poemas vida obra y

Poema Ya Nunca Más Diré: Todo Termina de Antonio Gala



Ya nunca más diré: «Todo termina»,
sino: «Sonríe, alma, y comencemos.»
En nuevas manos pongo nuevos remos
y nuevas torres se alzan de la ruina.

Otra alegre mañana determina
el corazón del mundo y sus extremos.
Juntos, alma, tú y yo inauguraremos
este otro amor y su preciosa espina.

Para mirar mi muerte atrás miraba
y encontré renaciente la llanura
y sellada la boca de mi herida.

Ni el nombre sé yo ya de quien amaba,
desmemoriado y terco en la aventura
de que quien me mató me dé la vida.



Poema Y Antes Que El Olvido Nos de Antonio Cisneros



Lo que quiero recordar es una calle. Calle que nombro por no
nombrar el tambo de Gabriel
y el pampón de los perros y el pozo seco de Clara Vallarino y
la higuera del diablo.
Y quiero recordarla antes que se hunda en todas las memorias así
como se hundió bajo la arena del gobierno de Odría en el año 50.
Los viejos que jugaban dominó ya no eran ni recuerdo.
Nadie jugaba y nadie se apuraba en esa calle, ni aun
los remolinos del terral pesados como piedras.
Ya no había hacia dónde salir ni adonde entrar. La neblina o el sol
eran de arena.
Apenas los muchachos y los perros corríamos tras el camión
azul del abuelo de Celia.
El camión de agua dulce, con sus cilindros altos de Castrol.
Yo pisé entonces una botella rota. Los muchachos (tal vez) se
convirtieron en estatuas de sal.
Los perros (pobres perros) fueron muertos por el guardián de la
Urbanizadora.
Y la Urbanizadora tenía unos tractores amarillos y puso los
cordeles y nombró como calles las tierras que nosotros no
habíamos nombrado.
(También son sólo olvido.)

Lo que quiero recordar es una calle. No sé ni para qué.



Poema Y Ese Sonido… de Angela Leite De Souza



Y ese sonido que poco a poco
a se apodera
de toda la ciudad
¿es acaso quimera
o fiera de verdad?
Es un convoy de vagones
que con su chillido corre
y en cada triste grito
el pasado llega.
Pasa el pasado
y descompasado
algún corazón
brincotea con el pito.



Poema Ya Nada Ahora de Angel Gonzalez



Largo es el arte; la vida en cambio corta
como un cuchillo
Pero nada ya ahora

?ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa?

podrá evitarlo:
exento, libre,

como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,

creciente en un espacio sin fronteras,

este amor ya sin mí te amará siempre.



Poema Ya Es Otro Día El Rocío… de Andre Cruchaga



1
Ya es otro día el rocío
Que sangra en el vientre;
La creación es una fascinación de alas
Que invento cada veinticuatro horas;
Buceo con un pedernal inagotable,
Hasta que un collar de mariposas verdes,
Se posa en los pilares de mi casa
Para animar la hermosa fantasía del alba
Que viene ardiendo en los párpados del sol.

2
El alma sangra cuando salen las palabras:
Surge un mundo solamente imaginado.
Aquí estoy en permanente fuga,
Y en fuga también las palabras.
Sabido es que el viento lame los tejados
Y se desliza como tobogán por el iris de las tejas.

3
Dejad que los muertos abran ese surco infinito
Y bajen gorjeantes a la emboscada de la tierra:
Su mirada y su risa y sus grietas;
Que los muertos vivan su muerte
Y tejan en su piel ciega, las sílabas.
Dejad que los muertos iluminen la tierra
Y erijan campanas de cenizas
Desde ese misterio de criptas y cornisas.
Dejad que sus labios de témpano
Humedezcan las raíces de la tierra.
Dejad, dejadme en este gran silencio
Haciendo de los párpados una ráfaga de espejos

4
El mar chorrea su espuma en mis sienes
Como si se tratara de beberla
A través de la memoria.
Una gaviota ?tenaz e infinita?
Vuela entre campanas y palmeras.
¡Ah, esta manera impregnante y osada
de dormir en la playa inventando sirenas
para luego huir como Ulises!

5
Una música larga llega a mis oídos
Cuando subo esta empinada travesía;
Parecciera que el Universo rompió su cauce,
Y que los árboles
Afinan su clorofila en la esperanza.

¡Ah, esta vehemencia por el campo!

¡Ah, este río de sendal infinito
que llameante, tiembla,
en el espejo de mi propia infancia!

6
?Mas allá de la línea, donde avanza
la oscuridad, brilla el oculto fuego?.
La búsqueda perenne, el ansia,
La actitud del corazón
Queriendo adivinar el vuelo del pájaro.
La oscuridad baila en sus cenizas
Junto a la densa fatiga de la ceniza.

7
¿Hacia dónde van mis ojos
?que andan todo el día?
deshechos en antojos?

8
Ando descalzo
Cuando en fuego
Febril me alzo.

9
Beso tu sombra ?tu remanso?
Para llenarme de espesura
Mientras amanece y despierto.

10
Pienso en el río que serpentea
Como el pájaro en pleno vuelo:
Tú eres ese río diáfano y suelto
Donde nadan mis pupilas.



Poema Yesterday de Ana Rossetti



Es tan adorable introducirme
en su lecho, y que mi mano viajera
descanse, entre sus piernas, descuidada,
y al desenvainar la columna tersa
su cimera encarnada y jugosa
tendrá el sabor de las fresas, picante
presenciar la inesperada expresión
de su anatomía que no sabe usar,
mostrarle el sonrosado engarce
al indeciso dedo, mientras en pérfidas
y precisas dosis se le administra audacia.
Es adorable pervertir
a un muchacho, extraerle del vientre
virginal esa rugiente ternura
tan parecida al estertor final
de un agonizante, que es imposible
no irlo matando mientras eyacula.



Poema Yo, La Hembra Fiera de Ana Istaru



Yo, la marsupial,
la roedora,
la que no tiene tregua,
la que ha juntado ramas,
la que escoge las hierbas con las zarpas heridas,
la que gasta los cobres de su lengua
para fraguar el nido
y está midiendo el viento,
y acapara el lado oculto
de todas las colmenas,
la que atina a mirar los trajes de la luna
y quiere desovar,

la que fue fecundada
con un polen antiguo
y está que la revienta
la gloria de la estirpe,
n la que tan sólo espero un signo de los astros
para tirarme
con un rugido ronco a dar a luz,

yo, la hembra fiera,
la traidora,
la taimada,
la que a la muerte ha echado
a perder
su cacería.

De «Verbo madre» 1995



Poema Y La Pequeña Sombra Se Hará Mas Descuidada de Ana Ines Bonnin



Seré para mí lo que otros fueron.
Y mi mano impiadosa no me mitigará.
Ni mis ojos sabrán verme.
Ni dulzura me daré sin regateármela.
Y me arrancaré toda moneda y toda luz.
Me haré pobre con el designio milenario
de la maldad del mundo.
Apretaré mis manos que lucharán por desasirse.
Cerca, el mar, acechará algo muy querido.
Y soñaré que grito y no gritaré.
Y gritaré más hasta romperme el corazón de angustia,
hasta poder ver mis manos cómo salen de sí mismas.
Muchas manos veré mientras las mías quedan atadas.
Y con tremenda lentitud volveré a quererlo.
A querer mis manos dos y libres,
dispuestas a mi voluntad, obedientes.
Cerca, el mar, por primera vez sin horizonte y sin color,
Su color estará en las manos que me dejan.
Que las que queden conmigo no tendrán color,
como el mar.
Y las convertiré en ávidas e impiadosas,
en capaces de ahogar algo muy querido.
Una pequeña sombra blanca y sumisa
seguirá junto al mar.
El mar me pedirá su color y yo se lo negaré.
Y la pequeña sombra se hará más descuidada.
Volveré a querer mis manos dos y libres.
Y ellas seguirán atadas como las manos de los muertos.
Pero las manos de los muertos se liberan.
Las libera Dios que retrocedió el mar.
Así liberará Él las mías,
que quedarán dos y libres.
Y aquellas que salieron de mí me perdonarán
porque serán perdonadas;
por toda moneda que les robé,
por toda luz que les mentí.

Y sonreirán ante las manos suyas obedientes
que sufrieron atadas hasta que Dios las separó.

Lejos, el mar.
Lejos, el designio milenario
de la maldad del mundo.
Cerca, mis manos, dos y libres,
generosas, azules, obedientes.
Y, otra vez, ¡el horizonte!



Poema Yo Sé Cuál El Objeto de Gustavo Adolfo Bécquer



de tus suspiros es.
Yo conozco la causa de tu dulce
secreta languidez.

¿Te ríes…? Algún día
sabrás, niña, por qué:
Tú acaso lo sospechas,
y yo lo sé.

Yo sé cuándo tú sueñas,
y lo que en sueños ves;
como en un libro puedo lo que callas
en tu frente leer.

¿Te ríes…? Algún día
sabrás, niña, por qué:
Tú acaso lo sospechas
y yo lo sé.

Yo sé por qué sonríes
y lloras a la vez.
Yo penetro en los senos misteriosos
de tu alma de mujer.

¿Te ríes…? Algún día
sabrás, niña, por qué:
mientras tú sientes mucho y nada sabes,
yo que no siento ya, todo lo sé.



Poema Yo Sé Un Himno Gigante Y Extraño de Gustavo Adolfo Bécquer



que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh! ¡hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera al oído cantártelo a solas.



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