poemas vida obra v

Poema Vencimiento (i) de Filoteo Samaniego



Evidencia y muerte
en la eternidad que me niegan
tus armas de polvo,
tus caminos de humo.

He aquí el compromiso:
transar con el otoño vagabundo;
elegir el consentimiento del junco vencido;
asir la mano del alba cuando, temblorosa,
se anida en los muslos locos,
y amar la carne profunda en sus nieves
y torrentes.

¿Quién abre la flor sin nombre
de tus ojos?

¿Quién gime en tus senos sin reposo?

¿Quién habla, fuera de ti, sobre ti misma,
en sombra de deseo prolongadas,
sin freno ni medida,
aun insatisfechas?



Poema Voy Siguiendo La Fuerza De Mi Hado de Fernando De Herrera



por este campo estéril y ascondido;
todo calla y no cesa mi gemido
y lloro la desdicha de mi estado.

Crece el camino y crece mi cuidado,
que nunca mi dolor pone en olvido;
el curso al fin acaba, aunque estendido,
pero no acaba el daño dilatado.

¿Qué vale contra un mal siempre presente
apartarse y huir, si en la memoria
se estampa y muestra frescas las señales?

Vuela Amor en mi alcance y no consiente,
en mi afrenta, que olvide aquella historia
que descubrió la senda de mis males.



Poema Viajero de Fernando Charry Lara



La extrañeza del lugar aunque
lo imaginaba. Lo interminable del instante
y lo áspero. Un comedor vasto como el hastío,
Mas aquí, en reposo,
el mudo mantel, el atardecer
junto a la sombra
de los recuerdos en el rostro.
Obstinada la hora
le encierra, solitario, y al hermano
que llora bajo sus pensamientos.

Un sitio siempre ajeno como el amor, un lento salón
que a los fantasmas del viaje, en bandadas,
aparece de súbito con lámparas y memorias.
Conversaciones, alas, palabras apenas,
rumor en tomo. Una cucharada
a los labios con un remordimiento
y sobre la mesa, inmóvil, desconocida;
la silenciosa blancura de sus manos.

Quisiera despertar de entre los muertos
mientras la hora sórdidamente huye.

Lo piensa mientras a su alrededor
la mosca del sueño, el periódico,
el volumen ardiente de una falda,
no importa,
qué cuerpos o miradas, la tenaz
ola de melancolía también
les llega,
y en procesiones nocturnas
los huéspedes no duermen sino avanzan
con equipajes, entre espejos y blancos uniformes,
sonrientes, solos, sonámbulos,
por carrileras, a pie, enlunados,
al subterráneo final de los trenes sin nadie.

De «Los adioses» 1963



Poema Versos Del Anochecer de Fernando Charry Lara



Cuando la nube del anochecer definitivamente se borra
oyes girar
leves árboles verdes por la espesura
de hojas que son lentas respiraciones amorosas.

El aire como vaga sucesión de montañas
que de noche confunden con su peso
tibias lámparas encendidas por no se sabe
qué mano dulce resbalada en la sombra.

Cuando a solas el anochecer te cerca
amor a la ventana de amante solitario
navega soñolienta la nube por la frente,
visos de luz, brisa, presencia insistente
que existe, ya sin cuerpo, desnuda en la memoria.

Cuando hacia el anochecer hubieras querido
en triste cansancio, ser otro,
ser una nueva imagen distinta de ti mismo,
volvería del tiempo pasado, su cielo,
la mariposa sonámbula que viva aletea
dentro del pecho, tuya, sin fin,
aunque en vano, callando, la destierres.

De «Los adioses» 1963



Poema Van Cinco Días Ya Que No Te Veo de Félix Grande



Van cinco días ya que no te veo,
cinco épocas oyendo el sonido del tren.
Cinco rejas de nada envolviendo a una carta.
Cinco antidiluvianos zarpazos de extra.

Me muevo por la casa…
igual que un escorpión borracho
y compruebo que el trabajo es mentira.

Que es vida falsa cuanto no incluye tu presencia.
Que hasta la espera es pan de desconsuelo.
Que hasta estas frases con que describo tu vacío,
son hielos apagados y casas de ceniza.

Tu ausencia es una cosa que pesa como plomo
tu ausencia es una cosa dura como metal
tu ausencia es un enorme barranco
al que me asomo sin tacto…sordo… y ciego

Tu ausencia es un olor que abrasa mi nariz
un ruido monstruo que se cuelga en mi oreja
un animal sin límites que es todo cicatriz…
Y que lame mi vida…y me la deja vieja tu ausencia…

Esa cosita que no tiene abuelo… ni apellido… ni forma…
ni rodilla… ni pelo…
es sin embargo un bulto majestuoso y profundo
tu ausencia es una rara cosa
que está vaciando a pausas mi lleno corazón
y que está abarrotando de vaciedad el mundo
Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir y te levantes desnuda
(en medio de la noche)
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia…
en algún lugar de la tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos
y escribiendo… escribiendo… estos degenerados versos.



Poema Vivir A Cara O Cruz de Félix Grande



Carezca yo de ti
y al infortunio suceda la desgracia
y a la desgracia el cataclismo
y a todo ello asistiría
con el desinterés de un muerto.

Estés conmigo tú
y por cada brizna de dicha
que pretendan arrebatarnos
avanzarían desde mi corazón
espléndidos ejércitos de odio.

Tú puedes ser la espalda atroz de mi destino
o mi patria de carne.



Poema Valor Del Pasado de Felipe Benitez Reyes



Hay algo de inexacto en los recuerdos:
una línea difusa que es de sombra,
de error favorecido.
Y si la vida
en algo está cifrada,
es en esos recuerdos
precisamente desvaídos,
quizás remodelados por el tiempo
con un arte que implica ficción, pues verdadera
no puede ser la vida recordada.

Y sin embargo
a ese engaño debemos lo que al fin
será la vida cierta, y a ese engaño
debemos ya lo mismo que a la vida.



Poema Vaginatum Est de Federico Hernández Aguilar



Es verdad -ya lo sabes-, no me entrego.
No soy la luz en este claroscuro…
Verte desnuda asombra: No es tan duro
verte asomada a la pasión del juego.

Mas para cuando veas ue no llego
a la penetración, puntual, seguro,
demuestra lo que sabes: del apuro
sácame. ¡No ambiciones tanto fuego!

Pasamos de estos líos tan carnales
porque el sexo mejor no se origina
en las respuestas sobrias y totales.

Y para no estropearnos el pecado,
hoy permite que agolpe en tu vagina
la culpa de un placer tan consumado.

30/I/99



Poema Venus Dormida (i) de Fanny Rubio



Aunque pinceles amarillos
rodaron ya en la tierra sobre las bóvedas caídas,
mi pie protesta entre las sábanas.

No hay carros llameantes tras el desfile de carrozas
al sol de mediodía
sino un corcel empecinado y verde
que dispersa, cual viento, plumas de ave degollada

y el río del revés
que fue pleamar de toses
me coloca sus algas de peluca.

Luego, con las orillas despuentadas,
lograron recostarme
como una ausencia ecuestre que al fondo se buscase.

Todo el no ser echado sobre este omóplato bendito.



Poema Viendo Llover de Eyra Harbar



La atormentada
necesidad del agua
va raptando el último
agujero de sol,
y de pronto las ánimas
que trae el viento
me despiertan
las ganas de estar
acompañada.



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