Poema Hay Pena Penita Pena de Nacho Buzón
no sé que me da más
pena
la muerte
o
la pena de muerte
Amor Amistad Familia Infantiles Fechas Especiales Cristianos
El dios hijo cordero lobo en aguas de fondo inmenso calamar el dios
del soplo man in black el dios de estar en cavidades donde el negro
es primario ningún color El dios llameante
negro marfil sube al cúmulo de mí
seremos eco en sus porciones
sólo fragmentos
carencia
estatua en negro marfil black ivory
aquí los corazones
como la cabeza de Juan
y yo: despierta
Se es feliz en lo infeliz se es negro en blanco black in man se es
carbón molido se es color el miedo y el lugar del miedo se es la
esposa y el padre se es la hija la hermana la piedra cristal
soplado se es el cuerpo y el espíritu santo el dogma la consu-
mación El deseo incumplido el secreto guardado la pira del secreto
Desdicha en lo supuesto feliz Avanza la expiación
*
Se encuentra el amado entre sábanas negras se incorpora se vuelca hacia la piedra con trapo húmedo la moja aparece un fresco en rojos y amarillos La música porosa En tierra de nadie en tierra de ocres: La fe
*
Son melancólicos los tonos son deliberadamente en platas oigo las cuerdas contra el chelo oigo el arpa son los tonos no elegidos Son lo que son lo que empincela en tinta el borde de los cuerpos Como un país Como la lluvia de un país Como la lluvia del arpa contra el chelo: los dedos hurgando el punto de la emanación el punto negro-llama el centro de equilibrio llueve hacia el vacío dedos hurgando en el origen de un color que se degrada El todo se cierne en un aquí: donde se toca el propio extravío
*
Era el humo liberado de un incendio el gris elevante que surcaba el negro aún en el temblor los cuerpos se amalgaman están en otro y vuelven a lo solo como un vapor
En lo envolvente Como un dibujo
En marca de agua He perdido
Me he plegado Dónde
Si no El sino
De estos días
Mi corazón se me va de mí.
¡Oh, Dios! ¿Acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿Cuando sanará?
Repto en mi cama
me enrosco
tiro el veneno
cambio de piel
y duermo
porque aquí está el paraíso
y no hay evas ni adanes
ni dioses
sola yo
y mi deliciosa
manzana
qué luego llegaste al panteón
del arrepentimiento
qué afán de penitencia ahora
levanta el telón don tenorio
la escena anterior fue tu engaño
deja ya el ridículo
te lo exigen
estos tiempos
Inés
sobre la tumba
te lo ordena
No estuve para siempre en la ciudad
la amé con una queja con un grito de espanto
pero la amé sin fin
sin desconcierto
recorrí las costumbres de tus manos
el trazo de tu cuello el resplandor insomne de tu boca.
La ciudad me conmueve y atenaza
penetra con su daga mis vestigios
y encuentra la verdad bajo su talla.
Un canario despierta
y yo tengo un secreto como un nido
como un terrón de azúcar en la mano.
En mi vasta extensión de llanto y plata,
en el asalto azul de mis espadas,
en mis enardecidos bosques de agua,
arteria soy para latir su muerte.
En las fauces del sol, jaguar de fuego,
en las alas del sol, gallo del cielo,
en las crines del sol, caballo suelto,
antorcha soy para alumbrar su muerte.
En el rumbo oloroso de los lirios,
en el dulce llegar del fugitivo,
en la leche caliente de los ríos,
camino soy para encontrar su muerte.
En el polen astral de la garúa,
en el chubasco de cristal y furia,
en el claro plumaje de la lluvia,
semilla soy para sembrar su muerte.
En los manglares de raíz descalza,
en las islas de entraña calcinada,
en el silencio blanco de las playas,
arena soy para secar su muerte.
En el potro de luz encabritado,
en la noche cruzada por un látigo,
en la lumbre azorada del relámpago,
candela soy para quemar su muerte.
En la palma rasgada por el viento,
en los muñones de los troncos secos,
en el cansancio de los cocoteros,
cogollo soy para tejer su muerte.
En el revuelo de las velas altas,
en el escorzo de las botavaras,
en la lenta evasión de las balandras,
cortejo soy para llevar su muerte.
En los labios callados de los indios,
en la mirada de estancados siglos,
en el sediento corazón guajiro,
guarura soy para ulular su muerte.
En el grasiento hervor de noche y lodo,
en los oscuros sumideros torvos,
en mis pupilas turbias de petróleo,
aceite soy para encender su muerte.
En los motores roncos de los barcos,
en el puñal hundido en mi costado,
en el ávido arpón de los taladros,
palabra soy para negar su muerte.
Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.
Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.
¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.
Nuestro sol declina formando una cúpula
en el espacio
¿Por qué las sombras son grises apariciones convocadas al alba
fardo de ceniza arrojado contra el agua?
Sombras
Así recuerdo bajo las velas bogando la rebosada panza de agua
la quilla enredada con los reflejos salados
batidos por los aletazos de los peces
Podría ser Odiseo de vuelta con Medusa
tras la pesca
la noche de un día difícil
la red sin una sola altizeja
Soy nada más el hombre a solas
que contempla este pequeño barco
RECUERDO DEL PUERTO DE VERACRUZ
antiguo mensaje en una botella
llegado intacto hasta mis islas
¿Por qué mi choza tiene máscaras
que cuelgan del techo y pronuncian sus voces remotas
cual si invitaran a la memoria a lanzar sus guijarros contra el oleaje?
¿Por qué no encontré antes el instante
que rasga el espejo de la memoria
abriendo una grieta al agua?
Tenso el arco donde el sol declina
tenso como una linga de acero sobre un abismo
tenso sobre la combustión de una playa donde habita la flor de las arenas
La historia dobla cada página como una débil mariposa
Cada invierno cada verano son reales
y amenazan con ser los últimos pero su belleza seguirá
Ahora que los hijos nos empujan
y el cuadro anudado con cinta tras la puerta
recuerda que el amarillo es sólo el color de la mañana
me siento a gozar privilegios de dolor y felicidad
reunidos en esa pequeña tachuela que sostiene la gavia de mi barco
Soy un hombre con el lecho roto
bajo los rayos del porvenir que ruge
un pedazo de arcilla, que quisiera su flor
y voy a donar mi libertad
para que el bien v el mal se trencen en mi lecho
como aquellos que sin conocerse
se besan desesperadamente
Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo,
nacida ya para el marero oficio;
ser graciosa y morena tu ejercicio
y tu virtud más ejemplar ser cielo.
¡Niña!, cuando tu pelo va de vuelo,
dando del viento claro un negro indicio,
enmienda de marfil y de artificio
ser de tu capilar borrasca anhelo.
No tienes más quehacer que ser hermosa,
ni tengo más festejo que mirarte,
alrededor girando de tu esfera.
Satélite de ti, no hago otra cosa,
si no es una labor de recordarte.
-¡Date presa de amor, mi carcelera!
De «Primeros poemas» 1933
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