Poema El Nombre Arbitrario De Este Objeto Que Te Desvela… de Esteban Moore



?al sonido de su nombre? *

el nombre arbitrario de este objeto que te desvela
botella, tornillo, o piedra/ que si lanzado de voces
declina la invisible trayectoria de alturas/ entrega
al esfuerzo de tu oído/ el hueco eco de la colisión
la característica de los cuerpos, peso, tamaño, etc.

* ?al sonido de su nombre?
Rodolfo Alonso
?El paseo?, revista Ficción (43/44), 1963.



Poema El Amor De Mis Amores (fragmento) de Carolina Coronado



¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?…
… … … … …

Aquí tu barca está sobre la arena;
desierta miro la extensión marina;
te llamo sin cesar con tu bocina,
y no pareces a calmar mi pena.

Aquí estoy en la barca triste y sola,
aguardando a mi amado noche y día;
llega a mis pies la espuma de la ola,
y huye otra vez, cual la esperanza mía.

¡Blanca y ligera espuma transparente,
ilusión, esperanza, desvarío,
como hielas mis pies con tu rocío
el desencanto hiela nuestra mente!

Tampoco es en el mar adonde él mora;
ni en la tierra ni en el mar mi amor existe.
¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste,
o si dentro del mar estás ahora.

Porque es mucho dolor que siempre ignores
que yo te quiero ver, que yo te llamo,
sólo para decirte que te amo,
que eres siempre el amor de mis amores.
… … … … …



Poema Dudas Del Astronauta de Enzia Verduchi



todo regreso es imán
de la posición de equilibrio.

José Carlos Becerra

Desde el balcón del universo
el astronauta acaricia en la pantalla su virtual Oklahoma.
¿Qué hace un vaquero en la exosfera
exhibiendo sus debilidades y virtudes
por circuito cerrado en Cabo Cañaveral?
No es tiempo de ermitaños en busca
de la dentadura postiza
entre la presión y el volumen;
ni de héroes en misiones orbitales que no logran
un cuarto de página en los periódicos.
Es cierto, el mundo es breve,
pero este pequeño paso para el hombre
no parece un gran paso para la humanidad.



Poema Navegación De La Tristeza de Alfonso Canales



Acediae impugnationem non declinando
fugiendam.
Casiano

Cuando en el río de soledad que, a veces, nos recorre,
un álveo seco, piedras
con huella de lavados imposibles,
verano interminable de guija al sol, de insecto al sol,
de raíz sin esperanza,
notamos una barca por la greda,
que aventa el polvo con los remos podridos de carcoma,
sola bogando, hincando
el astillado palo entre costillas
de calcinadas reses,
es él quien anda.

Y ara
acompasadamente en nuestro espanto,
contra todos los peces,
frente a todos los panes
que son objeto de milagro para las extasiadas muchedumbres.
Él, es él quien navega
entre lo innavegable,
forzado del hastío, entre esturiones de granito y lava.
Él, él, quien contusiona
la brizna
pajiza de la caña, la hoja
terriza de los álamos,
desesperada del ayer que puso
su palma al cielo.

Entonces no hay que huir, hay que sentarse
a ver pasar las malas horas,
la simiente libada por arañas,
por escorpiones y por buitres
que intentan la corola del esparto,
en un invierno sin nieve,
para una miel de cieno que en lentas olas cunde.

Entonces detened la fluxión de la arena,
orad, decid detente,
armaos de los prestigios
que aporta la memoria de las flores;
desanudad las sogas de los cuellos,
que somos para algo,
y evaporad la imagen del Maldito
evocando al Señor, tres veces puro.



Poema A La Piedra Del Molino de Dionisio Ridruejo



El recto andar del agua prisionera
se hizo círculo y copla en tus ardores,
pan de roca, en tu danza molinera,
alegres de tus albas mis rumores.

Sol de espigas, tus labios giradores,
labios del llanto, pesadez ligera,
enmudecen tu amarga primavera,
luna muerta en el llanto de las flores.

Hoy te miro, descanso del camino,
moneda del recuerdo abandonada
en la quieta nostalgia del molino.

Cíclope triste, el ojo sin mirada
y la forma andadora sin destino,
en el eje del aire atravesada.



Poema Nocturno Mar de Xavier Villaurrutia



Ni tu silencio duro cristal de dura roca,
ni el frío de la mano que me tiendes,
ni tus palabras secas, sin tiempo ni color,
ni mi nombre, ni siquiera mi nombre
que dictas como cifra desnuda de sentido;

ni la herida profunda, ni la sangre
que mana de sus labios, palpitante,
ni la distancia cada vez más fría
sábana nieve de hospital invierno
tendida entre los dos como la duda;

nada, nada podrá ser más amargo
que el mar que llevo dentro, solo y ciego,
el mar, antiguo edipo que me recorre a tientas
desde todos los siglos,
cuando mi sangre aún no era mi sangre,
cuando mi piel crecía en la piel de otro cuerpo,
cuando alguien respiraba por mí que aún no nacía.

El mar que sube mudo hasta mis labios,
el mar que me satura
con el mortal veneno que no mata
pues prolonga la vida y duele más que el dolor.
El mar que hace un trabajo lento y lento
forjando en la caverna de mi pecho
el puño airado de mi corazón.

Mar sin viento ni cielo,
sin olas, desolado,
nocturno mar sin espuma en los labios,
nocturno mar sin cólera, conforme
con lamer las paredes que lo mantienen preso
y esclavo que no rompe sus riberas
y ciego que no busca la luz que le robaron
y amante que no quiere sino su desamor.

Mar que arrastra despojos silenciosos,
olvidos olvidados y deseos,
sílabas de recuerdos y rencores,
ahogados sueños de recién nacidos,
perfiles y perfumes mutilados,
fibras de luz y náufragos cabellos.

Nocturno mar amargo
que circula en estrechos corredores
de corales arterias y raíces
y venas y medusas capilares.

Mar que teje en la sombra su tejido flotante,
con azules agujas ensartadas
con hilos nervios y tensos cordones.

Nocturno mar amargo
que humedece mi lengua con su lenta saliva,
que hace crecer mis uñas con la fuerza
de su marca oscura.

Mi oreja sigue su rumor secreto,
oigo crecer sus rocas y sus plantas
que alargan más y más sus labios dedos.

Lo llevo en mí como un remordimiento,
pecado ajeno y sueño misterioso
y lo arrullo y lo duermo
y lo escondo y lo cuido y le guardo el secreto.



Poema 20 Poemas De Amor Y Una Canción Desesperada – Poema 9 de Pablo Neruda



Poema 9

Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.
Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.



Poema Así Como El Atleta de Angel Garcia Lopez



Mi cuerpo es como un pájaro. Me alzo
sobre una cordillera de gorriones.
Las alas me empujaron en el salto,
se me llenó la carne de motores.

Hoy he vuelto a la vida. Libre, gano
mi oficio milagroso de ser hombre.
He tocado una nube con mis brazos
y le he robado al águila su polen.

Quise sentir el mundo, lo delgado
del límite del día con la noche.
Corrí sobre la pista del milagro
indagando el secreto del azogue.

Debí de ser gacela, ardilla, gamo
perseguidor del aire de los bosques.
Mi pecho respiraba como un campo
lastimado de músicas y flores.

Luché contra el equipo de los nardos
y el fuego de amarillos girasoles.
Competí con la pluma de los pájaros
y el latido voraz de los relojes.

Sin sentir en los músculos cansancio
llegué, libre, a la meta.
Desde entonces
traigo una lluvia nueva entre mis párpados.

¿Fui yo? Nadie creyera. El horizonte
se me llenó de cánticos y aplausos.
Hoy le vencí a la vida en el deporte
de alcanzar la alegría con las manos.

De «Tierra de nadie»



Poema Dolientes Madrigales de Manuel Machado



I

Por una de esas raras reflexiones
de la luz, que los físicos
explicarán llenando
de fórmulas un libro…
Mirándome las manos
?como hacen los enfermeros de continuo?
veo en la faceta de un diamante, en una
faceta del diamante de mi anillo,
reflejarse tu cara, mientras piensas
que divago o medito
o sueño… He descubierto,
por azar, este medio tan sencillo
de verte y ver tu corazón, que es otro
diamante puro y limpio.
Cuando me muera, déjame
en el dedo este anillo.

II

Estoy muy mal… Sonrío
porque el desprecio del dolor me asiste,
porque aún miro lo bello en torno mío
y… por lo triste que es el estar triste.
Pero ya la fontana
del sentimiento mana
tan lenta y silenciosa, que su canto,
sonoro, otrora, como risa, es llanto.

III

Guardo, entre mis tesoros de cordura,
la nostalgia febril de la locura,
como gaje de ayer… para un mañana
que no ha de venir ya.

Mustia flor, que me recuerda la lozana
primavera y la risa entre la grana
de los labios… Fontana de ternura
que se ha secado ya.

Y así, no es en mí el canto, sino el cuento
?que «ayer» nos da tan sólo el argumento?;
y la canción es cosa para el día,
que ha declinado ya.

Ha llenado la noche el alma mía
y la sombra ha ahuyentado a la poesía…
Porque ya el día suspirado siento
que no amanecerá.



Poema La Inquietud Del Rosal de Alfonsina Storni



El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.



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