poemas vida obra z

Poema Zona Reina de Mario Payeras



No recordamos ya cómo éramos al principio
porque con cada día parte un cadáver nuestro
a pudrirse en el tiempo.
Nuestros mejores esbozos de humanidad futura
resultaron apenas artificios de pólvora
que ardieron bajo la lluvia de la primera noche,
porque aquí la realidad todavía está en guerra con los pájaros
e ignora por lo tanto las cristalizaciones de la decrepitud
y los tardíos laberintos
en que suele extraviarse su mudanza.
Y agrueguemos:
nunca como estas mañanas
estuvimos tan exentos de los envejecimientos del espíritu
ni nuestros pensamientos se parecieron tanto
a nuestros actos.



Poema Zagalejo De Perlas de Lope De Vega



Zagalejo de perlas,
hijo del Alba,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?

Como sois lucero
del alma mía,
al traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero
sin choza y lana,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?

Perlas en los ojos,
risa en la boca,
las almas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?

Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender;
aunque vais a ver
disfrazado el alma,
¿dónde vais que bace frío
tan de mañana?



Poema Zipper Sonnet de Julio Cortázar



de arriba abajo o bien de abajo arriba
este camino lleva hacia sí mismo
simulacro de cima ante el abismo
árbol que se levanta o se derriba

quien en la alterna imagen lo conciba
será el poeta de este paroxismo
en un amanecer de cataclismo
náufrago que a la arena al fin arriba

vanamente eludiendo su reflejo
antagonista de la simetría
para llegar hasta el dorado gajo

visionario amarrándose a un espejo
obstinado hacedor de la poesía
de abajo arriba o bien de arriba abajo



Poema Zinc de Juan Ramon Jimenez



¡Qué hueco tan robado
el de este vano cielo
que nada al alma pone,
ni nada quita al cuerpo!



Poema Zeñor Poeta de Javier Payeras



zeñor poeta
soy un alma débil
con un arma en los dedos
tengo libros
revistas
primos / hermanos / amigos
y de vez en cuando
leo el diario
sí sí entiendo
pero acaso no es normal
aferrarse a un mal trabajo
herirse de vez en cuando
decir una grocería
agarrar a patadas el televizzzor
señor phoeta
sé que renegará de mí
lo sé
cuando viole a su esposa
le pida para un trago
me vea comprando drogas
o me mate un autobús
esas cosas tan lejanas
a los conversatorios posvanguardistas
y contraculturales
lo siento
no tengo televisión ni radio
ni vehículo ni dinero
no tengo ni mierda
sólo algún material en limpio
que puedo enviarle
eso si no se ofende
por supuesto



Poema Zoofilia de Graciela Baquero



Soy el olfato de ese perro
esa dirección que llega
pone el hocico entre mis piernas
y manso reconoce

Es entonces cuando mi hembra
se queda sin mujer.



Poema Zona Catastrófica de Domingo F. Faílde



No toleran los dioses la felicidad
de los hombres. Perversos,
sin duda, bienestar, placer o dicha,
que el orden contravienen
o desafían la espada
o arrancan a los astros sus secretos designios,
porque son como antorchas
e incendian los templos,
hurtándose al arbitrio del resplandor que ciega.

Penumbra y vituperio,
envuelvan la insolente casta del albedrío;
sólo llanto merezca la fiebre del audaz
y no encuentre reposo entre vivos ni muertos
quien osó sostener la mirada a la luz.

Y mientras al dolor el arúspice invoca
y bendice al sumiso y al triste agasaja,
niega la tierra el fruto que el cielo ha aniquilado,
retumban los sillares al galopar asirio
y adviene de las lágrimas el reino,
begin to begin.



Poema Zarzamoras de César Brañas



(cantos menores)
(1957)

(Por remover su cárdeno tesoro
en la ceniza fiel hundí mi mano:
en mi mano temblaron ascuas de oro,
momentos, sueños, de mi ayer lejano.

Me quedan, de mi cándida aventura
estas canciones que al olvido entrego,
huellas de una indecible quemadura,
marca indeleble de mi oculto fuego.)

*

Esta muchacha tiene dos hijitos
medio abandonados, saldo de su divorcio.
Es rubio el más pequeño y el otro moreno,
traviesos y malcriados: yo los acaricio
con anómalo encanto…
¡A esta muchachita la quise yo tanto!
¡Y estos sus hijitos pudieron ser míos!
¡Debieron ser míos!

*

¿Era esto lo que yo buscaba?
Cuarenta años soñado
y por fin alcanzado…
¡Pero, qué viejo para tan florida rama!
¿Y a porvenir tan nuevo, proponerle un pasado?

*

­Si mi voz, mis sueños, mis lágrimas, mis ojos…
­Pero, ¿qué afán de darte en doloroso ejemplo?
¿No sabes que el dolor que se calla es el más grande?
­¡Sí! ¡Sí! ¡Pero mis sueños, mis lágrimas, mis ojos!

*

El mal que me ha sucedido
yo nunca lo lamenté,
pero tampoco lo olvido
pues dio sentido a mi bien.

Muchachita subversiva,
el aire audaz de tu enagua
¿por qué me tienta y me aviva
un como ímpetu de agua?
¡Quisiera llover luceros
sobre tus tiernos eneros!

*

Me asegura mi experiencia,
sin que de imponerla trate,
que con paciencia
¡o con violencia!,
no hay nudo que no se desate.

*

Mi daño ha consistido
en no haber hecho a tiempo
aquello que he querido;
haber dejado, ciego,
lo soñado por lo vivido,
pues al final encuentro
que lo amado no lo he tenido,
que no vale amar lo que tengo
y lo vivido, lo he perdido.

(Variantes)

(Casamiento de una amiga)

Me dieron la noticia. Vi que en la tierra había
flores, luces, canciones, y que el tiempo fluía
en ondas sin sentido. Nada había cambiado
Entonces, ¿es la muerte ­me pregunté aterrado­
función tan sólo, de fisiología?

*

Que fue un error amarte,
antes de amarte lo sabía
Lo que yo no sabía
era poder dejar de amarte.

*

Qué simples son los poetas,
dijiste: aman lo lejano
y desdeñan lo cercano,
que simples son los poetas.

*

Tienes razón y bien sabes
cuánto te amo,
orgullosa, indiferente,
mi bien lejano

*
Ante mi equívoco amor
me dijiste que quererme
era un error.
Te curaste con olvido
y yo he seguido queriéndote
con mi equívoco amor,
firme en mi error.



Poema Zamira Ama Los Lobos de Antonio Colinas



Zamira ama los lobos.
Yo quisiera ir con ella a buscarlos
a las tierras más altas,
donde los robledales rojos de Sotillo
han perdido sus hojas en las fuentes,
allá donde los caballos
beben el agua helada de las cascadas
y se espera la nieve
como una bendición.

Tú y yo estamos en este hospital
esperando a la muerte.
No la muerte tuya ni la muerte mía,
sino la de aquellos que nos dieron la vida.
Y éstos, ¿a quienes pasarán,
cuando mueran, sus muertes?
Tú y yo esperando el final,
El vacío del límite,
mientras la vida brilla y tiembla entre nosotros
como un cuchillo inocente.
Y es que, esperando la muerte de los otros,
esperamos, un poco, la muerte nuestra.

Quizá, por ello, Zamira ama los lobos.
Quizá, por ello, yo deseo también
salir a buscarlos con ella este mes de diciembre
a los páramos altos,
a los prados remotos.
Y podríamos ver los espinos,
y las brasas de sangre del sol
en mimbrales morados.
Puesta ya en nuestros ojos
la venda de la nieve,
que no pensemos más, que ya no nos deslumbre
el acre resplandor de los quirófanos.

Zamira ama los lobos,
quiere escapar del laberinto de piedra y cristal
del dolor.
Zamira: partamos y no regresemos.



Poema Zorongo de Federico García Lorca



Las manos de mi cariño
te están bordando una capa
con agremán de alhelíes
y con esclavina de agua.
Cuando fuiste novio mío,
por la primavera blanca,
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata.
La luna es un pozo chico,
las flores no valen nada,
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan,
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazan.



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