Poema A Dieta de Amalia Bautista



Me acosté sin cenar, y aquella noche
soñé que te comía el corazón.
Supongo que sería por el hambre.
Mientras yo devoraba aquella fruta,
que era dulce y amarga al mismo tiempo,
tú me besabas con los labios fríos,
más fríos y más pálidos que nunca.
Supongo que sería por la muerte.



Poema Que Ahorita Vuelve de Coral Bracho



Te hace una seña con la cabeza
desde esa niebla de luz. Sonríe.
Que sí, que ahorita vuelve.
Miras sus gestos, su lejanía,
pero no la escuchas. Polvo
de niebla es la arena.
Polvo ficticio el mar.
Desde más lejos, frente a ese brillo
que lo corta te mira,
te hace señas. Que sí, que ahorita vuelve.
Que ahorita vuelve.



Poema Elegía Para Decirme de Carilda Oliver Labra



Yo le recuerdo aquí: donde me duele
el color que le trajo a mi esperanza;
y le recuerdo aquí porque soy triste
y ya no puedo echarme entre sus lágrimas.

¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha;
si no me pareciera tanto a mis ojeras,
ni a esta tarde de invierno, así doblada!

Pero me acuerdo aquí de que anda lejos
el que vivió a la vuelta de mi espalda.
Me acuerdo de su nombre perezoso
que casi no quería ser palabra.
Me acuerdo de su risa mal abierta
riñéndole por dentro a la mirada,
y de su frente que crecía;
y de su voz inútil como el alba
y de un secreto que quedó inconcluso
aquel domingo en que amó la nada.

¿Qué corazón saldría de este insomnio
si yo supiera ser una muchacha!
Pero me duele aquí, donde me canso,
aquel hombre agobiado por crisálidas.
Pero me duele aquí, donde soy sola,
esta verdad metida entre dos alas.
Qué corazón saldría de este insomnio…

Pero soy todo el blanco que se acaba,
y no me porto bien con la alegría
por lo que traigo al sur de mi garganta.



Poema Cristales de Blanca Luz Pulido



Oculta en su prisión de sombras,
labra la luz
su sueño
de constancia en los cristales.

I

El granate
es un ejercicio de sangre derramada
en el profundo mármol
de tu cuello

El granate y su memoria de opulencia
son, en la enramada de tus venas,
la herida luminosa de la tierra
que se mira surgir,
de nuevo líquida,
en tu pecho.

II

El zafiro
habla el idioma
de las profundidades
solo el zafiro sabe
lo imposible
de su azul en la sombra adormecido.

Tal vez la noche
que el zafiro esconde
oculta
en sus reflejos
el mar
que en sus cristales
detenido
avanza.

III

Arde el ópalo
en sus cavernas de fuego,
de tiempo suspendido,
de líquidos cielos improbables.

Finge la luz,
el agua,
el mediodía,
un lento azul de insomnio
y el verde que no alcanzaron los jardines.

Yo no sé
los pensamientos
que sus colores cautivan y condensan,
pero me entrego al desvelo
a la sed
de imaginarlos.



Poema Manifiesto Del Amor de Víctor Corcoba Herrero



Quise medir el amor
con los labios del mar,
y el mar me bañó de versos
con los labios de tu boca.

Tu boca es el olvido del yo
y la memoria del alma
que se funde y se confunde.

Porque el amor
es la necesidad de salir
de uno mismo
y de entrar en el otro
como luna en la mar.

Y el mar con el amor
es un poema de vida,
en busca de soles y de sales,
un aire de rosas en llama.

Una llama que se enciende
con los ojos del alma,
que crece con los oídos del pulso,
y con el tacto de la poesía.

La poesía como el amor
nunca pasará de moda,
siempre nos resucitará
todas las bondades
y todas las virtudes.

Si quieres ser correspondido
con el beso del amor,
ama tú y espera,
que la espera aviva y revive.

Revive y aviva la rosa del amor,
que lo es todo en todos,
y que nos vuelve nada en la nada.

Que cada cual verse al amor
como quiera verse y abrazarse.
Que cada cual verse al amor
como quiera morir y renacerse.

Que cada cual verse al amor
como el amor versa a la vida,
donde los acantilados encantados,
conciertan la desnuda sonata
del gusto en el gesto del goce,
tan anudado como anidado,
tan acompasado como acompañado,
y tan compartido como repartido.



Poema Casida De La Alta Madrugada de Félix Grande



Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir
y te levantes medio desnuda
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia

en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos y escribiendo
estos versos degenerados.



Poema Dios Encontrado de Carlos Murciano



Dios está aquí, sobre esta mesa mía
tan revuelta de sueños y papeles;
en esta vieja, azul fotografía
de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,
en el hueco sencillo de la almohada;
y lo grande es que apenas si me asombra
mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco
la silla y todo a Dios; mi diccionario
se abre de golpe en «Dios»; si callo un poco
oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios -¡si estaba
ya dentro…!-; cierro, y sale, mas se queda;
voy a lavar mi cara y Dios se lava
también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,
lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,
ni me sorprendo ni me maravillo
de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve
hecho yo mismo -Dios, perdón- su frío
y no acierto a explicarme por qué envuelve
su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia
alta y antigua en donde vivo. Hacía
por salvar, escribiendo, la distancia
y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,
que me mojo las manos con su espuma;
tan cerca, que termino, porque temo
estarle haciendo daño con la pluma.



Poema Poema De Vigilia de Serafina Núñez



Escribo en la noche susurrante y ajena,
en esta calle mía agresiva y ruidosa
como plaza de Roma colmada de peregrinos espectaculares
y comerciantes pregoneros.
-El sueño es un ciervo que huye en lentos espirales-
Escribo en esta noche incitante y extraña;
a mi lado el color feliz de la quimera,
besa mis párpados,
araña las paredes,
penetra los poros,
se pierde en altos cielos…

Escribo en esta noche de inesperados laberintos:
en su penumbra,
como ascuas, espejos vigilándonos,
los rostros de los amados muertos,
los rostros de los vivos,
los innumerables rostros de la vida
y sus variados universos.
Escribo en esta noche lenta, envolvente como una profecía,
en la infinita vigilia de sus astros…
Mis palabras habitan la soledad.



Poema Soneto Xxix- Pasando El Mar Leandro El Animoso de Garcilaso De La Vega



Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con um ímpetu furioso.

Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo
que de su propia vida congojoso,

como pudo esforzó su voz cansada
ya las ondas habló desta manera,
mas nunca fue su voz dellas oída:

«Ondas, pues no se excusa que yo muera,
dejad me allá llegar, ya la tornada
vuestro furor esecutá en mi vida».



Poema Soneto I de Garcilaso De La Vega



Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?



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