poemas vida obra y

Poema Y Te Perdí Mujer de Pablo Neruda



Y te perdí mujer. En el camino
me prendiste una lámpara fragante,
entonces se aromaron y se hicieron divinos
todos estos cansancios humildes y constantes
No sé si apenas eras una leyenda o eras
un río que afluía para todo dolor
pero si fue leyenda para mi
enfloreciste aromas dentro de mi canción.

Hiciste un semillero de ilusiones
que vivió ingenuamente en mi tristeza.
Lentamente. Fue el jugo de rencores
echados sobre el jugo de rencores
sobre el manto de la ilusión ingenua.

En mi torre de odios tuviste una ventana
(Un vidrio ilusionado, transparente y gentil.)

Ya se quebró. Es inútil que te llame mi amada
porque, mujer, en una negrura te perdí.



Poema Yo No Tengo La Culpa De Esta Lluvia de Carlos Oramas



Y te nombré:
Sólo para cubrir con voces
Esta fosa común, este anticipo
De lo que ya no seremos…
Si Dios pudiera, terrestre y circunspecto,
Desenredarse de su cielo; resarcirse:
El hijo que tuvimos
No hubiese sido un remedo de su fuga
Sino un insecto verde que habría nacido en el mar.
Oyes: hay un ruido pertinaz en nuestra sangre.
Yo no tengo la culpa de esta lluvia.
¿Quién soy yo para maldecirte?
¿Quién, a la diestra del Hombre
Para derramar un veneno
A la hora del crepúsculo?
¿Quién para roer esta maldición dulce de tu cuerpo,
este rastrojo de la desolación, este crujido?
¿Acaso tengo derecho a las sílabas de odio
O el deber de encontrarme en tus cicatrices mías,
Y morir en el fondo de tu vida, de esta agua salobre
Que regurgita en tu beso, de esta insensatez
Que se desploma con tu ausencia?
¡No hay mejor argumento
Que esta distancia atroz que nos exhuma!
Esta lluvia que no es mía pero duele
Como un elefante sobre la aorta.
Este mar discontinuo donde se perdió tu nombre.
Ahora que viene el mar tú ya no estás.



Poema Yo Fui La Más Callada de Julia De Burgos



Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo…
No me cargaron buques pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda sencillez de los vientos.
No pesé la armonía de ambiciones triviales
que prometía tu mano colmada de destellos:
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el trágico abandono que ocultaba tu gesto.
Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos.
Y caminé en la brisa de tu dolor caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blando corriendo hacia el desierto.
Un día, por las playas amarillas de histeria,
muchas caras ocultas de ambición te siguieron;
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
se colaron las voces sin cruzar tu misterio…
Yo fui la más callada.
La voz casi sin eco.
La conciencia tendida en sílaba de angustia,
desparramada y tierna, por todos los silencios.
Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que un verso.
¡Y aquí me veis, estrellas,
desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!



Poema Yo Miro… de Haroldo Shetemul



Yo
miro a través
de estos lentes
?culitos de botella?
y cuando están sucios
es como si subjetivamente
sobre el mundo hubiera
una defecación de mosca



Poema Y Cuando Algunos Barcos… de José Antonio Cedrón



Y cuando algunos barcos se perdieron
en tierra para siempre
(la colección de El Tony, el miedo a las gitanas…)
los alcancé de nuevo con el perfil del ojo.
Los rumores sitiaron otra esquina
y desearon el vidrio empañado y nocturno
de la viuda.
A un paso de las sillas y barajas marcadas
caía una moneda en Viejo paredón.
Los guiños de esos años me acarician la espalda
se adueñan del poema
tanto como la niebla dispone de las sombras.



Poema Y Nunca Sin Amor Fueron Los Nidos de Ana Ines Bonnin



Amor llena mis ojos,
que con amor yo quiero mirar todas las cosas.
Yo sé que si las miro con amor resplandecen;
yo sé que si las miro con amor se me entregan.
Jamás donde hubo amor los mundos se agotaron;
jamás donde hubo amor cesaron las palomas.
Y nunca sin amor fueron los nidos,
y si el nido no fuera la vida no sería.
¡Oh, qué gozo, los nidos, por tan desamparados!
¡Qué alegría saberlos, muy cerca de nosotros,
alzándose en el alba!
¡Qué alegría saberlos!
Amor llena mis ojos.
Iré dándote, amor, como a río invencible,
y nunca gota a gota, a manantiales.
Llegarás a lo seco,
llegarás a lo árido;
recorrerás la sed viva y eterna;
florecerán contigo las raíces
y del surco se dará lleno de flores.
Esmaltarás la tierra ¡toda! sin mesura,
y hasta el rincón más mísero y pequeño
tendrá el amanecer que le otorgaron.

Amor llena mis ojos;
que en la inmensa amapola de tu luz me derrame
sobre el reseco nido, y así los nidos sean.



Poema Y Golpea Y Golpea Y Golpea de Jean Arp



GOLPEA

y sigue golpeando y otra vez
y así a continuación
y una vez dos veces tres veces hasta mil
y vuelve a empezar con más fuerza
y golpea la gran tabla de multiplicar y la pequeña tabla
de multiplicar
y golpea y golpea y golpea
página 222 página 223 página 224 y así a continuación hasta la página 299
pasa la página 300 y continúa por la página 301 hasta la página 400
y golpea ésta una vez hacia delante dos veces hacia atrás tres veces
hacia arriba y cuatro veces hacia abajo
y golpea los doce meses
y las cuatro estaciones
y los siete días de la semana
y los siete tonos de la escala
y los seis pies de los yambos
y los números pares de las casas
y golpea
y golpéalo todo junto
y la cuenta está hecha
y da uno.

De ?Días deshojados?

Versión de Jesús Munárriz



Poema Ya No Volveré A Ti de Ricardo Molinari



Ya no volveré a ti -luna de tierra-;
quédate en tu cielo derrumbado,
con tu piel perdida, mojada en la lluvia.
Con tu soledad llena de espejos,
con tu dolor partido como una fruta.
Yo quiero volver a otro día, salir de tu sed
sin dejar un solo beso sobre una cornisa;
salir igual que una llama cubierta
de espumas y cenizas
a un nivel de flores.

Huir. Huir hacia donde el mar no lleve cariño
sobre las hojas,
donde no haya asfixia y tu nombre de piedra y espumas
se oculte entre montones de arena y conchas.

Pero el amor es el amor, y nadie puede desterrar una
raíz de plata
con destino y latidos. Con una sombra inmóvil cubierta
de memoria: con su casta de alma,
con su paisa e resbaladizo y sus manos
de vidrio quemado.

Si yo pudiera olvidar sin oírte, sin dejar
la huella de mi cintura temblando
en el aire. ¡Pero el amor es el amor, y el tiempo
mueve juncos y adelfas
para que se encuentren con la muerte!

Cuando pienso que nunca he de volver al frío,
qué ganas me llevan de talar un árbol;
de quebrar el ala de una paloma,
para que ella disfrute
de un amor enloquecido.

(Cuando uno vive alegre qué bien le debe caer
el canto de la noche sobre la carne. El canto de la
noche. ¡Agua y pinos!… Quién viera tu niebla
oscura, ala de frente, plumón muerto,
aire de vino desdichado. )

Pero yo quisiera volver a otro día. Siwmpre he soñado,
perdido en la sombra,
buscar una rosa de hielo con su hoja de viento.
-La rosa que no verá la multitud,
la que espera, como yo, un largo día de fiesta
a orillas de un río de Invierno.

Adiós, junco húmedo, oscuridad de Verano entristecido.
Hasta nunca, si nunca es volver alguna vez: estas
palabras como una flor
en su lecho de polvo, con su nunca, amando, en la garganta;
con tu sombra inmóvil, preferida.

¡Raíz de nieve, ocioso viento!



Poema Ya Después de Poemas Autores Varios



¿Por qué lloramos dos veces
por dolor, rocío y agua?
¡Agua y rocío de auroras
que nunca se terminaban!
Las nubes son de la virgen
y de las frescas mañanas,
como el halcón de tus besos
es de la noche callada.

Se ahoga mi voz de nardo
entre lagos de palabras,
mientras la tuya, en la cera
de blancos cirios resbala.
En el pastizal hoy duermen
ángeles de blancas alas,
el tiempo sueña que nace
borracho de amor y canta.

Estoy cansado, ¡lo sabes!
no eres la fresca mañana
que despuntó en el ayer
sobre mis ratos de calma.
Eres fruta malherida
por los aires en borrasca,
y por fantasmas y luces
que tiemblan de amor y pasan.

El ave con sencillez
bate sus frágiles alas
y se remonta a los cielos
donde libremente vaga.
Mi corazón, en la bruma
que brota de tus palabras,
se queda inmovilizado
temblando de amor, y calla.

Como niño pordiosero
tiritando en la mañana,
busco tu cálido abrigo
y aquella paz que me dabas.
Tendida sobre la arena
miro tu imagen de plata,
y al percibirte distante
mi voz en dolor se inflama.

No me busques esta noche,
porque tú, estás emplazada,
los faunos de caras tristes
tienen contratada tu alma.
Ellos no quieren que vengas
a ver mi noche estrellada,
y tú no quieres venir
a mis mares de palabras.

Volverás fortuitamente
como vuelve en la baraja;
ansiada reina de sotas
cuando ya no da ventaja.
Y te diré que no pases,
pero al cerrar la ventana,
tu cara muerta de frío
temblará dentro de mi alma.

¡Te perdonaré de nuevo
como antes te perdonaba!
porque amo tu voz tranquila
de inocencias y de dramas.
Porque tú y yo somos notas
en escalas separadas
ya que tu vida comienza
donde la mía se apaga.

Cuando esté por fin tranquilo
en la calidez más santa,
en la calidez que sólo
el sepulcro nos depara.
En mi rima transparente
el embrujo de tu magia
como un barco de papel
flotará con risa amarga.

Humberto Garza (México)



Poema Y Por Qué No Es Tu Guerra Más Pujante… de William Shakespeare



¿Y por qué no es tu guerra más pujante
contra el Tirano tiempo sanguinario;
y contra el decaer no te aseguras
mejores medios que mi rima estéril?

En el cenit estás de horas risueñas.
Los incultos jardines virginales
darían para ti vivientes flores,
a ti más semejantes que tu efigie.

Tendrías vida nueva en vivos trazos,
pues ni mi pluma inhábil ni el pincel
harán que tu nobleza y tu hermosura

ante los ojos de los hombres vivan.
Si a ti mismo te entregas, quedarás
por tu dulce destreza retratado.



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