Pronto mis pies corrieron por la casa
Y conocí a la hormiga
A la chiltota ?prima del naranjo?
Al zompopo de mayo?

Jugué al escondedero con mi sombra
Y el libro de Mantilla
Y el ábaco de cuentas rojo-blancas
Y la manzana rosa
Y Sor Emilia con su toca nardo
Me fueron familiares?

Miedos estacionados en los goznes
De puertas y ventanas
Asomaron su voz de medianoche
En perros sincopados
Y trac-trac de carreteras ambulantes?

Un ser estaba siendo ente y era
Construido con palabras,
Asombros, experiencias y consejos
De luna y porcelana?

Un ser estaba siendo ente y era
Romboide en espiral,
Lámpara del no-yo, luz del nosotros,
Sombra de girasol,
Gota infinita del mar existencial,
Fragmento del no-ser?

Un ser esta siendo ente y era
Átomo de galaxia,
Cristal de cosmonauta en agonía,
Espuma sideral,
Profética visión de aconteceres,
Salmo del siglo XX?

Un ser estaba siendo ente y era
Lágrima de la tarde
Escudilla de sílabas y nombres
Racimo de palabras?



Poema Espacio De Mi Voz A Frida Kahlo de Mercedes Durand



Un día, Frida Kahlo,
Pleno de sol y niños,
Me acerqué a tu horizonte,
A tu mundo divino:
Acaricié un rebozo, un nopal y un indio.

Desde ese día, Frida,
Aspiré tu dolor sublimizado
Por la voz de la lucha.
Me dijiste el mensaje que la tierra
Proclama en las espigas;
Me dijiste?
Me dijiste mil cosas, Frida Kahlo,
Con tu verbo encendido.
Entendí tu mensaje,
Lo guardé entre los pliegues de la sangre
Para donarlo a mi hijo,
Porque? quién Frida Kahlo
No aprendió tu lección de sacrificio
Si era tu voz un himno libertario
Para el mundo oprimido.

¿Quién te pudo ignorar si tu presencia
amanecía en todos los colores
de las cosas sencillas?
¿Quién se negó a ignorar tu noble ayuda
elaborada en paz y dulcemente
desde el cedro labrado de tu silla?
Ninguno, Frida Kahlo,
El Louvre mismo atesoró tus cuadros,
Veneró tu mujer y tu pintura;
Te amaron los hambrientos de justicia,
Te comprendió la juventud,
La brisa,
Los paisajes risueños,
La campiña;
Te saludó el arroz,
El vodka alegre,
Los maizales indígenas sangrando,
La Torre Eiffel y la Alambra antigua;
Te saludaron todos Frida Kahlo
Porque tú eras la vida,
Porque enseñaste siempre
Acuarelas tranquilas
Porque igualmente pronunciabas panadero
Que arte impresionista.

Por eso, Frida Kahlo,
Cuando la lluvia acompañó tu viaje,
Me dije:
Sus cenizas
Habrán de germinar en rosas blancas
En auroras de olivo,
O tal vez pintarán una paloma
Sobre el lienzo del mundo.

Te has ido Frida Kahlo,
Se mece en tu recuerdo
La fiesta alborozada de tus trajes
Y el gozo circular de los anillos.

Adiós a la pintora Frida Kahlo,
A la mujer sufrida,
A la artista que un día
Me permitió mirar a su horizonte,
A su mundo divino,
Y acariciar el rostro del rebozo,
Del nopal y del indio.



Poema Un Secreto De Las Flores de Melchor De Palau



Es cosa averiguada,
por dos naturalistas comprobada,
que influyen los colores
en el aroma de las gayas flores.
Con germana paciencia,
que no hasta dar con la evidencia,
sometieron a ensayo
cuantas tributan el Abril y el Mayo,
quedando, según reza la Memoria,
a favor de las blancas la victoria;
y no así como así, ventaja y mucha
es la alcanzada en la florida lucha.
Les siguen luego las de tintas rojas,
las que amarillo tienen en las hojas,
las violeta, las pardo-anaranjado,
y cierran las azules el estado.

Bien hayas ¡oh blancura!
anidadora de la esencia pura;
no era precisa, no, la voz del sabio
para mover en tu loor el labio:
que nada afirma la preclara Ciencia
que no está ya grabado en la conciencia;
de blanco la natura soberana
sus hijos predilectos engalana,
y hasta la fantasía, cuando crea,
de blanco viste la naciente idea.

Blanca es la virgen nieve
que, en los comienzos, el arroyo bebe;
blancas las perlas que la fresca aurora,
al despertar, sobre los campos, llora;
blanca del agua la rizosa espuma;
blanca del cisne la luciente pluma;
blanca la leche que alimenta al niño,
y son blancas las pieles del armiño.

Blanco el vellón que la paciente oveja
entre las zarzas del camino deja;
blanca la láctea vía;
blanco el maná que sobre Israel llovía;
candoroso el ensueño de la cuna;
blanco es el rayo de la tibia luna;
blanco el mármol de helénica belleza,
y blanca del anciano la cabeza.

Blanco el incienso que a los aires sube;
blancas pintan las alas del querube;
blancas son la inocencia y la alegría;
blanca la fe que entre las sombras guía;
blanco es el lirio, de pureza emblema
es blanca de la virgen la diadema;
y, según dicen, es el blanco velo
traje de recepción allá en el cielo.

El rosa y el azul, pese al poeta,
son blancura incompleta;
que es el blanco la suma de colores
que miramos dispersos en las flores,
o se ofrecen hermosos
del iris en los rayos luminosos,
cuando la lluvia misma
hace las veces de gigante prisma.
Bien hayas ¡oh blancura!
Tú asumes colores y perfumes;
armonioso conjunto,
de la eterna Unidad débil trasunto;
recreo del sentido
que en ti encuentra placer no dividido;
antes que el fallo pronunciara el sabio,
ya al corazón lo transmitía al labio,
que nada afirma la preclara Ciencia
que no haya anticipado la conciencia.



Poema Geografía Amorosa de Melchor De Palau



Dos partes tiene el mundo, según cuento,
dos partes nada más;
una donde estás tú, mi dulce aliento,
otra donde no estás.



Poema A La Locomotora de Melchor De Palau



ODA

Watt, Stéphenson, Crámpton, yo os conjuro;
en premio a vuestro infatigable anhelo,
dejad un punto el inmortal seguro,
pisad de nuevo la región del suelo;
y, al contemplar con ávida mirada,
de metálicas venas
su faz rugosa, por doquier surcada,
gozaréis mayor dicha que en el cielo.

La que sembrasteis válida semilla
no se aventó cual parva de las eras,
en hoya vino a germinar profunda;
hoy es árbol que brota a maravilla,
y que, como las líbicas palmeras,
al través de los aires se fecunda.

Esa serpiente férrea y anillosa,
que en la cabeza el corazón ostenta;
que, inquieta y animosa,
en su carrera al huracán afrenta,
impávida como él, como él ruidosa,
de vuestra mente es singular hechura:
hipógrifo sin alas,
viene a mostraros sus crecientes galas,
su espléndido poder y su bravura.
¡Quién os dijera en los aciagos años
de sórdida miseria,
cuando bebíais hiel de desengaños,
vuestro genio al luchar con vil materia,
que aquel rudo naciente mecanismo,
objeto de irrisión y de sarcasmo,
ya en vuestro siglo mismo,
en que hasta hay luces que proyectan sombra,
despertara en el vulgo intenso pasmo
y del hombre de ciencia el entusiasmo!

Tal como el padre que en la cuna deja
al vástago infeliz, y a extraño clima,
para labrar su porvenir se aleja,
al regresar, con gozo
por haber dado a su proyecto cima,
contempla al niño convertido en mozo,
y duda breve instante,
al ver las sombras del negruzco bozo,
si es aquel hombre el que dejara infante;
así miráis con lógica extrañeza
a la que os debe fulgurante vida;
su, en apariencia, indómita fiereza,
la efusión grata del amor no impida;
vuestra es la savia que en su seno anida
y son vuestras su gloria y su grandeza.

Miradla con placer, con noble orgullo,
ved cual su pecho jubiloso late,
ved cual relincha en gárrulo murmullo,
como corcel ganoso de combate.
No la atajan altísimas fronteras,
que, a contracurso remontando el río,
el silboso Pirene, el Alpe frío,
atraviesa en urdidas madrigueras.
Pasa sobre los polders de la Holanda,
como sobre las aguas del diluvio;
se enfría de la nieve en los cristales;
se caldea en los rojos arenales;
por entre abismos pedregosos anda,
y a las bocas se asoma del Vesubio.

Recorre audaz la cordillera enhiesta;
esquiva la corriente submarina,
bajo el piélago abriendo
impermeable mina;
elude la vorágine funesta
sobre tornátil puente que rechina;
se solaza en la plácida floresta,
y en la falda del monte se reclina.

Vedla el túnel dejar de corvo techo,
oculta en vaporosas espirales,
cual virgen negra que, al salir del lecho,
se envuelve en sus blanquísimos cendales;
con profusión abona
los campos en la plétora esquilmados:
transporta en peso desde zona a zona
los pueblos mal hallados,
y las fuentes vitales eslabona.

Imagen de la bíblica serpiente
que, de dulces promesas al hechizo,
gustar la fruta a nuestros padres hizo,
que pendía del árbol omnisciente;
nos ofrece afanosa,
de Gutenberg por hábil artificio
en el blanco papel reproducida,
la fruta provechosa
del saber, en los campos recogida.

Cual paloma del Arca
es anuncio de paz; su hogar ardiente
do la tea incendiaria se consume,
las razas va fundiendo lentamente;
hace, de polo a polo,
del orbe entero una ciudad tan sólo;
entierra con cariño
el cadáver del mísero expatriado,
so el árbol do jugara cuando niño;
uniforma el color del rostro humano;
arrulla al mismo son del indio el sueño
y del rudo africano
que, dormidos, arrastra juntamente;
el filo embota de sangrienta Parca;
del libre esclavo con los hierros viles
fabrica sus carriles;
y en todo cuanto su poder abarca,
germen de amor desarrollar se siente.

Si, subyugada por la fuerza bruta,
cual caballo de Troya, en sus entrañas
transporta a veces invasora hueste,
vedla, por otra ruta,
hendiendo sigilosa las montañas,
conducir anhelante,
para hacer frente al enemigo artero,
con el carro el caballo y caballero.

Atrás dejando blanquecina estela,
cual nave de los mares del espacio
que al fuego echó la perezosa vela,
por doquiera que va vierte los dones
con que nos brinda próvida natura;
ya llevando a las cálidas regiones
las frutas que requieren la frescura,
ya, a las tierras heladas,
las del sol por los rayos sazonadas.

Es del Comercio mensajera activa,
de acopio signo, de riqueza augurio;
con perpetuo vaivén de lanzadera,
en este siglo de la fuerza viva,
sustituye al alípede Mercurio.

Del Egipto fue símbolo la Muerte,
gastó en su culto la existencia entera;
hoy con tenaz aliento,
norma tomando de la térrea esfera,
el hombre la consagra al movimiento.

Por eso admira y entusiasta adora,
realización de su ideal quimera,
la audaz Locomotora
que, en rápida carrera,
los espacios famélica devora,
y va, con sus silbidos,
despertando los pueblos adormidos.

Por eso os rinde sin igual tributo,
¡oh seres! que en la tierra
días pasasteis de amargoso luto,
de insólito desvelo,
con lo arraigado, en trabajosa guerra,
y que, al dejar el miserable suelo,
tan sólo visteis verdear el fruto.
Miradlo ya en sazón; pueblos viriles
se nutren de su pródigo sustento:
los yermos torna mágicos pensiles;
Ceres moderna, va sembrando a miles
los prolíficos granos del fomento.

¡Cuán brava a Tite los ojos se aparece!
Férrea coraza la recubre entera,
cual paladín que, con ardiente llama,
por su patria luchara y por su dama;
el más leve reposo la enardece;
chispazos de la lumbre en que se inflama
despide, resoplando como fiera,
y el viento vago, con orgullo,
mece el vaporoso airón de su cimera.

¿Oís? La hora sonó de la partida,
ved cual se lanza con febril exceso;
¡gloria a los Genios que te dieron vida!
¡plaza, plaza al Caballo del progreso!



Poema El Recuerdo de Meira Delmar



Este día con aire de paloma
será después recuerdo.

Me llenaré de él
como de vino un ánfora,
para beberlo a sorbos cuando quiera
recuperar su aroma.

Antes que vuele hacia el ocaso, antes
de ver cómo se pierde entre la noche.



Poema Todavía de Meira Delmar



Amor de amor aquel que nos uniera
una vez en el tiempo ya distante.
Amor en que tú fuiste amado, amante
y yo amante y amada también fuera.

Otro amor sin igual no conociera
nunca el haz de la tierra. Fulgurante,
más que el sol del verano delirante,
toda sombra su lumbre destruyera.

Amor de amor. Tan alto y extremado,
que el mismo cielo al serle comparado,
cosa fútil y vana parecía.

La vida canceló su encendimiento…
Y sin embargo en el recuerdo siento
que me quema la sangre todavía.



Poema Instante de Meira Delmar



Ven mirar conmigo
el final de la lluvia.
Caen las últimas gotas como
diamantes desprendidos
de la corona del invierno,
y nuevamente queda
desnudo el aire.

Pronto un rayo de sol
encenderá los verdes
del patio,
y saltarán al césped
una vez más los pájaros.

Ven conmigo y fijemos el instante
-mariposa de vidrio-
en esta página.



Poema Se Va Con Algo Mío… de Medardo Angel Silva



Se va con algo mío la tarde que se aleja…
mi dolor de vivir es un dolor de amar,
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.

Que son cosas de niño me dices… ¡Quién me diera,
tener una perenne inconciencia infantil,
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de abril!

¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora;
como la flor que aroma la vida… y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches… y lo ignora!



Poema Aniversario de Medardo Angel Silva



¡Hoy cumpliré veinte años: amargura sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre
de razonar con lógica y proceder según
los sanchos profesores del sentido común!

¡Me son duros mis años ?y apenas si son veinte? ;
ahora se envejece tan prematuramente,
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos,
que repentinamente nos encontramos viejos,
enfrente de las sombras, de espaldas a la aurora,
y solos con la esfinge siempre interrogadora!

¡Oh!, ¡madrugadas rosas olientes a campiñas
y a flor de virgen! ?entonces estaba el alma niña?
Y el canto de la boca fluía de repente
y el reír sin motivo era cosa corriente.

Iba a la escuela por el más largo camino
tras dejar, soñoliento, la sábana de lino,
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis Gonzaga
de pupilas azules y risa cabellera
que velaba los sueños desde la cabecera.

Aunque yendo despacio al fin de la callejuela
acaba, y estábamos al frente de la escuela
con el ?Mantilla? bien oculto bajo el brazo;
y haciendo, en el umbral, mucho más lento el paso.
Y entonces era el ver la calle más bonita,
más de oro el sol y más fresca la mañanita.

Y después, en el aula, con qué mirada inquieta
se observaban las huellas rojas de la palmeta
sonriendo no sin cierto medroso escalofrío,
de la calva del dómine y su sueño sombrío…
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?…
¡Hay tanto que observar en los negros rincones!

Y, además es mejor contemplar los gorriones
en los hilos: seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas color de luna.

¡El sol es el amigo más bueno de la infancia!
¡Nos miente tantas cosas bellas a la distancia!
¡Tiene un brillar tan lindo de onza nueva! ¡Reparte
tan bien su oro que nadie se queda sin su parte!
Y por él no atendíamos a las explicaciones;
ese brujo Aladino evocaba visiones
de las Mil y una Noches de las Mil Maravillas
y beodas de sueños, nuestras almas sencillas,
sin pensar, extendían las manos suplicantes
como quien busca a tientas puñados de diamantes.

¡Oh!, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
la armonía de los peinados maternales,
cuando íbamos vestidos de ropa nueva a misa
dominical y pese a los serios rituales,
al ver al monaguillo soltábamos la risa!

¡Oh!, los juegos con novias de traje a las rodillas
los besos inocentes que se dan a hurtadillas
a la bebé amorosa de diez a doce años,
y los sedeños roces de sus rizos castaños
y las rimas primeras y las cartas primeras
que motivan insomnios y producen ojeras!

¡Adolescencia mía: te llevas tantas cosas
que dudo si ha de darme la juventud más rosas
y siento como nunca la tristeza sin nombre
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre!…

¡Hoy no es la adolescencia mirada y risa franca,
sino el cansado gesto de precoz amargura
y está el alma que fuera una paloma blanca
triste de tantos sueños y de tanta lectura!



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