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Poema Visión Superficial De Los Escombros de Efraín Bartolomé



1
Por las calles un ritmo de fantasmas
Un mundo de siluetas

La noche es esta erguida pasión de los escombros

Se fue la luz
Se perdió la ciudad
Es otra dimensión la de su estar a ciegas

Se mete en los pulmones la negrura

(Hubo una vez la luna blanqueando la memoria).

2
El blues arrastra la mañana y las hojas

Todo se ha caído de su sitio

El día se salió de su dorado camarín
y se hundió en la neblina

Llega el blues con sus pasos de jaguar
a olisquear en mi cuerpo su próximo banquete.

3
Amanece
Ha comenzado a arder el corazón del día

Tensa sus poderosos músculos
Ruge con qué terrible fuerza
Ventea la dirección de la desgracia
y se echa a andar

Cenizas humeantes bajo su planta Olfatos de un
amargo manjar

Lame el monstruo su desamor
crimen tras crimen

Cada noche
el sueño que la enjaula fortalece sus músculos
Afila sus colmillos y sus garras

Cruza el umbral del sueño

Atrás
despedazada
queda la jaula.

«Ciudad bajo el relámpago» 1983



Poema Valle De Ocosingo de Efraín Bartolomé



I

El peso del silencio

El valle que se aleja de sí mismo
a galope

Hoy vine a ver
esta distancia que se fuga
escondida tras el oro del día

Qué hermoso espejo el sol para el valle extendido

Vaga el pensamiento al ras de los potreros

Desciende el alma
culebrita
a la canción del valle

Un sonido de grillos ecos pájaros
rasga la piel del aire
Árboles que se agrupan como pájaros

Palomas cuyas alas descienden hasta el mar

La reunión de los pinos

El rancho que compró la lejanía

La claridad
envuelve la mirada indecisa de la lluvia
que no se atreve a unir su asombro
al mío

Es hora de beber el horizonte:
oír el arco iris
diadema de silencios
en la fronda del día.

II

Pero de pronto el valle es diferente

Entró la sombra
Unió sus manos a los cerros
Empezó la otra historia

Cantó el tecolote su canción a la Luna

El Negro Sombrerón rayó sobre el camino su caballo mis negro

En el monte callado alguien vigila
Rasga la tierra con pezuña hendida
Tú no lo ves pero él siempre te mira

Desde la copa oscura de los árboles
Desde las hojas secas

Es el que tiene cuerpo de carnero
El que puso cadenas al cuello de la noche

A veces se aparece por la vega del río
A veces por el rancho de don Manuel Trujillo

Se roba las mujeres Se come los niños
Se lleva los borrachos hasta el espinero
Los deja atascados en el Chamenhá

Los puntos cardinales se han escondido

Es el hijueputa Cadejo
por el cafetal
.



Poema Viceversa de Eduardo Zambrano



Firman su sentencia de muerte
los que publican su vida
en algunos versos incipientes
que les quitan el amor, los sesos, los días.
Pero esto no lo digo yo, sino el idiota ese
del espejo.
Por eso me da risa.



Poema Vandalismo Literario de Eduardo Zambrano



El vandalismo literario y la casa de las palabras:
poca cosa para los que viven solos o a la intemperie,
donde son presa fácil de la lluvia, pero nunca más
de sus colegas.



Poema Valle De Oaxaca de Eduardo Zambrano



Ni la vieja gloria de los maravillosos imperios
se ha salvado.
Ni el orgullo de las catedrales,
ni siquiera el remanso de la fe en los monasterios
compiten con esa otra arquitectura
de cerros y nubes en el Valle de Oaxaca.

El tiempo gasta la dura piedra
y se desmorona la realidad.
El viento no dice palabra,
pero los follajes de los grandes árboles
parecen conversar aún con las nubes.
En estas tierras es evidente que solo los sueños
perduran.



Poema Vengo A Besarte de Eduardo Milán



Vengo a besarte por el detalle
del roquefort en el sandwich.
No se te había ocurrido mezclarlo
con el jamón y el pan integral.
No importa que hayas interrumpido
aquella escritura incierta. En realidad
no iba a ninguna parte. Y sobre todo
(la noche caía con su linaje quebrado
sobre nosotros y sobre nuestros hijos)
era un pálido remedo de unas fresas
memorables. En cambio, este roquefort
derretido aún está vivo.



Poema Venus En El Pudridero de Eduardo Anguita



A la criatura angélica que me precede
no por génesis sino por finalidad.

¿Escucháis madurar los duraznos a la hora del estío,
a la venida del sol, mientras un príncipe danza
en víspera de su coronación?
Yo pienso en el gusano.

¿Oís podrirse los duraznos en el granero,
al atardecer, mientras las fechas del reino
caen de los tronos
y el viento las amontona, las dispersa y olvida?
Yo pienso en el gusano.

Si veis montar el agua de la noria,
con un niño fijamente asomado al brocal
frente a frente al abuelo,
y se siente el bese de los amantes como una hoja seca
que el pie del tiempo aplasta crepitando:
¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza.
Pensad en el gusano.

Al borde del pozo, gusano y amante,
los dos punteros del reloj.
El agua está vacía y la amada es un torrente de mil rostros
despeñados.
Ambos sedientos, un sol varonil frente al otro sol, también varonil,
pero llorando y sombrío:
el de la aurora y el atardecer, íntimamente enemigos
y cuán quebrantados.

Llegan carretas rebosantes de frutas maduras,
se despiden los ancianos,
las raíces quedan en acecho al sol de la espera,
se acumulan los hechos.

Niño, niño mío, nómbrame sin pestañear,
en un segundo,
las dinastías reinantes -siglos, siglos-,
los monarcas desgajados.
Abuelo, abuelo, nómbrame siglos sin pestañear, en un instante,
antes que el ruiseñor concluya la nota de su silbo.

¿Quién osa alzar el Tarot vertiginoso?
Todas las fechas están prontas, o marchitas, como nunca nacidas.
Niño y anciano, en este instante tenéis la misma edad:
sólo un instante:
¿no habéis empezado?, ¿habéis terminado?
¡A qué pensar en el gusano!

El rey que tomó la ciudad
y con ella hizo una argamasa de sangre,
dejó el horror, dejó el escarnio;
las vírgenes violadas están vivas, las viudas maldicen.
El rey murió. Un muerto es el culpable.

El diabólico motorista que en carruaje veloz
cruzó la calle sin razón aparente,
a un chico dejó inválido, a una novia le quebró la columna.
El motorista ha muerto.
A él se debe este mundo.

Maravillas y desdichas:
cuanto nos es dado es obra de muertos;
cómo pedirles cuenta, todo trayecto es corto.

Muertos poderosos que nos legaron herencias
imposibles de revivir, imposibles de evitar.
¡A muertos, a muertos se debe este mundo!

Tiempo furioso, memoria feroz.
Esa fuerza desprendida del látigo, que sigue ondulando
cuando la mano que lo maneja ya está hecha polvo,
el latigazo aún azota con destreza terrible y melancólica.

¿Podemos comprender que la amada,
apenas pronunciadas las palabras del amor,
cambie, desaparezca, se destituya?
¡Y todavía sientes el calor de su beso
y su boca ha expirado?

A un muerto, a un muerto se debe este mundo.

(De modo semejante, el Rosal misterioso,
centro ígneo de radio cero, palpita en reposo en el corazón del
jardín,
y de él fluyen los rayos, los pétalos, la extensión de los prados,
salió al día, y extendiendo los brazos su amor emana
en forma de apóstoles, de mártires, de amantes de todo orden,
y hasta de esas señoras que reparten la piedad y son tanto más agrias
para que la moneda se vea más dulce y no les pertenece.
El amor, el aroma y los actos fortuitos,
más existentes que sus autores, gemas en silencio,
que no se quieren invisibles, y si se quieren así, al fin y al cabo,
como sentirse llamados a vivir sólo un instante
y servir para mucho, mucho tiempo).

No lamentes la ausencia de la semilla,
ama grandemente el fruto dado.
La semilla debe morir.



Poema Volver Al Paraíso de Domingo F. Faílde



Así la eternidad era el minuto.
Vicente Aleixandre

Desnuda, y nada existe
en este anillo funeral que inclina
su sombra bajo el tiempo, y es tan sólo letargo
la estancia, aquella lámpara
que se apagó de pronto en la caricia
de una ciudad celeste, mientras estoy tomándote
en la complicidad helada del silencio,
y más lejos el mundo
enciende su cosmética nocturna.
O descansa
la imperceptible púrpura de un labio
contra el cristal ilímite
de una copa vacía.



Poema Ven A Mis Dulces Campos De Ribera de Dionisio Ridruejo



Ven a mis dulces campos de ribera
que suspiran en álamos por verte.
Hacia la brisa que tu aliento vierte
levantará sus hierbas la pradera.

Se cuajará de flor la primavera
que al peso de tu sueño se despierte.
Saldrán de las raíces de la muerte
las alas de la vida que te espera.

Las aguas de la espuma de tu baño
se abrirán como labios, como orillas,
para besar la luz en tu tamaño.

Y ahora que sólo de inminencia brillas,
mira en mi corazón, año tras año,
pleno el mundo y las horas de rodillas.



Poema Viendo La Noche (fragmentos) de Dionisio Aymará



*

…… Henos aquí después de padecer tu locura y tu ducha
desgarradora
ciegos para una eternidad
que de súbito nos devora las manos
y los ojos en cuyo fondo no hay preguntas

*

No somos sino los hijos de este tiempo
llegamos cuando las grandes máquinas
ya habían invadido la tierra
cuando las trepidantes naves de metal perforaban el cielo
y habían huido para siempre los dioses
derrotados
los santos derrotados
el paraíso derrotado.
Pero el amor era aún poderoso
como la noche primera del mundo
como la fuerte respiración de los que se aman.

*

Alaridos ahora desgarran el tímpano de Dios
Pero el amor es poderoso todavía
el odio crece como los hongos venenosos
ocultos bajo la sombra
pero el amor es poderoso
todavía.
Los corceles del miedo galopan sobre los campos
donde cayeron cuerpos jóvenes
vencidos en su minuto más radiante



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